Pocos futbolistas analizan tan bien el fútbol como Luis Milla. En el campo por como juega, y ante los medios por su manera de argumentar, parece anunciar al entrenador que lleva dentro. Ayer, cuando acabó el partido, todavía sobre el césped del Carranza, tituló la derrota del Tenerife con lo que parece una rendición. "Ya no sabemos qué decir". Pues eso. Que no hay manera de ganar un partido fuera de casa.

Hay que huir de la tentación de teñir todo de negro a partir del resultado, pero es obvio que al equipo de José Luis Oltra no le alcanza para ganar a domicilio. Una veces pierde por errores individuales y otras por apagones colectivos, pero la triste realidad es que con esto no le da. El equipo no juega mal, es incluso fuerte en el medio, pero en su camino hacia la portería contraria se va diluyendo a cada paso que da. No tiene presencia en el área ni gol. El problema no es nuevo, pero el tiempo de fichar pasó.