El Anxo Carro asistirá este domingo a un nuevo intento de resurrección de Isma López. Discutido hasta ahora en Tenerife por su rendimiento y en el ojo del huracán en los últimos días del mercado de invierno, regresará a la titularidad justo en el estadio donde vivió el "mejor año" de su carrera. En Lugo adoran al futbolista navarro, uno de los héroes de su ascenso al fútbol profesional en la temporada 2o11/2012. "Jamás olvidaré esta temporada. Para mí ha sido un año muy especial y estoy muy contento por el ascenso y por poder volver al Athletic, mi casa", escribió por entonces en su cuenta de Twitter.

El ahora lateral izquierdo actuaba entonces como atacante y se convirtió, junto a Berodia, en el escudero del goleador Juan Carlos Belencoso. Once tantos hizo este, por siete de sus dos compañeros de fatigas en la vanguardia lucense. Al frente de aquel equipo, el entrenador que cambió la vida de Isma: Quique Setién. "Es un chaval extraordinario, sencillo, humilde. Es muy fuerte físicamente. Dispone de un buen cambio de ritmo, conduce bien el balón, con velocidad. Quizá lo mejor es eso. El manejo del balón que tiene y sus cambios de ritmo. Ha marcado siete goles y ha dado muchas asistencias", explicaba el técnico santanderino por entonces.

Fueron 34 partidos, 33 de ellos como titular, y un protagonismo importante en aquel ascenso a Segunda A. Aquello le valió para regresar al Athletic. "Fue el mejor año de mi carrera, junto con el del ascenso del Sporting (14/15). Mi etapa allí, en Lugo, fue maravillosa en todos los sentidos. Llegué de un filial a un club más profesional. Me trataron como a uno más y a Quique le debo ser profesional. A partir de ahí me enganché a Primera con el Athletic", recordaba hace escasas fechas el ahora jugador blanquiazul.

Había vivido años duros, bajando incluso a Tercera para jugar en el filial del Zaragoza. "Venía de unos años en los que la gente esperaba mucho de mí y me vine un poco abajo. Repunté gracias a Quique", admite Isma. Su carrera mejoró notablemente a partir de aquella estadía en Galicia. De sus siguientes seis campañas, la mitad las pasó en Primera. Logró además un ascenso con el Sporting de Gijón, club que abandonó para afrontar la experiencia chipriota de la que le rescató Víctor Moreno para el Tenerife en el mes de enero.

Desde entonces, al zaguero navarro le está costando reencontrarse. En junio, en la penúltima jornada del Campeonato, volvió a tierras lucenses. Él temía aquella visita porque los dos equipos luchaban por eludir el descenso a Segunda B. "No quiero jugármela en Lugo. Por nada del mundo. Tenemos que ganar antes e ir al Anxo Carro a firmar un empatito que nos valga a los dos. Por nada del mundo quiero hacerle daño a un equipo en el que sólo me sentí querido", aseguraba en Lugoslavia semanas antes de aquel duelo Isma López. Su deseo se vio cumplido y el público lucense pudo celebrar la permanencia sin que un ídolo del ascenso se convirtiera en verdugo de un descenso.