Dos décadas. Mucho tiempo. Quizás demasiado. Pero aquel 22 de abril de 1997 se jugó, probablemente, el partido más importante en la historia del CD Tenerife. Fue en el Parkstadion de Gelsenkirchen, una localidad más de 260.000 habitantes, en la que juega el Schalke 04. La exigua ventaja blanquiazul resultó insuficiente aquella noche y puso fin a la segunda experiencia europea de un club con apenas una decena de presencias en Primera División, pero presidido por un soñador llamado Javier Pérez, que quería retar a los grandes.

Fueron diez partidos, cuatro más que en la participación anterior (93/94) y con circunstancias aún más llamativas. El estreno se produjo el 10 de septiembre de 1996 en el Heliodoro. El Maccabi Tel-Aviv no debía suponer un gran escollo, pero el resultado sembró de inquietud a la afición insular. Los israelíes jugaron casi media hora con un futbolista menos y lograron el 3-2 definitivo por mediación de Avi Nimni a dos minutos del final. Puede que ese gol tuviera que ver en su fichaje por el Atlético de Madrid la temporada siguiente. En la vuelta, un gol de Vivar Dorado fue suficiente (1-1) para dejar en la cuneta al equipo de Avraham Grant (entrenador del Chelsea en la temporada 07/08).

Llegó entonces un hueso duro de roer: la SS Lazio. Un equipo italiano, la "Juve", había puesto punto y final a la anterior presencia tinerfeña en la Copa de la UEFA. Eran los años de esplendor del "calcio" y daba miedo. En la ida pitó el húngaro Sandor Puhl, árbitro del Tenerife-Juventus y del codazo a Luis Enrique en el Italia-España de USA''94. Pavel Nedved, extraordinario futbolista checo, golpeó primero (1-0). Había que remontar en el Heliodoro, pero un derechazo esquinado de Nedved sorprendió a Ojeda de nuevo y puso cuesta arriba el partido. Un gol de Nesta en propia puerta y otro de Kodro, en posición dudosa, pusieron en ventaja a los de Heynckes. Fuser alejó el pase a dos goles, Juanele recortó y Casiraghi volvió a poner distancia. Pero entonces marcaron Jokanovic y, de nuevo, el "Pichón de Roces" para enloquecer a una Isla. La celebración del 5-3 final es una de imagen imborrable para el tinerfeñismo.

Sintiéndose capaces de todo, los blanquiazules recibieron con una sonrisa en la boca a su siguiente rival: el Feyenoord. En sus filas, el exbarcelonista Koeman y los futuros barcelonistas Van Bronckhorst y Larsson. El 0-0 en la ida dejaba la resolución para Rotterdam, donde el Tenerife ofreció una exhibición de fútbol. Llegó a ponerse 0-4 con goles de Felipe, Juanele (2) y Pablo Paz, aunque los holandeses adecentaron el resultado final. Para los medios nacionales ya no era una sorpresa. El conjunto insular iba en serio.

Curiosamente, la eliminatoria más sencilla de superar iba a convertirse en la más dramática. El bombo europeo cruzaría a los tinerfeñistas con el Brondby danés en los cuartos de final. Vilfort, héroe en la Eurocopa ganada por Dinamarca cinco años antes, era el capitán de aquel modesto equipo. Con el cartel de favorito colgado, el Tenerife se durmió en casa. Ebbe Sand, que curiosamente jugaría luego siete temporadas en el Schalke 04, puso en ventaja a los amarillos. Tocaba remontar de nuevo. Esta vez, en el Parken de Copenhague, estadio durante aquella edición de la UEFA del cuadro que entrenaba Ebbe Skovdhal. A los 19 minutos, Pinilla igualó la eliminatoria. Faltaba un gol, pero iba a hacerse esperar. Llegó 100 minutos más tarde, en la prórroga, y cuando la mayoría tenía su cabeza en la tanda de penaltis. Antonio Mata, con una falta inolvidable, convirtió el 0-2 y clasificó al Tenerife para las semifinales.

El Schalke 04 alemán sería el último muro a derribar antes de la final. En la ida todo se torció. Felipe, de penalti, puso por delante a los blanquiazules. Pero el Heliodoro asistió luego a la amarilla que impedía jugar la vuelta a Juanele, estrella del momento. Minutos antes, dos expulsiones: Vivar Dorado y Marcelo Ojeda. El Tenerife aguantó, con nueve, el 1-0 para viajar a Alemania con cierta ventaja. Pero muy mermado. Sven Andersson no tuvo su día en tierras de la Renania del Norte. Pese a sus 191 centímetros de estatura, encajó los dos goles de cabeza. El central Linke marcó en el 68 y condujo el partido a la prórroga. Ahí se hizo añicos el sueño canario. Un belga, Marc Wilmots, anotó el fatídico 2-0 en el minuto 3 de la segunda parte del tiempo extra. Quedaba margen, pero no fuerzas. Ese 22 de abril, justo dos años después de que Javier Pérez, Adelardo de la Calle y Santiago Llorente cerraran en Madrid el fichaje de Jupp Heynckes, acabó el sueño europeo del Tenerife.