Portar el apellido Moliné nunca le pesó a Yolanda -18/02/1973, Santa Cruz de Tenerife- en la cancha. Su padre, Ramón, levantó la liga de División de Honor con el Joventut de Badalona en 1967 y luego disputó muchas temporadas con el Náutico, primer gran representativo insular en la élite nacional. La jugadora emuló al alero de oriundo de Blanes -Girona-, con su presencia entre las mejores, mas fue la primera Moliné en vestir la camiseta de la selección española absoluta. Lo hizo en un total medio centenar de ocasiones y estuvo a punto de formar parte del combinado español en los Juegos Olímpicos de Barcelona -1992-.

Siendo una niña, la capitalina empezó a mostrar sus habilidades cestistas en el Hispano Británico de Paco Apeles, en el que también impartían su sapiencia baloncestista las hermanas Marrero, Beatriz y Esther. Zurda, su primera coincidencia con Antonia Gimeno, preparadora del Krystal en aquella época, le reveló la necesidad de manejar también la diestra. "Mi padre me ponía sillas en la terraza y me ponía a hacer zigzag. Al final manejé la derecha mejor que la zurda, a excepción del tiro", rememora Yolanda.

Formó parte del Hispano Británico que resultó subcampeón de España cadete en tierras gallegas, a pesar de tener un año menos que buena parte de sus compañeras y rivales. Dos años después, en Vigo, su actuación con la selección canaria llamó la atención de los técnicos federativos nacionales. Así, se enroló en el barcelonés Siglo XXI, conjunto cazatalentos dependiente de la Federación del que Gimeno ya formaba parte. "Estuve dos años. Tenía a mis abuelos cerca y me adapté muy bien".

El Campeonato de Europa Júnior de 1990, celebrado en Alcalá de Henares -Madrid-, terminó de catapultar a Moliné. España solo pudo ser derrotada en la final por la Unión Soviética de Yulia Gureeva, que años después sería su compañera en el Cepsa Tenerife. La plata rojigualda resultó todo un hito. "Fue la primera medalla de la historia del baloncesto femenino español", explica la exjugadora.

Lo mejor llegó escrito en una postal que le envió Chema Buceta, seleccionador absoluto. "Me ofreció estar en el equipo del Plan ADO durante dos años y en el equipo olímpico de Barcelona". Un momento en el que Yolanda "estaba negociando con el Xuncas Lugo" para seguir en la élite. La decisión fue meridiana.

Su debut con la absoluta llegó el 28 de diciembre de 1990, con apenas 17 años. Francia se impuso (68-82) a España en un duelo disputado en Pozuelo de Alarcón -Madrid-. "Fue una mezcla de sensaciones y emociones: alegría, nervios... Estar en una cancha con Blanca Ares, Elisabeth Cebrián, Marina Ferragut, Wonny Geuer -madre de los hermanos Hernangómez- o Carolina Mújica fue una sensación indescriptible". Sobre todo, "cuando oyes el himno de nuestra nación. Lo recuerdo con mucho cariño", apunta.

El grupo de jugadoras seleccionadas prepararon a conciencia los Juegos con el Banco Exterior de España. El denominado BEX competía en la Liga española y hacía giras por Estados Unidos, Canadá o Brasil, donde la santacrucera y sus compañeras jugaron el primer Mundial de Clubes de la historia -Sao Paulo-.

Hasta que llegó el Preeuropeo de Helsinki -Finlandia-, a poco del torneo olímpico. España quedó quinta, cosechó el billete para el Europeo de 1993 gracias a una carambola y "saltaron las alarmas. No fue un buen resultado. Se esperaba que estuviésemos entre las tres primeras", reconoce Yolanda. Anna Junyer y Piluca Alonso, dos jugadoras más veteranas, se incorporaron a los entrenamientos en los últimos meses de preparación.

"A Anna la descartaron y quedaba una. Esa fui yo, a tres días para que la selección se marchase a la villa olímpica. Fue un jueves por la noche. Chema -Buceta- me llamó y me dio la noticia de que no iba y sí lo hacía Piluca Alonso. Yo lo tenía todo preparado: la ropa, las entradas... Todo", lamenta.

Fueron momentos duros para la tinerfeña. "Lo pasé muy mal. Estuve dos años entrenando mañana y tarde, dejándome la piel, para que por decisiones políticas de altas esferas no estuviera en los Juegos", señala en relación a la Federación Española.

