El Iberostar Tenerife ganó ayer al Montakit Fuenlabrada. Sumó su decimoquinta victoria de la temporada y se mantiene en ese grupo que lucha por entrar en el "playoff" por el título. Ese era el primer objetivo, pero no consiguió ganarle a su rival el "basketaverage" que esperemos que al final de la fase regular no sea importante.

El conjunto tinerfeño dominó tres cuartos del encuentro, pero en el último cedió ante el equipo madrileño, que a punto estuvo de darle la vuelta al partido y dejarlo casi fuera de las eliminatorias finales.

Los tinerfeños llegaron a ir ganando por veinte puntos (61-41) en el minuto 28 de partido, pero volvieron a desconectarse del choque y permitieron al rival ponerse a tres (76-73) a falta de un minuto. Un sufrimiento innecesario cuando tenía el control del juego, tanto en ataque como en defensa.

Y es que el Iberostar Tenerife supo dar en donde más dolía al Fuenlabrada. Las órdenes eran claras: jugar con los pívots e insistir en ese aspecto. Allí Fran Vázquez trazó su línea de ataque y aprovechó los balones que le daban. Juntó a él, el acierto de Josh Akognon desde fuera y la intensa defensa que mantenían que impedía que el Fuenlabrada pudiera jugar cómodo.

El segundo cuarto se inició con un fenomenal tapón de "Petit" y una posterior canasta de Beirán. El pívot senegalés del equipo insular fue pieza clave en el inicio de este segundo cuarto al conseguir "cambiar" los lanzamientos del rival y obligar al Fuenlabrada a tirar desde fuera.

Las ventajas empezaban a ser importantes. El cuadro insular mantenía su control en defensa y en ataque insistía en el juego interior. eso lo llevó a poner una diferencia de 15 puntos (31-16).

El Iberostar Tenerife había encontrado el camino para dominar el choque ante un rival que le costaba mucho defender y que notó, en exceso, la ausencia de jugadores interiores como Sekulic, lesionado.

El encuentro tenía una sola dirección. El equipo de Fotis Katsikaris, sin hacer un gran juego, dominaba y aumentaba las diferencias en el marcador que era lo importante hasta llegar al descanso con un claro 44-31.

El técnico griego no quería otro susto como ante el Delteco GBC e insistió a su grupo en que siguieran el camino marcado en el tercer cuarto.

Dicho y hecho, y el final el sistema era para los pívots, en principio, o para alguna entrada a canasta con opciones de algún que otro lanzamiento anotado.

A falta de dos minutos para el final, el Iberostar Tenerife había llegado a los 20 puntos (61-41), un marcador que dejaba la victoria y el "average" a favor de los aurinegros, aunque con diez minutos por jugarse, pero daba la sensación que de que el rival tampoco ponía muchas alternativas para dar un giro al choque.

Pues el Iberostar Tenerife se lo puso en bandeja. Popovic y Smits anotaron dos triples nada más empezar el último cuarto y el electrónico, que al termino del tercer cuarto era de 65-48, pasó a un 65-54, igualando así el "average" particular. Ese marcador provocó en el cuadro insular un cambio de actitud. Se olvidaron de los pívots e intentaban recuperar esos veinte puntos a base de lanzamientos exteriores.

Mal momento para cambiar. El Fuenlabrada, liderados por un buen Eyenga poco a poco fue recortando las diferencias (70-63). Tiempo muerto de Katsikaris para recomponer a su equipo y, aunque hubo una pequeña reacción, el Fuenlabrada se creció y O''Leary puso un preocupante 74-71 a tres minutos para el final.

Estos últimos tres minutos fueron un infierno. Muchos errores por parte de ambos equipos, pero el Iberostar Tenerife supo volver a su juego inicial y dos canastas de Tobey pusieron algo de tranquilidad y, aunque Popovic anotó un preocupante 76-73, el juego interior insular volvió a tener su protagonismo al final.

Se ganó, que era lo importante, pero no se consiguió el "average", pese a que estuvo cerca, y esa victoria mantiene a los de Katsikaris como candidato a terminar entre los ocho primeros de la fase regular.

Por cierto, ¿fue tan grave lo que ha pasado con Davin White para dejarlo, un partido si y otro también sin posibilidad de jugar? Da la impresión de que el técnico perdió toda la confianza en el escolta.