El 11 de julio de 1968 Real Madrid y Barcelona disputaron la que tal vez fue la final de Copa más polémica de las seis que ambos clubes han jugado entre 1936 y 2011.

Terminó con victoria azulgrana con un gol en propia meta de Fernando Zunzunegui que no pasó a la historia. En la memoria quedó el lanzamiento de botellas del público madridista, descontento con las decisiones que tomó aquel día el árbitro Antonio Rigo.

Muchos años después, exactamente 37, Rigo recordó en una entrevista con el diario As aquel encuentro que le marcó para siempre. "La final de las botellas me hizo antimadridista. Esa final no ha acabado nunca para mí y las secuelas han marcado para mal mi vida. Por eso siempre he preferido que le fuera mal al Madrid", declaró en octubre de 2005.

Rigo falleció en 2007 y no pudo vivir el cuarenta aniversario de una final con poco fútbol y con mucha polémica. Casi toda estuvo centrada en un par de acciones: dos posibles penaltis sobre Fernando Serena y Amancio Amaro que los hombres de Miguel Muñoz pidieron con vehemencia.

Fueron las dos jugadas que calentaron a un sector de los aficionados del Real Madrid que acudieron al estadio Santiago Bernabéu para presenciar en directo el partido. Las imágenes del NO-DO muestran a Rigo, tras pitar el final, esquivando las botellas que caían desde la grada cuando intentaba marcharse al vestuario.

"No vi penalti a Amancio y Serena se tiró. Serena se tropezó y me quiso engañar dejándose caer cuando entró siete milímetros en el área", recordó Rigo.

En aquella época, los árbitros podían ser recusados por los clubes. Es decir, que tenían la potestad de elegir a aquellos colegiados por los que no querían ser pitados. Rigo fue recusado por nueve equipos a lo largo de su carrera. Uno de ellos fue el Burgos, donde Mariano Moreno, segundo entrenador del Atlético de Madrid en 1968, entrenó en la temporada 1971/72.

Cuentan que la causa de que el Burgos recusase a Rigo hay que buscarla en las semifinales de la Copa de las botellas. El cuadro rojiblanco fue apeado de la competición por el Barcelona en otra polémica eliminatoria pitada por Rigo. En el choque de vuelta, disputado en el Camp Nou, un gol anulado a Enrique Collar por fuera de juego y un penalti dudoso para los azulgrana, fueron la causa de esa recusación posterior en la que tuvo algo que ver Moreno, según contó después árbitro mallorquín.

El caso es que la presencia de Rigo para la final fue controvertida y, tiempo después, algunos medios de comunicación dijeron que el Barcelona le puso un chalet y un negocio en Palma.

"El Barça nunca me ofreció nada, ni siquiera tengo una insignia. Sin embargo el Madrid, Antonio Calderón, creo que era gerente del club... Pues en la caseta, antes del partido, me dijo que me iba a hacer un buen regalo. Que era costumbre del Madrid regalar un reloj de oro. Supongo que era condicionado a la victoria de su equipo, porque aún estoy esperando ese regalo", recordó Rigo.

Polémicas aparte, futbolísticamente la final fue muy mala. El Barcelona, que había ganado su última Liga en 1960 y no la volvería a conseguir hasta 1974 con Johan Cruyff, vivía malos tiempos y necesitaba títulos. El Real Madrid había conseguido casi todas los torneos de la década y era el claro favorito.

Apenas hubo oportunidades para ambos equipos. El Barcelona, con nombres en sus filas como los de Chus Pereda o Carlos Rexach, aprovechó el tanto en propia meta de Zunzunegui en el minuto seis. El Real Madrid de Pirri, Zoco y Amancio, apenas contó con aquellos posibles penaltis y con un par de ocasiones para igualar el marcador No hubo más digno de mención y los verdaderos protagonistas fueron los objetos que cayeron al campo.

"Ha sido un partido que hemos merecido ganarlo. Hemos tenido más fuerza que ellos. Ahora bien, el árbitro les ha consentido caídas y les ayudó en todo lo que pudo. Desde luego, lo que es increíble ha sido el comportamiento del público. Una minoría ha estado pésimamente mal", declaró a Mundo Deportivo el capitán del Barcelona, José Antonio Zaldúa, después de recoger la Copa.

Ese trofeo se lo entregó Francisco Franco, Jefe del Estado en aquellos momentos, que desde el palco vio como no dejaban de caer botellas al césped. No hubo ni un respiro. El terreno de juego se cubrió de vidrio y plástico. La voz que adornaba el reportaje del NO-DO fue premonitoria. "Unos cuantos energúmenos arrojan botellas al campo. Si las cosas siguen así, habrá que poner rejas". Nueve años después, en 1977, se pusieron.