El Mensajero se adjudicó claramente una final que el Icodense no supo perder

El CD Mensajero se adjudicó su quinta Copa Heliodoro Rodríguez López de una manera clara, sin apuros, ante una UD Icodense que, tras verse fuera del título, optó por lo peor que se puede ver en un campo de fútbol, la bronca y la greña, en un final que se repetía de hace treinta y cinco años, en la que igualmente vencían los palmeros a los tinerfeños.

Mensajero e Icodense se presentaban en el Rodríguez López con la intención de llevar a sus vitrinas el título de la copa provincia, un conjunto del Silvestre Carrillo que jugaba su cuarta final en los últimos seis años, mientras que el Icodense lo hacía, ante el mismo rival, treinta y cinco años más tarde, por lo que alicientes no faltaron, como así se vio en la gran entrada de público.

El Mensajero fue mejor en la primera mitad, en la que controló el juego, y puso los goles, con un Vianney sobresaliente en el manejo del esférico y en la definición, pues de sus botas llegaba el primer tanto, tras una internada en la que engaña a sus defensores con un quiebro y manda a la red casi sin ángulo.

El conjunto del norte de Tenerife se vino arriba, y estuvieron a punto de igualar, primero en un disparo a bocajarro de Joel que rechazó Kilian, el balón llegó a pies de José María, pero el meta palmero, desde el suelo, mandó a córner, que tras la ejecución, dejó un disparo de Samuel que sacaba Camacho bajo palos.

Los subcampeones de la tercera canaria no querían sorpresas, y en el minuto 33 Yeray sacó una falta que rechazó a la banda, recoge Vianney, y con un centro medido deja el balón en los pies de Yeray, que de magnífica volea subió el segundo tanto al marcador, para irse al descanso, con tranquilidad y solvencia.

La segunda parte iba por cauces normales hasta que los de David Alonso decidieron apostar por su característico juego en los últimos cuatro años, el boxeo, táctica empleada cuando las cosas no salen, el contrario es mejor, y se quiere buscar un culpable en el otro lado. Diez minutos de juego detenido, y dos expulsados por bando. Total, bochorno para una final clara del Mensajero.

Cuando los nervios se calmaron y las aguas llegaron a su cauce, se impuso la línea que traía el partido, y el equipo que jugó al fútbol, y puso los goles, se llevó la Copa. Yeray, en el minuto 77 en un contragolpe cerraba la final, con un disparo a media altura, y en los minutos finales, ponía su hat trick personal, con otra contra, que finaliza con un disparo raso.

Ficha técnica: