Alberto Armas es un mánager hecho a sí mismo. El herreño hizo carrera en el atletismo, pero sus mayores cotas de éxito han llegado en la representación de atletas de élite. Bruno Hortelano o el palmero Samuel García son algunos de sus afamados clientes. Alka Sport, su agencia, da cabida en la actualidad a 54 atletas de más de 20 países diferentes. Armas, nacido en La Frontera en 1978, visitó EL DÍA con el objeto de echar una mirada al pasado y vaticinar un futuro que estima sumamente halagüeño.

¿Cómo comienza su relación con el atletismo?

Practiqué muchos deportes, hasta cadetes, en los famosos Juegos Escolares. Casualmente, se organizó el Campeonato de Canarias de campo a través en La Hoya del Morcillo -El Hierro-. El Cabildo quiso apoyar ese evento y dio una serie de facilidades a los atletas. Mi entrenador pasaba, dos o tres veces por semana, por la residencia de estudiantes donde yo vivía y nos íbamos a entrenar. Pasé de quedar muy detrás en los regionales de "cross" a hacer quinto. Ahí inicié mi relación seria con el atletismo.

¿Y luego? ¿Qué sucedió?

Me vine a Tenerife a hacer magisterio y seguí entrenando con el equipo de Romualdo García en La Manzanilla -La Laguna-. Estaba Francis Pérez, Juan de Armas, Jesús Gil? Había un grupo bastante interesante. Fui campeón regional de 3000 obstáculos y de 5000.

¿Cuándo dio el salto a la Península Ibérica?

Yo estaba pasando el verano del año 2000 en Murcia, porque tenía una novia allí, y me animaron a hacer las pruebas de la UCAM. Había ido sin ropa adecuada para ello. Las hice con un pantalón del CD Tenerife, del cual soy muy aficionado. Se fijaron en mí, me ofrecieron una beca y me afinqué en Murcia. Continué mi carrera como atleta y estudié Ciencias de la Actividad Física y del Deporte -CAFYD-. Me especialicé en alto rendimiento. Durante la carrera conocí a dos atletas bastante importantes: José Manuel Cortés, que llegó a ser campeón de España de 800 metros y quinto en el Campeonato del Mundo Júnior; y Juan Manuel Molina, que fue bronce mundial y europeo en 20 kilómetros marcha. Yo, sin tener su nivel de resultados, ganaba mucho más dinero que ellos.

¿Cuestión de diferencias en cuanto a mánager?

Tuve uno, pero duré un par de meses con él. Veía que lo que hacía por mí me lo podía hacer yo mismo.

Siendo atleta, ¿empezó a compaginar ambas labores?

Sí. Todo empezó en 2001, cuando Juanma -Molina- quedó campeón de Europa sub-23 y subcampeón del mundo universitario. Un día, tomándonos un café, me contó lo que ganaba. Le dije que percibía más que él y que le echaría una mano. Conseguí que su situación mejorara de una forma bastante importante.

¿Cómo le iba en la pista?

Eso que dicen sobre que en Estados Unidos la gente estudia y rinde -deportivamente- a la vez es mentira. En el mundo actual, para ser el mejor te tienes que especializar. Yo no rendí todo lo que tenía que haber rendido porque no me dediqué 100% al atletismo.

¿Cuál fue su mayor éxito en el deporte de élite?

Más allá de ser campeón regional, a nivel nacional llegué a quedar segundo en el "cross" internacional júnior de Lasarte.

Sin los esperados resultados, ¿cómo le mantuvo la UCAM?

Porque valoran mucho los resultados deportivos en los campeonatos universitarios. De alguna manera, no solo aportaba en ese plano alguna que otra medalla, sino que les traía muchos atletas. Me llevo muy bien con José Luis Mendoza -presidente de la UCAM-. La buena relación que tienen ellos con el Comité Olímpico Español -COE- es a través de mí.

¿Cuándo llega el momento de centrarse en la gestión y abandona definitivamente el atletismo?

Desde hacía mucho tiempo yo sabía que no era atleta. Tenía condiciones físicas, pero no vivía el atletismo como lo hacían mis compañeros. Hice la especialización en alto rendimiento porque se supone que me gustaba entrenar. Fueron Cortés y Molina quienes me insistieron, cuando acabé la carrera -26 años-, en que acabara en este mundo. Me gustaba. Se notaba que era lo mío. Era algo por explotar. En España había tres o cuatro mánager, pero que no se centraban en la actividad, sino que la compaginaban con otras cosas. Quise hacer algo diferente.

Y en 2005 funda Alka Sport.