De hecho, la espigada Alonso no jugó ni un solo minuto en la cita olímpica. "Yo sabía cuál era mi papel: no iba a jugar 20 minutos, pero sí a dar descanso a Blanca Ares y a Carolina Mújica". Con 19 años, y tras disputar el Europeo Júnior de Grecia, había afrontado sus últimas presencias con la absoluta. Nunca la volvieron a llamar. Pese a todo, "volvería a repetir esos dos años, aun sabiendo que al final me echan, por la experiencia tan buena que viví".

En el curso 1992/1993, Antonia Gimeno la volvió a reclutar para el Cajalón de Zaragoza. Moliné siguió compitiendo en la élite, pero no compaginaba sus estudios del todo bien. "Quería acabar COU -Curso de Orientación Universitaria- y empezar una carrera". De ahí que decidiese volver a la Isla.

Apeles, otrora preparador suyo, la recibió con los brazos abiertos en el Isla de Tenerife -Cepsa- 1993/1994. "La vuelta fue muy buena. Coincidí con Danira Nakic y Zana Lelas -croatas-, con Lidia Mirchandani y Elena Martínez Purriños". Un quinteto "especial" que Paco hacía jugar "casi 40 minutos por partido".

Su segunda temporada en el representativo trajo las mejores cotas continentales para la entidad. El Cepsa, con cambio de extranjeras -firmó a las checas Irma Valova y Erika Burianova- y una vez recuperada Estela Ferrer -la tinerfeña también había sido internacional absoluta-, estuvo cerca de alcanzar las semifinales de la Copa Liliana Ronchetti, aunque fue apeado por el transalpino Parma en cuartos.

Moliné cursó su última campaña con el Isla de Tenerife en la 1995/1996, en la que compartió vestuario con la rusa Yulia Gureeva, única extranjera tras las apuestas fallidas de las americanas Dorothy Sanders y Cara Pearson. "Acabó el ciclo. Cuando terminó la temporada conocí al que hoy es mi marido. Ya había empezado la carrera -psicología-. Ahí decidí que lo iba a dejar", ¡con apenas 23 años!

"Muchos me decían, ¡cómo te vas a retirar! Estaba harta y agotada mentalmente. Fueron unos años muy duros con la selección. Se trabajaba muchísimo y empezabas muy joven", manifiesta la exjugadora. Le ofrecieron equipos de la Península a los que dijo "no". Hasta que salió el interés del luso Nacional de Madeira. "Estaba cerca de casa, económicamente estaba muy bien y decidí marchar".

Aunque deportivamente la campaña fue bien, dado que terminó como subcampeona de Portugal -la también internacional absoluta tinerfeña Myriam Henningsen colaboró con la empresa en los "playoffs" por el título-, académicamente hubo un retroceso. "Empecé a tener problemas con la carrera y dije se acabó. Mis estudios eran lo primero".

Su buen año en Portugal no pasó desapercibido para Manolo Coloma, seleccionador español. Pero claro, "cuando yo decía desde Madeira que dejaba el baloncesto me estaba cerrando puertas". Lo mismo que cuando regresó cuatro años antes a Tenerife. "Eso me quitó muchas posibilidades de volver a la absoluta". El alto precio de la lejanía...

Años más tarde, una vez concluidos sus estudios universitarios, "hubo un par de intentos de jugar con el Symel Tenerife", ya en Liga Femenina-2. Una rotura en el gemelo se lo impidió.

Llegado el 2002, con 29 años, partió con su familia a Pontevedra, debido a cuestiones laborales. "El Arxil", que competía en la categoría de plata nacional, "se enteró de que estaba por allí y me ofreció jugar. Había parado tres o cuatro años, pero enseguida cogí la forma otra vez y jugué un año y medio", hasta que retornó a la Isla nuevamente.

Esta vez sí, la escuadra gallega fue su última escala en el baloncesto profesional. Yolanda Moliné no se arrepiente de las decisiones tomadas en su momento. "Hoy por hoy, como está el baloncesto femenino, no me hubiese retirado con esa edad. En aquella época hubo buenas jugadoras que lo dejaron jóvenes, como Blanca Ares, con 26 años".

El "gusanillo" por el deporte de la canasta ha vuelto a brotar por medio de su hijo David, que empieza a mostrarse en el Santo Domingo. "Le veo maneras. Es un poco diamante. Los entrenadores tienen que sacarle brillo". A Ramón Moliné, su abuelo, que arribó a Tenerife con el objeto de hacer el servicio militar y acabó por hacer carrera y vida, "se le cae la baba".

