De Benito Joanet a Óscar Cano, los entrenadores que llegaron al Tenerife después de un descenso

Los entrenadores que, como Óscar Cano, se unieron al Tenerife después de que sus anteriores equipos perdieran la categoría, lograron ascender con el club blanquiazul

Álvaro Cervera y su ayudante, Roberto Perera.

Álvaro Cervera y su ayudante, Roberto Perera. / Andrés Gutiérrez

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Benito Joanet, Rafael Benítez y Álvaro Cervera tienen en común con Óscar Cano que firmaron con el Tenerife en su día después de bajar de categoría con otros equipos. El tiempo dirá si al sustituto de Asier Garitano le irá tan bien como a los otros tres técnicos. Todos pudieron compensar la decepción del curso anterior con un ascenso al frente de la plantilla blanquiazul.

Hay otros casos similares en la historia del representativo, pero ninguno con el mismo desenlace individual que los citados; es decir, con su presencia en el banquillo del conjunto descendido en la última jornada de Liga. Felipe Mesones (75/76), Dragoljub Milosevic (84/85) y Antonio Calderón (11/12) formaron parte del camino del Murcia, Cádiz y Albacete hacia una categoría inferior en el curso previo a su fichaje por el Tenerife, pero los tres fueron despedidos antes de que se completara el calendario. Saturnino Grech (64/65) sí salió en la foto del descenso del Cartagena en 1963, pero dejó pasar una temporada en blanco antes de comprometerse con el representativo en 1964. Otro ejemplo es el de Felipe Mesones: comandó al Murcia en las primeras fechas de la campaña 74/75, pero fue destituido y asistió como espectador al derrumbe del conjunto pimentonero justo antes de coger las riendas del Tenerife.

 En cambio, Joanet, Benítez, Cervera y Cano sí llegaron hasta el final sin la suerte de evitar el fatal desenlace. Eso sí, el de Benito fue un descenso a la desaparecida Segunda B y los de Rafa y Álvaro, a Segunda. Cano fue contratado por el Sabadell a finales de noviembre de 2023 para que sacara al equipo de la cola de la clasificación del Grupo 1 de Primera RFEF. Asumió el reto con la escuadra arlequinada situada en el último puesto, a seis puntos de la plaza de permanencia más cercana, y se quedó a un paso de lograr el objetivo. Después de 25 partidos, el Sabadell bajó a Segunda RFEFcon un punto menos que el rival que se salvó con los peores dígitos, el Real Unión de Irún.

Benito Joanet.

Benito Joanet. / El Día

Como la de Cano, la llegada de Benito Joanet al representativo en el verano de 1988 fue recibida con escepticismo por buena parte del tinerfeñismo. Había subido a Primera con el Castellón y el Cádiz, pero lo más reciente había sido una caída a Segunda B como preparador del Hércules en la 87/88, una temporada en la que relevó a José Manuel Riera en la décima jornada. La escuadra alicantina fue antepenúltima y bajó junto a Cartagena, Granada y Bilbao Athletic. Pese a este resultado, la directiva presidida por Javier Pérez confió en el técnico catalán. La apuesta fue todo un éxito. Joanet guió con maestría a un Tenerife que contó con figuras como Belza, Herrero, Lema, Quique, Toño, Isidro, Guina, Amaral, Luis Delgado, Víctor, Perico Medina o Rommel. Tras quedar tercero en la Liga y derrotar en la promoción al Betis, el equipo blanquiazul volvió a Primera 38 años después.

También fue Javier Pérez quien autorizó el nombramiento de Rafael Benítez como míster del plantel tinerfeño a las puertas de la pretemporada 2000/2001. El desafío era el mismo, obtener un billete con rumbo a la máxima categoría. El club se decantó por un técnico joven que ya había demostrado su capacidad en la cantera del Real Madrid, en el Valladolid y, sobre todo, en un modesto Extremadura al que elevó a Primera por segunda vez en su historia en la temporada 97/98. Rafa se ganó el derecho a continuar en el club de Almendralejo, pero no pudo impedir que la estancia en la principal división durara apenas una campaña. Una vez liberado de su compromiso con la entidad azulgrana, aceptó la oferta de un Tenerife que tenía a Santiago Llorente como director deportivo. Las piezas encajaron desde el primer momento y, con refuerzos como los de Aragoneses, Curro, Charcos, Martí, Torrado, Luis García, Hidalgo o, más tarde, Bruno Marioni, y la continuidad de Lussenhoff, Basavilbaso, Dani, Barata, Mista, Hugo y compañía, la escuadra insular superó la alta competencia del Atlético y ascendió de la mano del Sevilla y el Betis. Benítez siguió su carrera en otros destinos para convertirse en uno de los profesionales de mayor prestigio del planeta fútbol. En el Valencia y el Liverpool enriqueció su currículum con títulos al alcance de pocos: dos Ligas y una Copa de la UEFA con el club español, y una Liga de Campeones y una Supercopa de Europa con el conjunto inglés.

Rafa Benítez y Hugo Morales en Leganés.

Rafa Benítez y Hugo Morales en Leganés. / El Día

Con el paso de los años, el destino quiso que otro entrenador recién descendido liderara un proyecto deportivo del Tenerife. En una situación delicada, por la necesidad de escapar de la Segunda B después de un intento fallido en la campaña 11/12, el club presidido por Miguel Concepción se puso en manos de Álvaro Cervera, técnico escogido por el director deportivo de ese entonces, Quique Medina. El entrenador, tinerfeño de adopción y con una etapa de su formación como jugador desarrollada en la cantera del club isleño, había dejado atrás una intensa temporada 2011/12. La comenzó en Segunda División, con el Recreativo, y la terminó con el Racing en Primera. Sin esperarlo, recibió la llamada desesperada del club cántabro a falta de trece jornadas para el final del curso. No pudo dar una respuesta negativa por el vínculo sentimental que le unía a la entidad de El Sardinero. El equipo cántabro, en el que Cervera había irrumpido como futbolista profesional a mediados de los 80, se había empezado a descolgar de los puestos de permanencia. La misión sonó a imposible, pero Álvaro lo quiso intentar. En el tramo final de ese curso, todo salió mal –incluyendo un ingreso hospitalario de Cervera al sufrir una leve traquicardia– y el Racing cayó a Segunda División como colista.

Pero ese desgaste no condicionó a un entrenador que cumplió con creces su siguiente cometido, sacar al Tenerife de la Segunda B en un momento crucial. Consiguió que el papel de favorito del conjunto blanquiazul fuera algo más que eso, una etiqueta, y firmó una temporada impecable: liderato y salto a Segunda por la vía rápida tras ganar al Hospitalet en la eliminatoria de ascenso directo entre los campeones de grupo.