El Leganés, con la salvación casi cerrada tras sumar 40 puntos, busca la victoria que le permita redondear su temporada y mantener vivo el complicado sueño de alcanzar competición europea, ante un Real Madrid imprevisible y que cuenta los partidos para el final.

Todo tiene sabor a castigo en el final de una temporada para el olvido del Real Madrid. Jugar un lunes, cuatro años y medio después, con el único aliciente de pelear por la segunda plaza con un Atlético que ganó su partido, provoca que solo el amor propio de los futbolistas se ponga en juego.

Ochos días sin competir. Una semana larguísima en la ciudad deportiva de Valdebebas que dejó la recuperación de un Carvajal listo para su regreso tras mes y medio de baja, pero la baja de Sergio Ramos por un problema de sóleo.

La ausencia del capitán en la zaga, que será cubierta por Nacho Fernández, se suma a la de Courtois y Vinicius. Tampoco tiene pinta de que Zidane vaya a forzar a Toni Kroos, ausente en el último entrenamiento por una gastroenteritis.

No es descartable que en portería vuelva a aparecer Luca Zidane. En el centro, si se confirma la baja de Kroos habría opciones para Isco retrasando su posición o Dani Ceballos, y en el tridente ofensivo todo apunta a una nueva oportunidad de brillar a Bale en los que se perfilan como últimos partidos en el equipo blanco.

El Leganés encadena tres jornadas sin perder y pretende dar continuidad a esa racha, así como fortalecer la solidez que ha demostrado en casa, pues solo ha perdido dos duelo oficiales en Butarque durante este curso. De hecho, el Real Madrid ya sabe lo que es caer allí, en la Copa del Rey.