El 2 de diciembre de 2010 se eligieron las sedes de los Mundiales de 2018 y 2022. El Comité Ejecutivo de la FIFA escogió a Rusia y Catar después de una votación que puso al descubierto un sistema repleto de intereses y expuesto a corruptelas. El organismo que rige el destino del fútbol mundial encargó un informe independiente y acudió a la justicia suiza, abriendo un melón que desembocó en la caída de Joseph Blatter.

Apenas seis meses después de la elección, el entonces presidente de la FA David Triesman denunció que varios directivos se habían ofrecido a votar a Inglaterra a cambio de un soborno. La FIFA suspendió a uno de los vicepresidentes, Jack Warner, que respondió haciendo público un correo del secretario general Jerome Valcke, en el que sugería la compra de la organización del Mundial de 2022 por parte de Catar. Diversos medios, entre ellos la prestigiosa France Football, comienzan a publicar informaciones al respecto.

Michael J. García llega al Comité Ético de la FIFA para investigar el asunto, pero se encuentran con diversas trabas. Entre ellas, se le prohíbe entrar en Rusia. Su informe no se hace público, pero la FIFA pide que se investiguen las transferencias bancarias de activos con conexiones en Suiza. La justicia ya ha encontrado más de 120 transacciones sospechosas. Blatter, que quería a Rusia y Estados Unidos como organizadores, vio frustrado su deseo por un voto. Fue Francia el país que, a instancias de su presidente Nicolas Sarkozy, eligió a Catar.

En mayo de 2015, una redada en Zurich acaba con la detención de Blatter. Pero ni el escándalo acabó con la modificación de las sedes. Gianni Infantino, actual mandamás del fútbol mundial, no terminó de conectar con Vladimir Putin el día del sorteo. Se les vio tensos, incómodos. Pero no solo por la corrupción a la hora de que Rusia fuera designada sede. También por lo que supone.

La superpotencia ha convertido esta Copa del Mundo en la de la hiperseguridad. Cada hincha que viaje estará identificado mediante una Fan ID, que aporta facilidades para el desplazamiento? y para un control absoluto de las actividades del viajero. En total, ha invertido 14.000 millones de dólares (cerca del 1% del PIB) en los preparativos de la cita y contará con 40.000 trabajadores de seguridad en los partidos. En un momento dulce para Putin, recientemente reelegido por seis años, el presidente quiere deslumbrar al mundo con el mejor Mundial de la historia.