Si la Segunda División es una carrera de fondo el CD Tenerife está resistiendo a pleno pulmón el tramo final de la temporada. Una Liga a la que todavía le restan siete capítulos y en la que los de Pep Martí no han dicho su última palabra. Al contrario de lo que podría parecer, no conquistar los tres puntos en litigio en Córdoba no es un síntoma de flaqueza en la pugna por las plazas de "play-off". Más bien todo lo contrario, teniendo en cuenta las diez jornadas consecutivas sin conocer la derrota y el respeto que sigue infundando el cuadro blanquiazul allá por dónde va. Esta vez fue el también aspirante Córdoba de José Luis Oltra el que tomó todas las precauciones posibles para evitar el dinamismo ofensivo de los tinerfeñistas. Entre eso, y que ayer no fue el mejor día de los hombres de arriba de los de Martí, el partido caminó por un sendero seguro casi todo el tiempo para el combinado visitante, que solo sufrió en la recta final del encuentro, cuando sí que pudo ver perforada su portería en un par de acciones muy claras de los andaluces. Pero el análisis de lo sucedido en el Nuevo Arcángel debe detenerse en el minuto 40, cuando de manera incomprensible el colegiado gallego Pérez Pallas y su asistente invalidan un gol del Tenerife todavía no se sabe muy bien por qué. Una falta desde el sector izquierdo golpeada por Javi Lara acaba en la frontal del área pequeña. Razak Brimah, en su intento desesperado de despejar el balón lo acaba introduciendo en su propia portería. Lozano y Carlos Ruiz saltan al mismo tiempo en la disputa de la pelota, pero sin cometer falta sobre el meta ghanés. El asistente levanta la bandera y el colegiado pita ¿falta?, porque no queda bien claro si señaló eso o fuera de juego que tampoco existía en la acción. Un tanto que a todas luces debió subir al marcador y que evitó que los fantasmas volvieran a aparecer en las filas locales, escarmentadas por las seis derrotas seguidas que traían a cuestas en su feudo. Pero ni el Tenerife ni el Córdoba fueron feroces en sus escasas aproximaciones a las porterías en los primeros 45 minutos. Un disparo desviado de Domingo Cisma hacia la meta que defendió con seguridad Roberto, y alguna tímida escapada de Nano fueron lo poco noticiable en ataque que fabricaron los dos equipos en el primer acto. El conjunto de Martí desenchufó de la creación de juego ofensivo a Caballero. El mediocentro del Córdoba era el primer eslabón para luego unir en ataque al trío Fidel-Florin-Xisco, que estuvieron a raya todo el rato. Pero al tiempo que el Tenerife cerraba filas, tampoco pudo abrir las líneas rivales como le gusta a los de Martí. El Córdoba tejió una red impenetrable en la que una y otra vez caían Nano, Suso y Lozano. Una de las llaves maestras para abrir el partido la debía tener Javi Lara, pero una vez más su presencia es intermitente y sin poder lacerar al oponente. Su innegable calidad se apaga más de la cuenta y el Tenerife pierde la brújula en muchas ocasiones a la hora de generar desequilibrio en ataque. Ayer, ni Lara, ni Suso, ni Lozano fueron capaces de encontrar sociedades para romper la aparente frágil defensa del Córdoba, en la que ni Deivid ni Rodas parecen infranqueables. Pero en el haber de los blanquiazules está su continúo desgaste a la hora de entorpecer el juego del rival. En ese aspecto, el sello que ha implantado Martí sobresale por encima de cualquier otro, con una solidez que solo se ve quebrada en pocas ocasiones, en las que el desacierto de los rivales y una pizca de fortuna hacen el resto para evitar que los partidos caigan del otro lado. Y eso fue lo que pasó en una segunda parte en la que sólo Nano asustó a Razak con un disparo ajustado que sacó el ex del CD Tenerife. Fue en los minutos finales cuando el Córdoba acechó con verdadero peligro la portería de Roberto. En el minuto 84 Carlos Ruiz salvó en la línea de gol un balón que se colaba irremediablemente tras disparo raso y duro de Pedro Ríos. Cuatro minutos después (88''), fue Florin el que pudo marcar, pero su tiro se fue por encima del larguero cuando la grada ya cantaba el gol. Al final un punto que sirve para no perder el tren hacia el "play-off" y que refuerza la imagen de un Tenerife que mantiene intactas sus opciones de seguir en la batalla hacia un premio mejor.