Dicen que el "tiki-taka" se consagró el 27 de junio de 2008 en las semifinales de la Eurocopa entre España y Rusia. La Roja rozó la perfección. En la portería rival estaba Ígor Akinféev. Diez años después, el guardameta ruso puso la puntilla a ese estilo de juego.

"¡No pasarán!", tituló el diario "Sovetski Sport". Y el portero ruso no dejó pasar ante España más que un gol en propia puerta de su compañero Ignashévich.

El nieto de Lev Yashin, Vasili Frólov, comentó a que "Ígor siempre fue un chico tranquilo. Al contrario que otros niños, él despejaba el balón lejos de la portería. Los técnicos vieron eso y le auguraron un gran futuro", señaló.

Todos los seleccionadores lo consideraron el número uno. Desde los rusos Slutski o Cherchésov a Advocaat y Hiddink, y a Capello.

En su momento, Alex Ferguson, el mítico técnico del Manchester United, preguntó por él, pero el ruso prefirió seguir en el club del Ejército ruso, con el que consiguió seis ligas y la Copa de la UEFA en 2005. No es un especialista en detener lanzamientos desde los once metros. "Akinféev es un buen portero. Lleva muchos años en la elite. Simplemente que se pone un poco nervioso en los torneos con la selección. Con el CSKA se siente mejor. Los porteros no s0lo son atletas, deben ser muy fuertes mentalmente", señaló a Dasáev en vísperas del Mundial.

Tenía motivos para tenerle ganas a España. Akinféev recibió cuatro goles en el debut de ambos equipos en la Eurocopa de 2008. Aquel partido, en el que estuvo ausente Arshavin por tarjetas, fue un duro revés para la Rusia de Guus Hiddink. Rusia se recuperó. Desde entonces, derrotaría a todos los rivales que le salieron al paso, incluido en cuartos a Holanda, contra la que Arshavin hizo un partido más propio del mismísimo Maradona.

Pero en las semifinales se encontró con una inspiradísima España. La primera parte acabó con empate sin goles, pero en la segunda la apisonadora roja comandada por Xavi aplastó a los eslavos. Akinféev encajaría tres goles en 45 minutos.

El portero ruso, de 32 años, no pudo hacer nada ante los toques sutiles de Iniesta, Silva y Güiza.

Como reconoció Iganshévich, su generación no olvidó esa derrota, Akinféev puso mucho de su parte para curar esa herida que le perseguía desde hacía una década y de paso puso el último clavo en la tumba de un estilo: el "tiki-taka".