Hace 63 años, reunidos en las charlas del Ateneo y jugando al billar, un grupo de jóvenes dio vida a la I Vuelta Ciclista Isla de Tenerife.

Enrique Martín, Niabel Núñez, Cristóbal López, Manuel Alonso, Tomás Morales, Manuel Pérez, José López y Luis Morales habían creado una emblemática competición, que continúa desarrollándose en la actualidad.

Esta prueba se enmarcó desde un primer momento dentro del programa de actos de las Fiestas del Cristo de La Laguna para anunciar por toda la isla que La Laguna estaba en fiestas. Cabe destacar que desde sus inicios contó con la colaboración del Patronato Municipal de Deportes, hoy Organismo Autónomo de Deportes, que organiza cada año esta Vuelta Ciclista.

En 1956 en la Isla había mucha afición a la bicicleta, y existían varios establecimientos de alquiler y venta de ellas en Santa Cruz y en la propia ciudad de La Laguna como Talleres Morales, que llegó a participar en la I Vuelta con tres equipos de seis ciclistas de los siete que compitieron. Tres de Santa Cruz y uno de Las Palmas completaron el pelotón inaugural de esta tradicional cita con más de 40 ciclistas.

El entonces alcalde de La Laguna, Lupicino Arbelo, prometió a la organización todo lo que necesitaran. Este primer año participaron ciclistas de la talla de Esteban González, Brito Marichal, José González "Canarito", Manuel Gil o Jesús Fernández. En sus inicios DISA pagaba la gasolina de los coches, motos y camiones que participaban en ellas. El recorrido de la prueba entonces era por carreteras de tierra.

"Dormíamos en empaquetados de tomates"

Dos de los históricos de esta prueba, ganadores ambos de la Vuelta Ciclista, Sebastián Berriel y Sergio Acosta narran cómo vivieron esta clásica competición deportiva y evalúan también cómo ha evolucionado a lo largo de la historia.

Para Berriel, que logró sus triunfos en la prueba en 1963 y 1964, "ganar la Vuelta para un ciclista de Tenerife es lo más grande que le puede suceder". En esas primeras vueltas el alojamiento era muy especial. "Nosotros en la competición dormíamos en casa, a no ser la noche que dormíamos en Granadilla en empaquetados de tomate junto con los seguidores. Fíjate lo que era el ciclismo antes".

Con el paso de los años la organización de la Vuelta fue mejorando, pasaron de carreteras de tierra a asfalto y de dormir en empaquetados de tomates a pensiones del Sur. Sergio Acosta, que se impuso en la carrera cuatro veces entre 1980 y 1984, señala que guarda "muy buenos recuerdos de la victoria. Realizar esta competición con 15 años era una pasada, había mucho ambiente porque venían corredores de la península y éramos una familia".

Además, recuerda que "el ciclismo en mi época estaba muy bien visto. La gente salía a las calles para vernos. Había muchísima afición y estaba muy valorado. Todo el mundo conocía nuestros nombres y cuando entrenábamos por la carretera nos llamaban".

El recorrido se ha ampliado en estos 63 años de andadura y ha llegado hasta la isla de La Gomera, trayecto que se recupera en la presente edición. Pero en lo que coinciden estos dos ciclistas es que "en la competición de los 80 la etapa reina era la de El Teide y era muy dura". Aunque para Berriel, otra de las etapas duras de los 60 era la que discurría entre "Fañabé y Playa San Juan. Eran cuarenta kilómetros de tierra y era igual de dura que El Teide".

Los dos coinciden en que lo mejor de participar en la Vuelta Ciclista era ganarla si se podía. Acosta recuerda que "en los 80 empezaron a traer equipos de la Península. En el pelotón se unían varias categorías y éramos unos 100". En los inicios de la clásica carrera solo corrían equipos de las islas y eran unos 40 cada año. Las medidas de seguridad en los comienzos de la prueba eran prácticamente inexistentes. Berriel recuerda que "solo existía la chichonera y no era obligatoria. Consistía en unas tiras de algodón forradas con cuero, aunque aquello puesto o no puesto era lo mismo. Las medidas de seguridad en la actualidad son estrictas en el equipamiento que llevan los corredores y durante todo el trazado", termina diciendo.