Suecia ha dejado por el camino a Holanda (fase de clasificación), Italia (repesca) y Alemania (fase de grupos) y sueña hoy con pasar a cuartos de final en Rusia 2018. Es su primer Mundial desde 2006, puesto que no logró clasificarse para los dos anteriores. Pero sí es una selección clásica en estas citas, en las que ha llegado a clasificarse para una final (1958) o una semifinal (1994). Y como todo combinado nacional con cierta trayectoria en la Copa del Mundo, también tiene su anécdota.

En el lejano 1938, el equipo sueco se encontró en cuartos de final con Cuba y la goleó casi sin esfuerzo. La selección caribeña había llegado al Mundial de Francia de rebote. La renuncia de Argentina y el boicot que promovió entre las selecciones americanas al romper la FIFA la alternancia de continentes acordada para fijar la sede en 1930 provocó que los cubanos asistieran como invitados.

En su primer partido se cruzaron con Rumanía. Nada se esperaba de la considerada "cenicienta" de la Copa del Mundo junto a las Indias Holandesas, pero aquella tarde en Toulouse emergió la figura de un portero que, aun encajando tres goles, evitó la derrota de su selección con grandes paradas. Benito Carvajales Pérez, nacido un 25 de julio de 1913, se convirtió en el gran héroe ante la incredulidad rumana. Sus intervenciones resultaron milagrosas.

Las crónicas de la época ensalzaron su figura hasta tal punto que una emisora de radio cubana le ofreció comentar el partido de desempate y él aceptó. "Señores, no jugaré el partido, pero ganaremos el replay, está claro. El juego de los rumanos ya no tiene secretos para nosotros. Yo digo que vamos a marcar dos goles y ellos solo marcarán una vez. Adiós, caballeros", les dijo a sus compañeros.

Cuatro días más tarde, así fue. Cuba ganaba a los rumanos por dos a uno y Carvajales lo vivía en la zona de prensa del Stade Chapou, comentando cada jugada como un analista profesional. Juan Ayra fue el encargado de ocupar la portería del combinado dirigido por José Tapia, al que tampoco pareció sorprenderle en exceso la situación. Dobay adelantó a los europeos, pero Héctor Socorro y Tomás Fernández le dieron la vuelta.

El comentarista Carvajales volvió al redil tres días más tarde para disputar el encuentro de cuartos contra Suecia, que llegaba descansada porque ni siquiera había disputado la ronda de octavos al no presentarse Austria (anexionada meses atrás a Alemania por Adolf Hitler y a la que no sustituyó ninguna otra selección). En el lodazal de Antibes, los escandinavos dieron un recital ante los cansados cubanos. Harry Andersson, que recibiría el apodo de "Cuba" durante toda su carrera por su extraordinaria actuación en aquel encuentro, Wetterström (3), Keller (3) y Nyberg perforarían hasta en ocho ocasiones la portería de Carvajales.

Aquella fue la mayor goleada de Suecia en un Mundial y se dio en la única participación de Cuba en una gran competición. Carvajales, que totalizó 56 encuentros como internacional, no comentó otro partido de Francia 1938. Pero al menos, en apenas una semana, cumplió sus dos sueños: ser portero de su selección en una Copa del Mundo y ejercer como comentarista radiofónico.