Lucas Aveldaño analiza las claves del crecimiento del Tenerife en la competición a partir del relevo en el banquillo. El defensa argentino llega a la conclusión de que la inmediata entrada del equipo en una dinámica positiva fue suficiente para situarlo en un plano acorde con su verdadero potencial.

¿Imaginaba estar como ahora cuando llegó Joseba Etxeberria?

Apenas vino y logramos una victoria importante. Eso nos enchufó más todavía a su nueva idea. Por suerte, agarramos una dinámica buena y eso nos sigue manteniendo a pleno. Venimos de lograr un triunfo fundamental de visitantes y buscaremos otra vez los tres puntos para seguir enchufados.

Pero habrá otras claves.

Los argumentos son el cambio de míster y esa primera victoria. El fútbol es un 80 por ciento psicológico. Cuando entras en una dinámica ganadora, las cosas te salen. Por mi experiencia, tengo claro que si agarras una dinámica de este tipo, la semana es más tranquila, se entrena diferente... Y el míster ayuda mucho para que todo esto siga a la par de los resultados.

Llegó a compararlo con Simeone, con el que coincidió en Racing.

Sí, porque no deja que te relajes. Y eso está bien, porque lo vives con intensidad, tengas o no temperamento. Estás con la vista puesta en el balón y ahí está el míster alentándote, gritando, corrigiéndote. Contagia y nos mantiene a todos en la misma dinámica.

¿Detrás de un cambio de dinámica hay algo más?

Para mí no. Te soy sincero. Me ha pasado estar con entrenadores con los que nos sentíamos muy bien, pero luego no nos salían las cosas en los partidos. Recuerdo el caso de Claudio Vivas. Lo tuve en Racing. Era increíble en el día a día, pero nunca tuvo la suerte de dar un salto de calidad para ser un gran entrenador. Se tuvo que ir porque los resultados no se daban. Y no le encontramos nunca una explicación. Todos estábamos bien con él, y eso no es fácil. El fútbol depende de tener buenos jugadores, pero la cabeza lo es todo. Cuando pierdo, me paso dos días en casa encerrado. Si me dan un balón, en esos días no puedo hacer nada. Luego entrenas, pero no lo haces igual que si estuvieras en una dinámica ganadora. Cuando tienes confianza, todo lo que te dicen te lo tomas a bien.

Etxeberria controla incluso la alimentación. ¿Es para tanto?

Cuando uno llega a ser profesional, sabe que se tiene que cuidar. Eso está en cada uno. Nosotros desayunamos juntos, pero luego el míster no está en casa controlándome. Uno ya sabe que tiene que comer carbohidratos, proteínas, vitaminas... La alimentación es parte de nuestro trabajo, pero ayuda que nos lo estén recordando.

¿Qué destacaría de los cambios visibles en el campo?

Para apretar más en lo defensivo, tienes que contagiar a los delanteros, a los que les gusta tener más la pelota, porque si ellos no defienden, los perjudicados son los defensas por quedar expuestos. Se trata de ir ajustándolo todo, pero nos está saliendo bien, aunque hay minutos en los que nos cuesta. Los rivales también juegan, te analizan y quieren ganarte.

¿Se sienten más protegidos?

Antes tampoco nos llegaban tanto, pero teníamos la mala suerte de que nos marcaban. Y para que anotáramos nosotros, el rival se tenía que equivocar diez veces. Es más, desde que llegó el míster, nos llegan dos o tres veces más, pero resolvemos las cosas de otra forma. Dejar la malla invicta es importante, porque tenemos potencial y sabemos que en cualquier momento podemos hacer gol.

De ese potencial se vuelve a caer Villar. ¿Les preocupa esta baja?

Extrañaremos a Juan, más que nada por el momento que estaba pasando. Se estaba sintiendo cómodo en la posición en el que lo estaba colocando el míster. Tiene mucho aporte ofensivo, pero no nos podemos parar. El plantel está armado para cubrir estas bajas.

Llegaron a estar a un punto del decimonoveno hace cinco jornadas. ¿Percibió el peligro?

