Agustín de Betancourt (1758-1824)

Un ingeniero ilustrado

El canario quizás más universal del siglo XIX se instaló en San Petersburgo con la confianza del zar Alejandro I, que lo nombra teniente general del Ejército y le encarga proyectos de infraestructuras públicas y monumentos

‘Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez’, oleo de Antonio Carnicero Mancio (1748).

‘Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez’, oleo de Antonio Carnicero Mancio (1748). / El Día

«Agustín de Betancourt y Molina, es el mecánico más sabio, no solo en España sino en Europa». (Ivan Matvéievich Muravyov-Apóstol, embajador de Rusia en España hacia 1803)

El 14 de julio de 1824 fallecía en San Petersburgo el arquitecto e ingeniero Agustín de Betancourt y Molina, el canario más universal del siglo XIX. Agustín de Betancourt había nacido el uno de febrero de 1758 en el Puerto de la Cruz (Tenerife), en una familia emparentada con la aristocracia de la isla y con suficiente poder económico para garantizar a Agustín una educación privilegiada.

Sus primeros veinte años los pasa en su isla natal donde se convierte en un joven educado y deseoso de seguir aprendiendo. Su vocación y habilidad para la ingeniería se pone de manifiesto desde la niñez mientras juega con su hermana María del Carmen construyendo aparatos complejos como una máquina «epicilíndrica» para el hilado de la seda. Aprende latín y francés, más adelante dominaría el inglés, alemán y ruso.

En 1778, pensionado por el Gobierno, parte hacia Madrid. No iba a volver más a Canarias. En la capital de España ingresa en los Reales Estudios de San Isidro. Allí estudia Matemáticas y Física, que compagina con la Academia de Bellas Artes, llevado de su espíritu artístico que demostraría en bocetos, dibujos y acuarelas.

El buen desempeño en sus estudios hizo que el conde de Floridablanca le encargara un informe sobre las minas de Almadén o la supervisión del primer lanzamiento de un globo aerostático que tuvo lugar en España, en la Casa de Campo en 1783. Añadiré que en el segundo episodio en nuestro país de navegar en globo estuvo implicado otro canario ilustrado: José de Viera y Clavijo.

Deseoso de seguir formándose se trasladó a París en 1784, donde estudió en la Escuela Nacional de Puentes y Caminos, quizá la institución europea más avanzada en ese momento, donde tuvo la oportunidad de conocer las maquinarias y técnicas de construcción más modernas. También le sirvió para entrar en contacto con destacados ingenieros y científicos, colaborando con algunos de ellos, como es el caso de Breguet, el fundador de una marca de relojes que aún se siguen vendiendo, con el que diseñó un telégrafo óptico que después instalaría entre Madrid y Aranjuez.

‘Espionaje industrial’

Estando en París hizo un viaje a Inglaterra en 1788 para conocer a James Watts, el creador de la máquina de vapor de doble efecto [la máquina de vapor de doble efecto utiliza el vapor a presión para mover un pistón en ambas direcciones], del que quiso copiar su modelo en una operación rayana en el espionaje industrial ya que después pudo reproducir una de estas máquinas, vitales para la modernización de la economía, lo que publicó en su Mémoire sur la force expansive de la vapeur de l’eau (1790).

Viajó a Inglaterra desde París en 1788 para conocer a James Watts, creador de la máquina de vapor de doble efecto, con el intento de copiar su modelo

Regresó a España en 1791, donde reunió las máquinas, maquetas y documentación atesoradas en París (270 modelos, 359 planos y 99 memorias), que se expusieron en el palacio del Buen Retiro de Madrid. Este primer museo recibió el nombre de Real Gabinete de Máquinas, del que fue nombrado director unos años después; realizó el proyecto del Canal Imperial de Aragón y fue encargado del diseño y construcción de la Fábrica de Artillería de Sevilla, entre otras muchas obras y proyectos. De 1793 a 1796 volvería a Inglaterra estudiando su modelo industrial y constructivo, que le sería de utilidad para su labor, tanto en España como en Rusia.

En 1800 fue nombrado Inspector General del cuerpo de ingenieros civiles, fundando la Escuela de Caminos y Canales, primer intento de lo que luego sería la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos e implicándose en la construcción de puentes, vías, presas y fábricas en todo el territorio nacional.

Rusia

En años sucesivos el trabajo de Betancourt es cada vez más agobiante. Hacia 1807 se distancia de Godoy, por entonces al frente del gobierno de España, y la situación en el país es muy mala por las apetencias de Napoleón. Nuestro ingeniero decide buscar otros horizontes y se vale de su amistad con Ivan Matvéievich, embajador de Rusia como quedó dicho, para desplazarse a San Petersburgo donde el zar Alejandro I acababa de crear el Departamento de Ingeniería en el marco del Colegio Estatal de Guerra y necesitaba de gente formada para dirigirlo. Así, en 1808, recibe el cargo de Mayor General para misiones especiales de su Majestad Imperial en el Departamento de Vías de Comunicación, y en septiembre de 1809 es nombrado teniente general del Ejército ruso e inspector de vías. En abril de 1819 es investido como Director General del Departamento de Vías de Comunicación.

En Rusia sus principales obras fueron: el Instituto de Vías de Comunicación, fundado en 1809; la creación de la escuela del Cuerpo de Ingenieros de Vías que organizó entre 1810 y 1824; la planificación urbana de San Petersburgo, el puerto de Kronstadt y la feria de Nizhni Nóvgorod, desarrolladas entre 1812 y 1824. Tuvo una intervención destacada dirigiendo las obras o participando activamente, en la erección de la columna de Alejandro I en San Petersburgo, la construcción de la catedral de San Isaac en la misma ciudad, el diseño del picadero de Moscú, y en muchísimas obras más por toda Rusia. Hacía 1822 se enfría su relación con el Zar y en 1824 renuncia a sus cargos falleciendo en julio de ese mismo año.

Además de lo descrito, hay que destacar sus estudios sobre termodinámica, sus múltiples patentes en ingeniería, sus informes sobre construcciones de puentes, etcétera. La impresión, plasmada en la entradilla, de Ivan Matvéievich en 1803, es seguramente un buen epitafio para su tumba: fue el mejor ingeniero de su época en España y a la altura de los mejores en Europa.

En internet es fácil encontrar información detallada sobre Agustín de Betancourt. En Canarias se han publicado documentos muy interesantes, entre los que podemos destacar los de la Fundación Orotava (https://fundacionorotava.org/betancourt/) y el libro de Francisco Martínez y Emigdia Repetto, publicado por la Oficina de Ciencia, Tecnología e Innovación del Gobierno de Canarias, para los interesados en ampliar esta breve semblanza. El Museo Elder, que organizó hace unos años una exposición sobre su vida y obras, conserva maquetas, máquinas y otros materiales de interés basada en diseños suyos.

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