La Comisión Europea propuso ayer una amplia reforma del sistema comunitario de supervisión financiera con el objetivo de corregir las insuficiencias que ha puesto de relieve la actual crisis y evitar, con estos ajustes, que en el futuro se repitan problemas similares. La iniciativa incluye endurecer la vigilancia de las entidades y la puesta en marcha de un nuevo organismo, encargado de alertar en caso de riesgos para la estabilidad del sistema en su conjunto.

El reto del Ejecutivo es adaptar la supervisión a la evolución de los mercados, donde cada vez hay más entidades que operan en varios países y la interdependencia es mayor.

En la presentación de sus propuestas, que ahora deben discutir los Estados miembros, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, recalcó que en ningún caso Bruselas plantea "centralizar la supervisión financiera" y dejó claro que las autoridades nacionales no perderán competencias.

La rueda de prensa en la que Durao Barroso y los titulares de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, y Mercado Interior, Charlie McCreevy, debían detallar su planteamiento tuvo que ser interrumpida poco después de comenzar, al dispararse la alarma de seguridad en la sede de la Comisión Europea, lo que obligó al desalojo del edificio.

Las propuestas de la Comisión han suscitado rechazo, incluso antes de su presentación oficial, sobre todo del Reino Unido, temeroso de perder el control sobre su potente sector financiero.

En su intervención ante los periodistas, Durao Barroso restó importancia a esas reticencias y se mostró convencido de que los líderes de los Veintisiete respaldarán el enfoque de la Comisión.

La propuesta de Bruselas será debatida por los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros en la próxima cumbre, los días 18 y 19 de junio, y si dan su visto bueno, el Ejecutivo comunitario comenzará a preparar los textos legislativos más detallados. La principal novedad es la creación de un Consejo europeo de riesgos sistémicos, un órgano de vigilancia macroprudencial que deberá emitir alertas y recomendaciones -no vinculantes- en caso de amenazas para la estabilidad financiera.

Espaldarazo al BCE

En este organismo participarían el presidente y vicepresidente del BCE, los gobernadores de los bancos centrales de todos los Estados miembros, así como los presidentes de las nuevas autoridades de supervisión europeas (de bolsa, seguros y bolsa), un representante de la Comisión Europea y también de los supervisores nacionales.

En principio, al frente del Consejo se situaría el presidente del BCE y, para despejar las dudas de los países que no forman parte del euro -que no están representados en el BCE-, el vicepresidente tendría que provenir de un país de fuera de la moneda única.

El otro pilar del nuevo modelo se centra en la supervisión microfinanciera y plantea el establecimiento de un sistema europeo de supervisores, formado por tres nuevas autoridades, con presupuesto propio, responsables del sector bancario, asegurador y bursátil. La vigilancia de la actividad diaria de las entidades -por ejemplo en lo referido al cumplimiento de las exigencias de capital- seguirá en manos de los supervisores nacionales, dado que la responsabilidad financiera en caso de quiebra continúa siendo exclusiva de las autoridades del país.

La revisión del sistema de supervisión financiera planteada por la CE es "un punto de partida realista para acometer una reforma sustancial", señaló en una nota la Federación Europea de Banca.