Óscar Alberto Dertycia (Córdoba, Argentina, 3-3-1965) nunca dejará de ser uno de los símbolos del Tenerife del que más orgulloso se siente la afición, el del inicio de la exitosa década de los noventa. El delantero jugó en el equipo tres temporadas, de la 1991-92 a la 1993-94. En ese período participó en 90 partidos de Liga y marcó 27 goles. Estos días se encuentra en la Isla invitado por la organización de la Copa Mahou. Según cuenta, está en su segunda casa. Y demuestra claramente la fortaleza de ese vínculo al hablar con entusiasmo de su etapa como blanquiazul.

¿Cuáles están siendo sus sensaciones al regresar a Tenerife?

Siempre que vuelvo a la Isla, a mi segunda casa, mi casa futbolera, lo disfruto mucho. Estoy muy agradecido, porque me estoy reencontrando con recuerdos muy lindos y con mucha gente. Algunas personas tienen la duda de si soy yo de verdad o no, y cuando les digo que sí, siempre surgen comentarios emocionantes. Sin ir mas lejos, hace un rato una señora me paró por la calle y me comentó que todavía tenía muy presentes esas tardes en las que iba al estadio y, tras los partidos, veía a mi hijo correr sobre el césped. Ahora, ese "niño" tiene 28 años y ya me ha hecho abuelo. Esas vivencias me devuelven a los partidos, a los entrenamientos, a ser nuevamente protagonista de la Isla y del equipo.

¿Su segunda casa?

En Cádiz estuve seis meses y en el Tenerife, tres años. En el Cádiz nos salvamos del descenso ganando la promoción, pero lo que viví con mi familia en Tenerife fue superior: entre otras cosas, entramos en la historia del club por haber logrado la primera clasificación para la Copa UEFA. Son cosas que no se olvidan, sobre todo cuando las sientes en carne propia, dentro del terreno de juego. Y el aficionado tampoco lo olvidará nunca, porque dejamos una huella en la gente, en el club y en el fútbol en sí. Al regresar a la Isla noto que sigo teniendo las puertas abiertas porque me gané a la afición con lo que sabía hacer, que era jugar y hacer goles, y llevar a cabo todo eso con entrega, sacrificio, esfuerzo... Es algo que le encantó a los hinchas y siempre me lo han reconocido. Los padres le hablarán a sus hijos de aquella generación de jugadores y eso, para mí, es muy importante.

¿Qué recuerdos tiene del origen de esa generación de la que formó parte?

Antes de venir al Tenerife ya había conversado con Fernando Redondo, que estaba en el club. Pero aquí me encontré con más argentinos y eso me hizo tener una identidad más fuerte y me ayudó a participar en aquel desafío, en el proyecto. En ese momento solo pensaba en jugar, en estar bien, en hacer goles y en que el Tenerife siguiera creciendo. Soñaba mucho con hacer cosas importantes y a medida que iban pasando los partidos y los torneos, íbamos teniendo la posibilidad de estar en el tapete de la Liga. Soñé con lo máximo en esos tres años y todo iba saliendo a medida que uno se iba esforzando e iba dejando su marca en los distintos torneos haciendo goles.

¿Llegaron a imaginar que iban a ser, por ejemplo, quintos en la Liga?

Es posible que casi nadie pensara, en ese momento, que aquel grupo iba a conseguir lo que consiguió. Aparte de los tres arqueros, Ochotorena Agustín y Manolo, coincidimos jugadores de la Isla, como Toño, Pier o Toni, otros de la Península, como Felipe, Quique Estebaranz, Chano o Berges, y futbolistas sudamericanos, entre los que estaban Fernando Redondo, que ya había deslumbrado en Argentina, Ezequiel Castillo, Chemo, Percy Olivares... Algunos eran muy jóvenes y otros tenían más experiencia, pero todos teníamos en común las ganas de alcanzar objetivos. A todo eso hay que unir a los técnicos argentinos, como Valdano y Cappa, que supieron motivar con palabras y gestos, con ese vocabulario y esa enciclopedia futbolística que tenían los dos, para expresarse y dejar bien asentado lo que querían. Y la afición se volcó al cien por cien, al igual que el equipo, aunque creo que todavía pudimos dar más. Por ejemplo, nos faltó ganar aquella semifinal de la Copa del Rey que perdimos con el Celta. Habría sido la guinda de la tarta.

