El ejercicio de José Luis Oltra en esta segunda etapa en el banquillo del Tenerife muestra el relieve de un entrenador inteligente. Acostumbrado a influir en la confección de sus plantillas -porque en casi todos sus equipos ha arrancado la temporada-, el técnico valenciano se vio en la necesidad de improvisar un camino con este Tenerife. Ha decidido adaptarse a las características de un plantel confeccionado para jugar a otra cosa. Es, sin duda, un rasgo de inteligencia del conductor del grupo. En lugar de imponer un contraestilo, el Tenerife que va cuajando es un híbrido entre la presión alta y la explosividad que buscaba Etxeberria y los modos de organización de juego que siempre ha cultivado Oltra en sus equipos.

La mezcla tiene nombres propios: el valenciano ha colocado a Acosta en disposición de saltar a la presión desde un costado, pero aunque su idea es presionar para protegerse y provocar el error del rival, no desprecia la idea de construir con un doble pivote de buen pie (Íker-Milla). Oltra sabe que el equipo no está hecho para dominar con el balón, seguramente como a él le gustaría, y se adapta a los ataques en transición. El domingo colocó un quinto defensa para conservar la ventaja con el último muro, porque no le sobran jugadores de pausa para protegerse de otra manera cuando va ganando. Poco a poco, le va encontrando la vuelta al equipo y ya ha sumado 11 de los 15 puntos que ha disputado en casa desde su llegada, de la mano de un Heliodoro que activa en los futbolistas esa intensidad que luego él echa tanto de menos fuera de casa. El problema es que esas cosas no se entrenan.