Francia ya sabe lo que supone la aplicación del VAR. Decidir qué pitar en una acción valiéndose del vídeo se ha instalado rápidamente en la mentalidad de las selecciones participantes en Rusia 2018. Pero hace ya 36 años que los galos vivieron su primer "rearbitraje". Sucedió en el José Zorrilla de Valladolid. Kuwait, más conocido como país por la Primera Guerra del Golfo que por su tradición futbolística, disputó un Mundial. Fue el de España en 1982. Y en su tercer partido, contra el combinado francés, perdía 3-1 a menos de diez minutos para el final. Valían los goles de Genghini, Platini y Six. Por los del Golfo Pérsico había anotado Al Bouloushi.

De repente, en la calurosa tarde pucelana suena un silbato. Alain Ghiresse sigue adentrándose entre las líneas kuwaitíes, cuyos defensas se quedan inexplicablemente parados, y dispara a la red. Gol. El 4-1 sube al marcador tanto en el campo como en la televisión. Los futbolistas kuwaitíes protestan y alguien en la grada, que sobresale sobre el resto, llama la atención al público. Vestido con kandora y kuffiya, Fahd Al-Ahmad Al-Sabah hace señas a sus jugadores para que abandonen el terreno de juego. El seleccionador, Carlos Alberto Parreira, gesticula sin entender muy bien las indicaciones.

Mientras la afición jalea al jeque, que era hermano del Emir de Kuwait y presidente de la Federación de Fútbol, este toma la decisión de intervenir bajando al terreno de juego. El colegiado, el soviético Miroslav Stupar, no ordena reiniciar el juego. Sorprendentemente, la policía nacional abre paso a Al-Sabah y este llega al césped para dirigirse al árbitro. La decisión está tomada: o se anula el gol o la selección kuwaití se retira del partido. Los franceses se acercan, entre alucinados y preocupados, y el seleccionador galo Michel Hidalgo empieza a protestar y es expulsado.

"Lo dejaron pasar, no sé si porque estaba vestido como jeque o qué, pero lo dejaron pasar. Y todo porque habían escuchado un silbato que sonó desde las tribunas. Pero nosotros, en el campo, no habíamos escuchado nada", relató años después el autor del gol anulado Giresse a Canal Plus. Pero lo peor estaba por llegar: Stupar, ante la estupefacción francesa, decide anular el gol. En ese momento, la selección afectada se pone en lo peor: "Ahora el Emir anulará este gol y hará lo mismo con los otros, para que Kuwait gane 1-0".

El asunto no llegó tan lejos. De hecho, los galos marcaron un cuarto tanto (Bossis) y el partido acabó como antes de que se anulara el "polémico" gol de Ghiresse: 4-1. La FIFA se vio obligada a tomar cartas en el asunto y sancionó con 10.000 dólares, una cantidad simbólica en este caso, a Al-Sabah. El peor parado fue Stupar, al que se le retiraron sus credenciales como árbitro internacional y no volvió a pitar un partido.

Kuwait, que le dio colorido al Mundial llevando a España a una parte importante de la familia de los jeques y a un camello como mascota y acompañante (pagó su estancia en un zoo), se despidió de la cita con más pena que gloria. Francia llegó hasta semifinales, donde cayó contra el espíritu de resistencia alemán. Ocho años después, el señor de la túnica y el turbante que anuló un gol en una Copa del Mundo fallecía en el asalto iraquí al palacio de Dasman un 2 de agosto de 1990. Su cadáver, como castigo ejemplificante, fue expuesto durante días sobre un tanque de los invasores.