¿Qué les pasó en esa eliminatoria?

Cosas del fútbol. Perdimos. Fue la primera vez, y la única, que el Tenerife llegó a una semifinal de la Copa. A lo mejor, con un poco más de experiencia habría sido diferente. Lo mismo nos pasó en la Copa de la UEFA. Nos eliminó la Juventus en octavos de final con jugadores como Roberto Baggio, con futbolistas veteranos. Pero se logró un objetivo, llegar a instancias importantes. Se armó un grupo solidario, un equipo que peleaba dentro y fuera del campo, un conjunto que se nutrió de técnicos que habían sido jugadores, y eso nos llevó a interpretar y a saber valorar la parte futbolística que querían trasladar al campo. Luego, los artífices fuimos los jugadores, que siempre lo dábamos todo en los 90 minutos. A la afición siempre le gustó la entrega que tuvo el equipo.

¿El momento cumbre fue el triunfo ante el Real Madrid que clasificó al Tenerife para la Copa de la UEFA?

Me quedo con el conjunto de los tres años. Fuimos de menos a más. Pero hubo muchos momentos: el 3-2 al Real Madrid en mi primera temporada, ese 2-0 al Real Madrid en la siguiente, ganarle al Barcelona cuando llegó Valdano... En ese inicio con Jorge nos vimos obligados a intentar ganar ocho finales, y conseguimos vencer en seis, por una derrota y un empate. Cuando el club contrató a Jorge y a Cappa, en el vestuario nos preguntábamos qué nos iban a decir, qué nos iban a traer, y el equipo se amoldó rápidamente a su estilo y consiguió llegar lejos.

En ese momento iban camino del descenso a Segunda...

Sí. Es cierto. Lo que pasa es que el equipo en sí estaba muy comprometido y mentalizado para no fallar. Eso llevó a que ese Tenerife consiguiera empezar a ganar partidos, al Valencia, al Barcelona, al Sevilla... Solo perdimos un partido de los ocho que nos quedaban y nos salvamos del descenso. Al año siguiente quedamos quintos en la clasificación. Estaban Barcelona, Real Madrid, Deportivo, Valencia... y el Tenerife ahí, por arriba del Sevilla, Atlético de Madrid, Athletic, Real Sociedad... Pensábamos: "Oh, esto es algo distinto". Todo se generó a medida que el mismo grupo se iba mentalizando y preparando para lo que estaba por venir. Lo que se logró fue por las ganas, el entusiasmo y el esfuerzo del equipo y del cuerpo técnico.

¿Cuál es su gol preferido como blanquiazul?

Muchos, casi todos. Cappa me decía que tenía que formar pequeñas sociedades con Latorre. Luego estaba la pelea de cada semana con Pizzi, Pier y Quique Estebaranz para jugar. ¿Goles? El que hice en San Mamés el día en el que Redondo y marcó otro espectacular; el que logré en casa ante el Zaragoza: íbamos perdiendo por 1-2 y acabamos ganando 5-3; el primero al Real Madrid en el 2-0 de la segunda Liga que perdieron en el Heliodoro... Todavía me siguen llamando desde Barcelona para preguntarme por ese partido cuando llegan esas fechas señaladas. Uno tiene grabado en el corazón cómo fue la jugada. Quedé muy marcado, sobre todo en la memoria del tinerfeño. Por eso siempre estaré agradecido por haber jugado al fútbol. Con el paso del tiempo de das cuenta del valor de lo que se hizo en aquellos años. En Argentina también me pasa con un gol que le hice a River con Instituto desde 35 metros, con Pumpido en el arco.

No ha mencionado a los directivos. ¿Qué impresión se llevó de Javier Pérez?

Me trajo Santiago Llorente. Me fue a buscar a Cádiz. Tuvimos una reunión en la Isla durante doce horas para hacer el contrato. Y me quedé. Lo que no me gustó del presidente fue el final.

¿Qué ocurrió?

