El empate no es el problema. La falta de juego, de estilo y de una identidad concreta, sí. El Tenerife no gana porque no juega. Tiene futbolistas de talento, jugadores desequilibrantes, expectativas para ser un aspirante al "play off", pero no juega. A veces, como ayer, basta con un toque de calidad -el de Cristo González- para abrir el camino, pero no hay una apuesta decidida por eso y tampoco por lo opuesto. El equipo está a medio camino entre jugar o protegerse y al final termina siendo la nada.

La apuesta de ayer fue la de poner dos volantes, Vitolo y Crosas, y dotar el ataque de un enganche más (Aarón Ñíguez), se supone que para dominar el juego, pero no hubo término medio, porque el dibujo (4-2-3-1) acabó siendo un 4-2-4. La distancia entre la salida del balón y el enganche con los atacantes fue zona amarilla. El Cádiz, sabedor de que en su área tenía las de perder ante los buenos puntas locales, metió dos líneas de cuatro muy avanzadas y, con la segunda, partió en dos al Tenerife, le ganó todas las disputas y fue dueño de la primera media hora con un juego muy dinámico y vertical. Pudo adelantarse con un disparo de Ortuño, con una incursión de Brian y con un cabezazo al poste de Rubén Cruz. En ese escenario, Ñíguez no bajaba a enganchar, Crosas estaba perdido y Vitolo no llegaba solo a contener la superioridad numérica rival por dentro. El Tenerife solo encontró una vía para sacarse de encima al rival, cuando Iñaki empezó a subir la banda y logró sacar varios centros gracias a que creó superioridad combinando con Ñíguez y con Amath. Fue un desahogo de unos minutos en los que Lozano se acercó al gol tras un mal despeje de Cifuentes y en un zurdazo que salió cerca de la escuadra, y Suso con un gran cabezazo. El Cádiz había bajado un poco el ritmo y el partido se igualó. En eso surgió la jugada de la expulsión de Ortuño, que hizo una entrada fuera de contexto, y con ello se abrió la expectativa de un partido nuevo. Era la hora de Martí.

El técnico decidió empezar por el final. En lugar de darle fútbol al equipo en tres cuartos de campo (con Cristo), como fórmula para juntarse y dominar el partido ante el presumible repliegue visitante, lo que eligió el entrenador fue poner un segundo ariete, quitar a Crosas y retrasar a Ñíguez a la zona de organizador. El Cádiz redujo su problema a la única elección que tenía: rellenó el espacio defensivo y dejó solo a Rubén Cruz por delante de dos líneas de cuatro muy juntas. La segunda parte del trabajo cadista fue admirable y consistió en hacer largas las posesiones provocando faltas para llevar el partido de vez en cuando al otro campo. En esa tarea Álvaro hizo un partido soberbio. En realidad, aún con diez hombres, el equipo visitante nunca dio la sensación de estar por debajo ni de rendirse. La imagen era la de un bloque muy vivo, aunque replegado, lógicamente. El Tenerife careció de calidad para ser profundo, para batir una de esas dos líneas, para generar ventajas a sus dos arietes y se perdió en el juego también, porque Aarón se vació... El equipo estuvo 35 minutos en superioridad sin tirar a portería, hasta que entró Cristo, (antes había puesto Martí a Omar en la derecha como lateral). El chico abrió el partido, en la primera pelota que tocaba puso el balón en la cabeza de Jouini, que remató a placer a la red (78'').

El Tenerife ya tenía la ventaja (1-0), pero aún debía cerrar el partido con un cuadro complicado sobre el campo: con Omar de lateral, Camille de central, Ñíguez fundido, Vitolo con una herida que le obligó a salir del campo varias veces... Cervera reaccionó, puso dinamismo en el campo con Santamaría arriba y, sobre todo, con Aitor. El Cádiz se reactivó de una manera espectacular, sacó dos o tres conducciones de un nivel de confianza individual increíble, y empezó a rondar el empate. Primero en un barullo tras una mala salida de Dani, que tuvo una noche extrañamente insegura, y luego en un rechace de un córner, hasta que lo consiguió tras un centro de Brian desde la izquierda en el que el portero falló y generó un rechace que Santamaría remató con el pecho casi sin querer y acabó remachando. Tan pronunciado fue el cambio que dio el partido, que hasta hay que dar por bueno el empate, porque Camille salvó el 1-2 tirándose a tapar un remate a quemarropa en el área, en el largo tiempo de prolongación.

El Cádiz se lo mereció. Tiene menos, pero sabe a lo que juega. El Tenerife busca y no encuentra.

1-1

tenerife- cádiz

CD Tenerife: Dani Hernández, Camille, Germán, Carlos Ruiz, Iñaki; Vitolo, Crosas; Suso, Aarón Ñíguez, Choco Lozano y Amath. En el descanso, Jouini entró en lugar de Crosas; en el minuto 62, Omar sustituyó a Carlos Ruiz, y en el 69'', Cristo González sustituyó a Amath.

Cádiz: Cifuentes (1); Carpio (1), Aridane (2), Sankaré (2), Brian Oliván (1); José Mari (2), Abdullah (1); Carlos Calvo (2), Álvaro García (2); Rubén Cruz (1) y Ortuño (1). En el minuto 59, Nico Hidalgo (2) entró por Carlos Calvo; en el 74'' Santamaría (1), por Rubén Cruz, y en el 86'', Aitor (1), por Carpio.

Árbitro: Valentín Pizarro Gómez (Comité Madrileño). No fue un mal arbitraje, salvo por el penalti que no pitó a favor del Tenerife (52'') por una mano de Aridane en el área, que él no vio o no consideró deliberada. Expulsó al visitante Ortuño (41'') por una dura entrada a Carlos Ruiz, que era de juego brusco grave, interpretable. Descontó 9 minutos (3+6) por acciones accidentadas del juego. Además, mostró amarilla a Aarón Ñíguez (58''), y a José Mari (20''), Brian Oliván (82'') y Aridane (83''), que bordeó la segunda.

Goles: 1-0, m. 78: Centro de Cristo a la cabeza de Jouini, que remata a la red; 1-1, m. 91: Santamaría, a placer en boca de gol tras un error de Dani, que provocó un rechace en el pecho del propio delantero.

Incidencias: Partido de la segunda jornada de la Liga 1 2 3, disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López encuentro disputado en Heliodoro Rodríguez López, ante 8.425 espectadores. El Tenerife lució su indumentaria habitual y el Cádiz completamente de verde con ribetes amarillos. Álvaro Cervera fue recibido con división de opiniones. El juego se detuvo varias veces para atender a Carlos Ruiz y luego a Vitolo y a Hidalgo, todos por choques de cabeza.