Cuando la UD Las Zocas debutó en Tercera en septiembre del año 2000, después de vencer por un global de 6-1 al Unión Marina en la promoción de ascenso como subcampeón de Preferente, probablemente nadie imaginó que aquel equipo tinerfeño acabaría encadenado dieciséis temporadas en una categoría en la que el pasado domingo cumplió su partido número 600.

Pero lo logró y, además, recorrió ese camino con una particularidad de la que pueden presumir pocos clubes, si es que existe alguno que la comparta. No es otra que un expediente limpio en lo que a cambios de técnicos se refiere. Y es que todos los entrenadores que dirigieron a Las Zocas en Tercera lo hicieron de principio a fin cada curso, con dos excepciones, las de dos preparadores que pidieron causar baja voluntariamente, Facundo Matías y Toni Ayala, en los ejercicios 00/01 y 11/12.

La historia en Tercera de este equipo de San Miguel comenzó con Facundo Matías en el banquillo. Le siguieron Manuel Donate -final de la 00/01-, José Antonio Barrios, Quico de Diego -tres campañas-, Toño Dorta, Martín Marrero -dos-, Ricardo Melián, Mauro Pérez -cuatro en tres etapas, siendo la más reciente la correspondiente a la Liga 14/15 y la posterior-, Andrés Clavijo, Toni Ayala, Julio Durán -parte de la 11/12- y Willy Barroso.

Detrás de la buena salud deportiva de Las Zocas está el trabajo de una directiva que, en el mismo período, ha estado encabezada por cinco presidentes diferentes y que ahora tiene a Eva Donate como principal responsable. En su segunda campaña en el cargo, sostiene que el secreto del club "puede estar" en que es "como una gran familia" en la que "todos aportan algo". De hecho, es difícil encontrar a algún vecino del barrio -de unos 800 habitantes- que no esté relacionado, de alguna o de otra manera, con el equipo. "Gracias a la colaboración de los vecinos y aficionados, vamos escapando", asegura Donate refiriéndose a una entidad que tiene 140 socios y 122.000 euros de presupuesto, cantidad que consigue recaudar gracias a recursos tan clásicos como, en su caso, efectivos: venta de "rifas, lotería y hartangas", o la organización reciente de un "almuerzo benéfico". El club también cuenta con la subvención del ayuntamiento de San Miguel - "colabora bastante bien", afirma- y los ingresos en las taquillas -la media en el campo Juanito Marrero es de 250 espectadores y las entradas cuestan 9 euros- , que van destinados a pagar a los árbitros. Pero también se une el sector empresarial. "El patrocinador es el Grupo González, aunque hay otras firmas pequeñas que aportan lo suyo", destaca la presidenta, que se ha acostumbrado a dejar casi para el final la ayuda procedente del Gobierno de Canarias. "Hace poco cobramos la subvención de la temporada pasada y el problema está en que los viajes generan muchos gastos", recuerda.

La estabilidad económica, reforzada por una política austera y realista -estuvo cerca de hacer desaparecer en 2012- permitió "sacar el club adelante" y se ha mantenido sin abandonar la línea de "perseguir el objetivo de la permanencia y estar apretados en cuestión de gastos". De esta manera avanzan el equipo de Tercera y once de base (iniciación, dos prebenjamines, dos benjamines, dos alevines, un infantil, un cadete y dos juveniles), una amplia oferta para la cantera del barrio, de la que salieron, entre otros, el excapitán del Tenerife Cristo Marrero o Cherre, que vivió el ascenso del año 2000 y forma parte de la actual plantilla.

Seguramente, la vida en Las Zocas no sería igual sin la existencia de este club fundado en 1986 y que ya es algo más que una referencia deportiva. "Llegamos a Tercera en la época de las vacas flacas y cuesta mucho seguir ahí, pero vamos empujando entre todos, porque este club es como un centro social: los mayores juegan a la baraja, los menores entrenan, hay movimiento de padres...". Motivos de sobra para seguir luchando.