Una selección se elige; un equipo se forja. Esto último es en lo que ha venido trabajando el combinado nacional absoluto femenino. Al calor de las preseas conseguidas en las últimas dos décadas, con énfasis vencedor en la etapa más reciente, España ha conseguido que el ambiente que rodea sus concentraciones sea muy parecido al que se pueda encontrar en cualquier club profesional.

Así lo sienten y lo viven diariamente las integrantes de la familia que está a la orden del seleccionador Lucas Mondelo. Entre ellas, la capitana Laia Palau, un emblema nacional que a sus 39 años sigue repartiendo juego de quilates para sus compañeras.

"Tenemos una ventaja sobre los otros y es que este es un equipo que lleva muchos años trabajando junto. Aunque algunas jugadoras no hayan podido estar disponibles durante la preparación, se van a enganchar de manera muy rápida porque nos conocemos desde hace mucho tiempo", señala.

La base catalana sabe de lo que habla, no obstante debutó con la rojigualda hace la friolera de 16 años, en el estío de 2002. Tantos años en la selección le han permitido ostentar la vitola de jugadora con más internacionalidades -269-, por delante de mitos ya retirados como Amaya Valdemoro -258-, Marina Ferragut -253- o Elisabet Cebrián -252-.

Variopintas historias ha compartido Palau en la escuadra de todos con muchas de sus actuales 15 compañeras -Mondelo deberá descartar a cuatro antes del inminente comienzo de la Copa del Mundo de Baloncesto Femenino-. La mayoría de ellas tiene más de un lustro desde que debutó con la absoluta. Es el caso de su homóloga Silvia Domínguez, la alero Alba Torrens y las pívot Laura Nicholls y Tamara Abalde -ha vuelto a ser convocada tras una larga ausencia-, todas con una década o más desde que tomaron la alternativa con las sénior. O de referentes de la talla de Anna Cruz, Marta Xargay, Laura Gil o la grancanaria Leonor Rodríguez.

La savia nueva va brotando, en las figuras de María Conde o María Araújo, para dar continuidad a una generación única. Aquella que se ha colgado metales en los certámenes europeos, mundiales y olímpicos. Y que amenaza con seguir haciendo que el himno español suene en los partidos de envergadura, siempre con el colectivo por bandera.