La hostilidad hacia Piluca

La elección del seleccionador Chema Buceta -la leonesa Piluca Alonso, en detrimento de la santacrucera Yolanda Moliné- de cara a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 levantó no pocas ampollas en el seno del combinado español. "Sentía que no debía estar allí, pero no podía negarme a ir porque la Federación podía sancionarme sin jugar la Liga. El ambiente no era agradable porque ocupé la plaza de Yolanda Moliné, que sí estuvo concentrada. En Barcelona, el entrenador -Buceta- me dijo que no iba a jugar ni un minuto -así acabó siendo-. Era mi castigo por no haber querido ir -años atrás a la concentración permanente-. Nunca lo había contado por no perjudicar a la selección", declaró la propia Piluca Alonso hace un año al Diario de León. El seleccionador se acordó de la tinerfeña tras los Juegos Olímpicos. "Me envió una carta en la que me decía que era joven y que lo sentía, que se trataba de decisiones y que siguiese. Nunca lo entendí. La despedida con las compañeras, en Barcelona, fue horrible. Me acuerdo de ver el desfile y sentirme fatal", comenta Yolanda Moliné.

Versatilidad por bandera

¿Base, escolta, alero, ala pívot o pívot? La pregunta, sencilla de responder para muchos jugadores no lo es tanto para la internacional absoluta capitalina. Yolanda Moliné exhibió una gran polivalencia durante toda su carrera. "Yo empecé de base, pero luego jugué mucho de escolta y alero. Cuando regresé al Cepsa Tenerife o en Pontevedra me ponían de cuatro". No llegó a ser el "center", aunque le "encantaba" jugar con ellos. Eso, tirar de tres y defender. "Tenía mucha garra", manifiesta la protagonista insular.

Menos de dos meses restan ya para que la Copa del Mundo de Baloncesto Femenino de Tenerife arranque. Del 22 al 30 de septiembre, el Pabellón de Deportes de Tenerife Santiago Martín y el Palacio Municipal de Deportes Quico Cabrera, en La Laguna y Santa Cruz, respectivamente, los 16 equipos pugnarán por el cetro planetario que en las dos últimas citas -República Checa, en 2010; y Turquía, en 2014- ha levantado Estados Unidos.

España ha venido escalando puestos desde el certamen checo, cuando fue bronce, hasta el otomano, cuando subió un puesto más tras jugar, y perder, la final ante el cuasi imbatible combinado norteamericano.

En opinión de Yolanda Moliné, la selección que dirige Lucas Mondelo "está entre las favoritas" a coronarse en la Isla, sobre todo teniendo en cuenta "los resultados recientes". Y es que a los mentados metales hay que sumar la plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, o los dos oros -Francia, en 2013; y República Checa, el pasado año- y el bronce -Hungría y Rumanía, en 2015- en los últimos campeonatos de Europa.

La internacional absoluta tinerfeña entiende que, además, el grupo que "le ha tocado es asequible". A saber, en el B, junto a la rojigualda, están la asiática Japón, la europea Bélgica y la americana Puerto Rico.

"La selección es un equipo que me encanta, muy competitivo", comenta la exjugadora de élite. Eso sí, entiende que en la actualidad " hay una diferencia con el baloncesto de antes. Quizás el de ahora es más físico. Me gustaba más el de hace décadas, más técnico. El juego era más elegante. Ahora, las jugadoras son más atléticas". En cualquier caso, Moliné tiene para sí que el combinado nacional puede "hacer un buen papel" en la cita planetaria.

Un Campeonato del Mundo cuya realización en la Isla descansa fundamentalmente en Manolo Gómez, vicepresidente de la Federación Española de Baloncesto y presidente de la Canaria, según Yolanda. "Pujó bastante para que el torneo se celebrada aquí. Su disputa será un acicate para las jugadoras de la Isla".

La tinerfeña cree "importante" la "inversión" del Ayuntamiento Santa Cruz, del que actualmente es concejal, en el Palacio Municipal de Deportes Quico Cabrera. "Hacía muchos años que no se tocaba. A partir de ahora tendremos un emplazamiento adecuado para muchas otras competiciones", relata.

Eso sí, la política popular sostiene que Tenerife "necesita una instalación en condiciones. El Pabellón Santiago Martín ya no nos sirve para algunos campeonatos. En la pasada Copa del Rey estuve en el Gran Canaria Arena y es espectacular. Necesitamos hacer nuevas inversiones".