Quiso que me marchara al Osasuna, pero yo deseaba quedarme. Por mi forma de ser, habría seguido toda mi vida en el Tenerife para jugar diez años más, porque estaba identificado con la gente y con el club. Fue un presidente que llevó al Tenerife a lo más alto dentro de su historia, con su gente alrededor. Lo único malo fue el final. Me hizo llorar delante de las cámaras, pidiéndole que me renovara el contrato, pero no pudo ser. Seguí mi carrera jugando en Albacete y luego me fui a Argentina. Pero me habría gustado continuar en el Tenerife.

¿Fue una decisión presidencial?

No lo sé. Pero el presidente fue decisivo. No quiso contar con Dertycia. Luego, la pelotita me siguió dando revanchas y jugué en Albacete, Talleres de Córdoba, Instituto, Temuco, General Paz y Coopsol. Hasta los 38 años.

¿Sigue ligado al fútbol?

Estoy en la Agencia Córdoba Deportes, en el estadio Mario Alberto Kempes. El gobernador, José Manuel de la Sota, invitó a deportistas destacados a estar como vocales y trabajar, salir a dar charlas... Tengo 150 niños en una escuela de fútbol. Uno se siente feliz por poder transmitir los valores que a uno le enseñaron en toda su carrera deportiva. Además, tengo un programa de televisión con Gustavo Zárate y Carlos Pajurek en el que hablamos del fútbol local de Córdoba.

¿Con quién tiene más contacto de su etapa como jugador del Tenerife?

Con Fernando Redondo, que está en Buenos Aires, con Ezequiel Castillo, con el que hablo de vez en cuando, con Pier Luigi Cherubino... También tengo contacto con periodistas de las ciudades en las viví, con la gente de la Peña Dertycia... A uno le hace feliz saber que sigue vigente en el recuerdo de la gente.

Sabrá que Pier se ha postulado para ser presidente del Tenerife. ¿Lo ve en ese cargo?

Me fijo en el ejemplo de la "Brujita" Verón. Fue un jugador excepcional y con carisma. Triunfó en Europa, fue internacional y volvió a su club para retirarse. Ahora es el presidente. Ese presidente ha estado siempre en contacto con dirigentes y con empresarios, pero tiene una imagen: es Sebastián Verón, presidente del Estudiantes de La Plata. No estás hablando con un empresario o un médico que se ganó la oportunidad de ser el presidente de un club. Ahora me traslado a la cantera: ese presidente que fue futbolista y que va a un partido de fútbol base ve con otros ojos al jugador joven, porque sabe que ahí está el futuro del club. ¿Por qué los exjugadores no podemos tener esa posibilidad? Pier sería un revulsivo, traería un cambio. ¿Quiénes son los que están bien vistos en el fútbol? Los exjugadores, porque realizaron carreras deportivas sanas, porque siempre estuvieron en el negocio, en la televisión, en la prensa, en los viajes, en concentraciones... ¿Quién mejor para ser presidente que el que lo vivió por dentro durante tantos años? Pier estuvo unas quince temporadas como jugador profesional y se sabe manejar en todos los ámbitos. Y eso es muy importante para un club. Además, él es de la Isla y quiere a su club y a su gente, y le gustaría mucho ver a un Tenerife distinto. Ojalá tenga la posibilidad de estar dentro. Defenderá al club diez veces más que antes.

¿Formaría parte de su proyecto?

Me gustaría devolverle al Tenerife lo que me dio en esos tres años para que el equipo siga creciendo y sea distinto. ¿Por qué no? Si a uno lo han tratado bien y con el paso del tiempo le dan la posibilidad de trabajar con gente conocida y querida, ¿por qué no ayudar y seguir defendiendo esta camiseta? Este club nos dio una identidad y esa identidad se puede mantener como dirigentes para recuperar el territorio que se ha perdido.

¿El Tenerife puede volver a ser como el que usted vivió siendo jugador?

Se puede recuperar con jugadores, con la gente idónea que esté a tu lado peleando con una idea compartida... Hay que recuperar la identidad que unió a los jugadores, a los técnicos, a la directiva y a la afición, ese sensación de pertenencia que hace que tu hijo lleve la camiseta del Tenerife puesta hasta que se va a dormir, o que la abuela comparta la afición con el nieto. Hay que recuperar el prestigio. Y se puede lograr con jugadores, con un equipo y con la mentalidad ganadora, los códigos y los valores que tuvimos en aquellos tiempos.