Félix, Marco Antonio, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Rivelino, Pelé y Tostao. El once del campeón del mundo de 1970 lo puede recitar cualquier brasileño aficionado al fútbol de memoria. El que, hasta 2010, era considerado sin ningún género de dudas la mejor selección de la historia tiene tras de sí una historia curiosa. Si rivaliza con la España del Mundial de Sudáfrica, campeona de dos Eurocopas antes y después de esa cita, por la belleza de su fútbol, también lo hace con la actual por la destitución de su técnico antes de acudir a aquella cita. Si Luis Rubiales destituyó a Julen Lopetegui días antes de Rusia 2018, Brasil prescindió de Joao Saldanha justo antes de México 1970.

Saldanha (1917-1990), apodado Juan Sin Miedo, había sido nombrado entrenador del equipo nacional carioca para la fase de clasificación de la Copa del Mundo en febrero de 1969. Periodista de profesión y después de doce años sin entrenar a un equipo, aceptó el encargo pese a que no simpatizaba con la dictadura que entonces dominaba el país. Saldanha no ocultaba su militancia comunista y aún hoy resulta un misterio saber cómo pudo el presidente de la Confederación Brasileña, por entonces Joao Havelange, convencer al dictador Emilio Médici de su fichaje.

El caso es que se hizo cargo de aquella mágica selección y cumplió su cometido: seis partidos, seis victorias, con 23 goles a favor y solo 2 en contra. Después de certificar su billete mundialista, una gira europea. En ella, el seleccionador denunció la represión de la dictadura en los medios del Viejo Continente. Por si fuera poco, Médici quería en la selección a Darío, delantero del Atlético Mineiro. "Yo no elijo al gabinete del presidente y él no elige mi equipo", respondió el seleccionador. Aquello aceleró un proceso que se había iniciado con las críticas de la prensa y de entrenadores como Dorivel Yustrich o por sus desavenencias con Pelé (al que pretendía reservar en algunos amistosos).

Su origen e ideología lo marcaron. Su padre, Gaspar Saldanha, había sido un líder local del Partido Libertador y Joao asumió ese activismo. Abrazó las doctrinas leninistas y marxistas, se unió al Partido Comunista, participó en huelgas, llegó a ser arrestado y hasta recibió un balazo en 1949. Con este historial, la dictadura no podía permitir que el éxito de la selección brasileña lo liderara un comunista.

Mario Lobo Zagallo, el hombre que tomó su relevo, lo tiene claro: "La selección brasileña de 1970 es inolvidable". Ganó aquel Mundial como técnico después de haberlo hecho como jugador en 1958 y 1962, pero el mérito no fue solo suyo. Saldanha, que luego volvió a su labor como periodista y murió cubriendo la información de Italia 1990, estaba en el origen del mito.