Hasta 127 jugadores de la Eurocopa de Francia tienen doble nacionalidad. O lo que es lo mismo: pudieron elegir otro país para ser internacionales. Y si hay una selección que representa a las mil maravillas esa condición es Suiza. Ricardo Rodríguez (Chile), Moubandje y Embolo (Camerún), Behrami y Shaqiri (Kosovo), Fernandes (Cabo Verde), Zakaria (RD Congo), Xhaka y Tarashaj (Albania), Djourou (Costa de Marfil), Dzemaili y Mehmedi (Macedonia), Seferovic (Bosnia) y Derdiyok (Turquía) son los 14 internacionales helvéticos con antepasados de otros lares.

No es de extrañar que así sea. El nivel de vida en el país es alto y las familias buscan allí un futuro a medida. Por eso, es normal que ante la duda muchos se decanten por la camiseta roja de Suiza. Pero existe un camino inverso, representado por los albaneses (Ajeti, Aliji, Veseli, Xhaka, Abrashi, Basha, Kukeli y Gashi) que no encontraron salida en la absoluta y aceptaron la oferta de Gianni de Biasi. Un camino que también tomó un exjugador del CD Tenerife.

Óliver Neuville, nacido en Locarno (Suiza) en 1973, era hijo de un alemán con antepasados belgas y de una italiana. Pudo escoger, por tanto, entre cuatro selecciones. Con 19 años ya despuntaba en el primer equipo del Servette, uno de los históricos de su país natal, donde llamó la atención del conjunto insular.

Solo permaneció una temporada en la disciplina blanquiazul, la 96-97, en la que jugó 43 partidos entre Liga, Copa y Copa de la UEFA. Marcó cinco goles, pero estuvo a la sombra de jugadores ya contrastados como Felipe, Juanele, Pinilla o Kodro. En el verano de 1997 fue descartado por Víctor Fernández y emprendió su aventura alemana. Con el Hansa Rostock anotó 8 y 14 tantos, despertando el interés del Bayer Leverkusen. Allí llegó a disputar una final de Champions (la novena del Real Madrid) y alcanzó la internacionalidad. Más tarde jugaría en el Borussia Moenchedgladbach y el Arminia Bielefeld.

Fue su éxito en la Bundesliga lo que le llevó a elegir Alemania. Dicen las malas lenguas que, en sus primeras convocatorias, necesitó un intérprete. Aunque parece increíble que así fuera teniendo un padre alemán y siendo este uno de los idiomas oficiales de Suiza. Participó en dos Mundiales (Corea/Japón 2002 y Alemania 2006), pero curiosamente no fue elegido para disputar la Eurocopa de Portugal.

Tuvo que esperar a 2008 para estrenarse en la competición continental más importante. Acudió allí casi a modo de homenaje. Tenía 35 años, pero sus actuaciones en los Mundiales anteriores movieron a Joachim Low, recién llegado al cargo de seleccionador, a incluir a Neuville entre los 23 citados. En el tercer encuentro de la primera fase ante Austria entró por Podolski en el minuto 83. No volvió a participar. La final contra España la vio, como los dos choques anteriores, sentado en el banquillo.