Sí. A nivel empresarial se dice que hay que darse dos años para ver si una empresa es rentable. Yo me los di. A los cuatro meses, la mía ya lo era.

¿Con qué atletas empieza su nueva andadura profesional?

Con Cortés, Molina y muchos amigos con los que compartí pista. En los últimos años estuve en el Playas de Jandía. Medio equipo se vino a trabajar conmigo.

¿Cuándo consigue trabajar con el primer gran atleta?

Al poco tiempo. Fue Paquillo Fernández -subcampeón olímpico, mundial y campeón europeo-. En el Campeonato del Mundo de 2005 -Helsinki- solo hubo dos medallas españolas. Paquillo y Juanma Molina. Este último es el que habla con Paquillo, el cual no estaba contento con su mánager. En aquel momento era el mejor atleta español. Nos sentamos y nos planteamos unos objetivos. Cuando el mejor nacional pasa de estar descontento a estar muy contento, la gente se lo pregunta. Fue un efecto llamada. Luego vino Manolo Martínez -lanzador de peso-, Maite Martínez -ochocentista-? Llegamos a tener 224 deportistas de 33 países diferentes. Hubo una época en la que me pasé.

¿La burbuja explotó?

Sí. Cuando monté la empresa me vino una avalancha y no le supe decir a nadie que no. Aunque tengas un engranaje muy profesional y un gran equipo, que yo lo tenía, al final el deportista solo quiere hablar conmigo en algunas situaciones. Con 224 es imposible. No hay tiempo material. Se pierde esa calidad de trato que yo quería ofrecer. Ahora mismo tenemos en cartera a 54 deportistas de más de 20 países. En los Juegos Olímpicos de Río -2016- tuvimos 24 atletas.

Uno de ellos es Bruno Hortelano. ¿Es el mejor atleta con el que ha trabajado en toda su carrera?

Por currículo deportivo, no. He tenido a cuatro campeones del mundo, a cuatro medallistas olímpicos... Bruno es campeón de Europa, pero es verdad que es muy especial. Forma parte de una especialidad que es la más mediática del atletismo. Siempre se habla mucho del Mundial de fútbol o de la Super Bowl, pero el evento más visto es la final olímpica de los 100 metros. Tener un atleta con la posibilidad de estar ahí? Los patrocinadores se matan por ellos.

¿Cómo consigue ficharlo?

Estudiaba en Estados Unidos. Cuando recibes una beca de una universidad eres considerado deportista amateur. Eso significa que no puedes tener contratos, ni relación con el atletismo profesional, ni mánager. En 2013, Hortelano batió el récord de España de 200 en el Campeonato del Mundo de Moscú. Yo tenía a Sergio Ruiz, que disponía de esa mejor marca. Iba a acudir a la Diamond de Estocolmo, pero se lesionó en Moscú. El organizador me pidió que buscase a alguien. Bruno compartía habitación con Eusebio Cáceres, otro de mis clientes. Le ofrecí y le gestioné correr en Suecia. Terminó muy contento la experiencia. Dos años más tarde, cuando terminó la carrera, me llamó. Ahí empezamos a trabajar.

Los éxitos no tardan en llegar?

En diciembre de 2015 recibí una llamada suya diciéndome que iba a ser medallista olímpico. En 2016 fue al Mundial de pista cubierta y compitió en los 60 metros. Hizo 6.64 en las semifinales, su marca personal. No se metió en la final porque se rompió el dedo del pie en el hotel. Corrió de todos modos. Luego vino el Mitin de Madrid, cuando batió por dos veces el récord de España de 100 metros -10.08 y 10.06-. En el Europeo de Amsterdam tuvimos al primer velocista español en plantarse en una final internacional de 100 metros -fue cuarto-. Se colgó el oro en 200. En Río hizo el récord de España de 200 -20.12-, ganando a Johan Blake, el segundo atleta más rápido de la historia. La diferencia de Bruno con los velocistas que ha habido hasta hora en España es la mentalidad. Es 100% español, pero ha mamado la mentalidad americana. Ha entrenado con atletas negros toda su vida y les ha ido a ganar. Una de sus frases de cara al próximo europeo de Berlín es: "el que quiera ganarme va a tener que correr muy rápido".

Hasta que ocurre el accidente de tráfico, en septiembre de 2016, en el que casi pierde una mano. ¿Qué pensó?

En la persona. Fue un palo muy duro. En ningún momento pensé qué pasaría a nivel deportivo con Bruno. Si estuviera en este mundo por dinero, no estaría en el atletismo, sino en el fútbol, el golf o el ciclismo, donde me han ofrecido deportistas importantes, que ganan mucho más. Tengo la suerte de vivir una pasión.

¿Cuándo ve que puede volver a ser el mismo?

Al poco tiempo del accidente. En el Hospital 12 de Octubre -Madrid- nos dijeron que la mano no la iba a perder. Tuvo un golpe en la cabeza. Si llega a tener medio centímetro más de profundidad, Bruno se hubiera quedado en el sitio. También padeció golpes en ambas rodillas. Cuando nos desplazamos al Hospital Dexeus -Barcelona- sabíamos que el problema estaba en la mano. En todo ese proceso, Bruno está pensando en que él no se va a quedar ahí. Es ingeniero biomédico porque en Estados Unidos para poder hacer medicina, lo que quiere realmente estudiar, hay que hacer una carrera previa. Era lo que pensaba hacer después de Río. Al no haber logrado entrar en la final lo logramos convencer para que se diera cuatro años más.

¿Su idea era concluir su carrera?

Era retirarse después de Río. Cuando me dijo en diciembre de 2015 que iba a ser medallista olímpico, lo cogí por loco. El medallista de bronce en Río -el francés Christophe Lemaitre- corrió en 20.12 -tiempo que logró Bruno en las eliminatorias-. Aquello que pensaba nueve meses antes no era tan descabellado. No logró su objetivo en 2016, primero por una lesión que tuvo en 2015 en la que perdió la base y, luego, porque al hacer el récord de España, en los Juegos, el sistema nervioso tarda en asimilar que puede correr más rápido. Al día siguiente -semifinales- no estaba recuperado. Aun así, corrió en 20.16. En aquella época ya estaba para bajar de los 20 segundos.

¿Cuán especial fue para usted que reapareciera en Tenerife?

Mucho. Cuando digo que Bruno está cogido con imperdibles es porque es la realidad. Venía de estar 20 meses sin poder competir. No tiene la base normal de cualquier de otro atleta. Ese es el motivo por el que este año no va a hacer 100. Empezamos por el 400 porque es una prueba menos exigente y lesiva muscularmente. Bruno ya podía haber estado en el Mundial de Londres del año pasado. Pero siempre dijo que quería volver al 110%. Se negó a ir y correr una eliminatoria. En noviembre hizo un test en el que batió su propio récord de España de ese momento en 300 metros. Decidimos que hiciese la temporada de pista cubierta. Tuvo una pubalgia y cogió una gripe. Podía haber estado en Birmingham -Mundial de este año-, pero no estaba al 110%. De ahí que renunciara. La idea era empezar a competir en abril, en Valencia, pero la pubalgia tardó mucho en recuperarse y se sumó un problema en el gemelo. Casualmente, vimos que estaba el Mitin de Santa Cruz de Tenerife el 19 de mayo. No había 400, pero hablé con Víctor Reverón -presidente de la Federación Canaria-, con Andrés Torres -Tinerfeña- y Ricardo Fajardo -organizador-. Nos dieron todo tipo de facilidades. Como canario, y con seis años habiendo residido en Tenerife, me llenó de orgullo que su reaparición fuera aquí. Fue muy emotivo. Lloramos mucho los dos. Nos hemos caído varias veces, de forma diferente, y hemos tenido que levantarnos. Encima volvió con marca personal (45.96). Salió a comerse el tartán, aun con las malas condiciones de viento que había, y lo hizo.

¿Tiene límites?

Bruno me dijo el motivo por el que se había levantado de la cama del hospital y es brutal. Es un secreto que no puedo desvelar, pero apostaría a que lo va a conseguir. Batir el récord de Europa de 200 metros -lo tiene el extinto atleta italiano Pietro Mennea, desde 1979, con 19.72- es uno de sus objetivos. Hay que ir poco a poco. Cuando baje de 20 segundos no va a hacer 19.99. Hay que tener en cuenta que Bruno no va a correr 100 este año. Cuando los haga, se supone que va a mejorar los tiempos de este año.

En cuanto a usted, ¿le queda algún sueño por conseguir?

Siempre queremos más, como los deportistas. Me siento realizado porque cuando en 2005 aposté por esto no pensé que lograría ni una décima parte de lo que he conseguido. Tengo la suerte de haber vivido mi sueño. Soy de La Frontera, de un pueblo herreño de 2000 habitantes, nunca lo olvido.

Pepe Ortega, otrora entrenador de Samuel García en la Isla Bonita, siempre le habló bien de un atleta espigado. Finalmente, la relación profesional entre Alberto Armas y el actual atleta del Playas de Castellón acabó por formalizarse. Después de muchos años, herreño y palmero continúan juntos en busca de grandes metas. El mánager lo tiene claro sobre el deportista especialista en 400 metros lisos. "Samuel es un portento físico". Y vaticina. "Nos va a dar una alegría en Berlín", donde del 7 al 12 de agosto se celebran los Europeos.

¿Su cabeza le ha impedido volar más alto en su carrera?

Lo que he aprendido en estos 13 años como representante de deportistas es que la cabeza es lo más importante. De hecho, estoy seguro que hay atletas en España más rápidos que Bruno Hortelano. Pero con su cabeza, ninguno. Es verdad que ese ha sido un poco el hándicap de Samuel. Estamos trabajando en ello. Samuel está entrenando con Bruno, aunque cada uno tenga su entrenador. Se conocen y se llevan muy bien. Se están ayudando mutuamente. Samu es un atleta descomunal que no ha podido sacar su máximo rendimiento. Hay cosas que se lo han impedido.

¿Por ejemplo?

Samuel llegaba el año pasado al Campeonato del Mundo de Londres en el mejor estado de forma de su vida. El día antes de viajar sufrió una gastroenteritis. Se deshidrató por completo, se quedó sin fuerzas... No pudo rendir en el 400, pero sí lo hizo en el 4x400 unos días después. Me atrevo a decir que hubiera bajado de los 45 segundos en Londres y hubiera sido finalista.

Con Óscar Husillos, Lucas Búa, el propio Hortelano... el 400 en España está muy caro.

Para mí es la prueba con más nivel. Es descomunal. Hay cuatro atletas de menos de 45.25. Pocos países pueden tener un "ranking" parecido. En mi opinión, el mejor cuatrocentista es Samuel García. Es algo sobrehumano. Está hecho para correr rápido. Mentalmente, quizás no sea tan fuerte como otros. Yo esto lo he hablado con Hortelano: todo lo que haga Bruno en el 400, Samuel lo puede destrozar. Así lo pensamos todos, incluso el propio Hortelano, su entrenador... Ha habido un cambio este año, aunque no ha transcurrido la temporada como nos hubiera gustado. Hasta el Campeonato de España -disputado el pasado fin de semana en Getafe-, Samuel no había podido ejecutar su plan.

Senén Cortegoso, un dios

Alberto Armas pretendía estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Las Palmas de Gran Canaria. Días antes de las pruebas físicas se rompió el ligamento cruzado anterior practicando lucha canaria. El herreño se puso en manos del entonces fisioterapeuta del CD Tenerife y de la selección española, Senén Cortegoso. "Todavía lo sigo teniendo roto, desde hace más de 20 años. Me curó la rodilla sin tener que operarme. Fortalecimos de tal manera el isquio femoral, que nunca volví a tener problemas. Tiene un don. Para mí, es Dios. Incluso logró que me retrasasen las pruebas para un mes más tarde. Luego no me cogieron por otros temas", señala. La amistad entre el herreño y el gallego sigue intacta.

El palo de Paquillo

El herreño era "manager" de Paquillo Fernández cuando la Guardia Civil encontró sustancias dopantes en su domicilio, acción enmarcada en la operación Grial. Para Armas supuso "el mayor palo recibido" en su carrera profesional. "Era mi cliente más importante. Cada vez que iba a Granada me quedaba en su casa. Paquillo no me dejaba pagar un hotel. La relación era muy buena. En aquella época le estaba ayudando a buscar un médico. Cuando me informaron de la situación, no me la creía. Él me decía que era inocente y creí en él. Estuve durante dos meses y medio dando la cara por mi atleta. Cuando ves que te ha mentido, el palo es duro", manifiesta un representante que rompió "totalmente" con el andaluz cuando conoció la verdad. Alberto solicitó una conversación posterior con el granadino, a fin de tener alguna explicación, mas esta nunca se llegó a producir: "Ahora, cuando coincidimos, nos saludamos, pero poco más".

El trampolín CajaCanarias

Sobre la salud del atletismo de su provincia, apunta a una "institución única en España", como es el Tenerife CajaCanarias. "Se han hecho cosas muy buenas. En mi época destacaban Mario Pestano, en León, e Iván Rodríguez Ramallo, en el CAR de Sant Cugat, porque eran dos cracks. Mario es el atleta con mejores condiciones físicas con el que he trabajado. Ahora se están dando unos resultados que igual no se están valorando, con atletas con menos condiciones. Están los casos de Jonay Jordán, Simón Siverio... Hablamos de medallistas nacionales. Quizás por no tener un engranaje como el del actual CajaCanarias antes no se conseguían mejores logros. La idea de Andrés Torres de crear este gran club fue extraordinaria. A los resultados me remito", completa.