José Luis Oltra quiso preparar la visita a Córdoba "desde el orden" e insistió en los cuatro entrenamientos previos en "aspectos defensivos". Eligió un sistema con tres centrales y dos carrileros, retrasando la posición de Alberto, y situando en el centro del campo a Undabarrena, Luis Milla y Bryan Acosta, liberando a dos puntas (Naranjo y Nano). Con basculaciones más cortas y las líneas más juntas, el equipo vivió tranquilo once contra once.

Durante la primera parte apenas sufrió en el aspecto defensivo, aunque más por acumulación que por funcionamiento. Trató de cerrar los pasillos interiores, llevar el juego del rival a las bandas y generar superioridades numéricas en cada zona. No obstante, tuvo dificultades en las ayudas a los carrileros. Ni los centrales de cada ala ni los interiores evitaron algún duelo en desventaja para Luis Pérez y Camille.

Pero fue el apartado ofensivo donde peor funcionó la escuadra blanquiazul, que careció de "intención y confianza" según su técnico porque los futbolistas jugaron "cohibidos". Tanto a Jorge como a Aveldaño les costó iniciar y dividir. Con frecuencia, carecieron de la paciencia necesaria. "No tuvimos tranquilidad", lamentó Oltra. No encontraron líneas de pase para dar continuidad al juego con los carrileros y los interiores, a los que les costó mostrarse y recibir de espaldas. Tuvieron, sobre todo Bryan, muchas dificultades para perfilarse bien. "No entendimos el mensaje decuando se tiene, se toca", se quejó su jefe.

Ni Luis Pérez ni Camille pudieron dar amplitud al campo ni fueron una opción para el toque por sus imprecisiones. Errático e incómodo, Undabarrena tampoco fue una solución a la hora de "limpiar" la salida. Ni apoyos ni toques fáciles. Como consecuencia, Naranjo y Nano casi siempre recibieron de espaldas en posiciones muy pobladas y alejadas del área rival, o en largo y en desventaja. A Oltra le queda un largo camino por delante para que esta nueva idea funcione.