Sí, me preocupé. No podíamos quedarnos al margen de esa realidad. Era cuestión de sumar para apartarnos del pelotón de abajo. Es feo convivir con eso. Por suerte, nos hemos despegado y estamos apuntando a ir semana a semana. Uno pensaba antes a largo plazo, pero eso es un error. Perdíamos y creíamos que íbamos a salir porque tenemos un buen equipo, pero nada te garantiza un resultado por muy buenos jugadores que tengas. Esa fue otra clave, la de proponernos ganar el partido más cercano, sumar tres puntos y alejarnos de abajo. Ahora estamos más cerca del "playoff" que del descenso, pero tampoco estamos pensando en el "playoff". Estamos a seis puntos, pero somos un montón de equipos. Hay que ir sumando cada semana y luego, cuando quede un mes o un mes y medio, ver si estamos todavía con opciones de pelear por algo. No es bueno estar en la zona media. Es mejor luchar por un objetivo, y si es por el ascenso, mucho mejor.

¿Ir de menos a más, como el Tenerife, tiene alguna ventaja?

La Segunda División es muy larga y te puede pasar que hagas una primera vuelta muy buena y que luego te caigas. Antes hablábamos del ascenso directo y luego del "playoff", y no nos fue bien. Cuando las cosas no te van bien de una forma, tienes que tratar de cambiar algo. Los cambios siempre vienen bien. Lo nuevo para nosotros es apuntar a cada fin de semana.

¿Qué percibe en la calle?

Está bien que la gente se contagie, porque luego te lo transmite en la cancha. En casa sentimos mucho el apoyo de la grada. Y cuando las cosas van mal, uno también entiende los reproches. Nosotros somos los que debemos tener los pies sobre la tierra.

La otra lectura es que la distancia con el sexto clasificado ha pasado de once a seis puntos.

Todo puede cambiar mucho en un mes. Si no hubiéramos sacado diez puntos de doce, ahora estaríamos hablando de otra realidad. Me parece que vamos bien, pero con tranquilidad. Sabemos que le podemos dar pelea a cualquiera. Por ejemplo, el partido con el Oviedo será clave si queremos ir a por más. Pero si estuviéramos lejos o en la zona de descenso, también saldríamos al campo a por el triunfo. El error está en decir: vamos ganar este partido para...

Le pregunto por su trayectoria. Lleva quince partidos seguidos jugando como titular. Supongo que es lo que esperaba, a pesar de su peculiar llegada al Tenerife.

Fue bastante difícil. La gente no se enteró mucho. Estamos hablando de que pensé en dejar el fútbol, porque me detectaron algo inusual en el corazón. Me hicieron un montón de pruebas. Y no era una rodilla, era el corazón. Estuve una semana encerrado en el hotel, sin salir a la calle, porque no sabía ni lo que tenía. Por suerte, todo eso pasó. Es algo que no quiero ni recordar. Al principio te juro que ni me molestaba ser suplente. Disfrutaba de cualquier cosa después de lo que había pasado. Pero uno siempre quiere jugar. Y si no es así, intento apoyar. Aunque no esté contento, trato de no demostrarlo. Sé que es muy difícil no jugar y estar bien en los entrenamientos. Pero me focalizo en que es un juego grupal y que hay que aportar donde me toque. Luego, en mi casa sí estaba enojado. Por suerte, me fue tocando jugar y estoy teniendo regularidad. Solo me faltaría que el equipo estuviera en mejores posiciones, más que nada por lo que se generó en el inicio con el ascenso y demás.

Ahí se mantiene, con cuatro tarjetas amarillas, un cambio de entrenador, aquella lesión en el hombro por la que se calculó que iba a estar de baja tres semanas...

Y todavía me duele.

¿Todavía? Fue el 13 de enero.

Tengo mis días. Ya me hice amigo del dolor. Era verdad que debí parar dos o tres semanas, pero soy medio cabeza dura. Al doctor no le gustó mucho, pero me había ganado el puesto y no quise dar esa ventaja. Me duele, pero puedo jugar y voy aguantando. Cuando llegue julio, podré recuperarme.