En su sexto derbi, Suso Santana cumplió el sueño de marcar un gol que, además, le sirvió al Tenerife para sumar. Como añadido, el tanto llegó en territorio "enemigo" y sirvió para que un tinerfeño volviera a batir al portero de la Unión Deportiva en un clásico disputado en Gran Canaria, algo que no pasaba desde Quique Medina superó a Julen Lopetegui en el estadio Insular el 21 de febrero de 1989.

El capitán no fue titular - "el míster toma las decisiones y hay que respetarlas y entrar al campo de la mejor manera"-, pero le dio tiempo para ser protagonista. Al borde del minuto 84, Gorka Sagués Oscoz pitó penalti a favor del Tenerife y a Suso se le presentó la oportunidad ideal para marcar. "En ese momento lo tuve muy claro. Cogí el balón desde el primer segundo y no lo quise soltar", contó repasando la secuencia en la que asumió la responsabilidad de lanzar la pena máxima. Antes de ejecutarla tuvo que esperar a que su compañero Nano fuera atendido y retirado del campo en camilla. Pasaron unos minutos interminables para Santana. "Estaba tranquilo y confiado. Me estaba metiendo en mi mundo, aislándome de todo lo que estaba pasando, aunque también es verdad que se me hizo muy largo".

Y llegó el momento de coger carrera, dirigirse al balón y disparar con el acierto de engañar a Raúl Fernández y anotar. Suso "voló" hacia el sector del estadio en el que se encontraba la afición del Tenerife para disfrutar de una celebración que jamás olvidará. "Estábamos por detrás en el marcador, quedaba poco tiempo para el final y la celebración fue la que fue. Era la que tocaba. Me sentí súper feliz y contento por la gente y por mi familia". Además, ese tanto tenía una dedicatoria reservada. "Fue para mis hijos, que estaban en la grada y pudieron verme marcar".

Con un punto casi garantizado, a Suso no le importó si el árbitro se había equivocado o no. "Lo cierto es que no pude ver bien la jugada, porque me pilló corriendo por delante de Filip (Malbasic), así que no sé si hubo mano o no. Lo importante es que conseguimos un punto. En la jornada anterior no nos pitaron un penalti clarísimo ante el Extremadura. Es fútbol".

En definitiva, dio por bueno el empate, a pesar de que el Tenerife contó con una ocasión clarísima para llevarse el triunfo. "Pudimos conseguir algo más con la oportunidad que tuvo Bryan, pero el punto sabe bien por cómo fue, por remontar el 1-0, porque supimos reaccionar, porque era un campo difícil y por la gente que nos acompañó y por la que se quedó en su casa. Espero que sea un punto de inflexión que nos permita ganar y arrancar ya".

En cuanto a sus sensaciones en su tercer derbi en el estadio amarillo, restó trascendencia a la pitada que recibió por parte de la afición local cuando entró en el terreno de juego como sustituto. "Así es el fútbol. Cuento con que la gente me va a aplaudir en mi casa y que seguramente le pitarán a alguno de ellos. Me quedo con que se vivió una fiesta", concluyó el extremo blanquiazul.