El año 2006 llegó para el Tenerife con la garantía de cambios. A finales de 2005, el 20 de diciembre, lo que comenzó siendo un partido más en el Heliodoro acabó en una cascada de dimisiones que metió de lleno a la entidad en una crisis.

El equipo perdió ante el Racing de Ferrol y, esa misma noche, anunciaron su renuncia el entrenador Antonio López y, principalmente, el consejo de administración encabezado por Víctor Pérez Ascanio. "Que quede claro que como la afición ha pedido que nos vayamos, nosotros nos vamos", explicó el dirigente saliente refiriéndose a las protestas en el citado encuentro de, como mucho, los 2.608 espectadores que asistieron al estadio. El relevo estaba servido.

Ante esta situación, el tinerfeñismo más influyente (empresarios, políticos...) se activó en busca de una alternativa inmediata, y escogió al principal accionista del club como cabeza visible. De esta manera, sin esperarlo, Miguel Concepción accedió a un cargo que todavía ocupa y en el que seguirá, tras el respaldo recibido por la masa social de la entidad en la última junta en la que se renovó el consejo -julio de 2016, con la oposición de Pier Cherubino- hasta 2021, 15 años después de su estreno.

De momento, hoy cumple 13. El 15 de febrero de 2006, en una junta general extraordinaria celebrada en el recinto ferial de la capital tinerfeña, Concepción se convirtió en vigésimo segundo presidente del club. "Ante una situación como esta no me podía esconder", manifestó ese miércoles. "Menos mal que, dentro de mi gremio, se han sumado varios empresarios más y estamos por la labor de sacar esta situación", añadió acompañado por el resto del equipo de gobierno entrante, formado por Conrado González, Indalecio Pérez, Fernando Santana, José Ana Pérez-Labajos, Pedro Pérez, Martín García Garzón y Pedro Suárez.

En sus manos, un Tenerife ahogado por una deuda cercana a los 54 millones de euros y un equipo al borde de los puestos de descenso a la Segunda División B.