Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que hoy ha anunciado que dejará el cargo de gobernador del Banco de España un mes antes del término de su mandato, llegó a esta entidad en 2006 y su labor ha estado marcada por su polémica gestión de la crisis financiera desde el banco emisor.

Propuesto por el entonces ministro de Economía, el socialista Pedro Solbes, tomó el relevo de Jaime Caruana para controlar la salud de las entidades financieras.

Juró el cargo el 13 de julio de 2006 y su primera etapa, hasta 2011, estuvo marcada por la vigilancia de la situación de las entidades bancarias.

Entre 2008 y 2009 se manifestó a favor de las fusiones de bancos y cajas como fórmula para afrontar mejor la crisis, lo que finalmente se ha llevado a cabo en diferentes fases hasta la actualidad.

También por esas fechas se mostró partidario de abaratar el despido para incentivar la contratación, declaraciones por las que fue criticado por los sindicatos y el Gobierno, y apoyado por la oposición.

En el mes de abril de 2009 sembró la polémica al poner en duda la solvencia del sistema de pensiones, cuestión que fue desmentida por el entonces ministro de Trabajo, Celestino Corbacho.

Casi un año después, en febrero de 2010, reclamó una profunda reforma laboral y defendió la propuesta, esta vez formulada por el Gobierno y enviada a los grupos del Pacto de Toledo, de retrasar la jubilación hasta los 67 años para garantizar las pensiones, medida de ajuste que fue aprobada finalmente por el Ejecutivo.

Desde entonces no dejó de manifestar sus opiniones sobre la necesidad de abordar reformas profundas en el mercado laboral, lo que provocó algunos desencuentros con el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero.

Con la profundización de la crisis y la puesta en duda por los mercados acerca del vigor del sistema financiero español, Fernández Ordóñez pilotó los test de solvencia en julio de 2010 y julio de 2011, que fueron aprobados en diferente grado por las entidades.

Durante estos seis años al frente del Banco de España, también le ha tocado coordinar el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y las llamadas fusiones frías, uniones de cajas para constituir entidades más fuertes sin perder su identidad.

Sin embargo, las tensiones en el sistema financiero por la crisis no tardaron en aflorar. Ya habían sido intervenidas Caja Castilla-La Mancha en 2009 y Cajasur en 2010, cuando el Banco de España tuvo que tomar el control de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, CatalunyaCaixa, Unnim, NovaCaixaGalicia y Banco de Valencia.

Con la llegada del PP al Gobierno, el papel de Fernández Ordóñez se desdibujó y se vio salpicado por las críticas de los populares por su actuación en la gestión de la crisis.

Así, cuando en febrero de este año, el nuevo Gobierno llevó a cabo su primera gran reforma con la aprobación del real decreto ley de saneamiento del sistema financiero que aumentaba las provisiones para sanear los activos inmobiliarios tóxicos, Fernández Ordóñez estaba de alguna forma apartado.

El reflejo de esta situación se ha puesto de manifiesto este mismo mes con la nacionalización del Banco Financiero y de Ahorros, matriz de Bankia, la cuarta entidad financiera del país. La medida, pedida por Bankia, y aceptada por el Ministerio de Economía, le desacreditó ante el PP.

El jueves pasado, 24 de mayo, el gobernador anunció su disponibilidad a explicar ante el Congreso su gestión, comparecencia que todavía está pendiente de ser aceptada.

Hoy, al tiempo que ha anunciado su cese, un juez de Madrid ha iniciado diligencias previas antes de decidir si admite a trámite una querella contra él por una posible infracción penal en su gestión.