El azafrán, una alternativa al cultivo del opio que tanto preocupa a Afganistán, florece cada vez más en la provincia noroccidental de Herat, donde el terreno cultivado del conocido como oro rojo no deja de crecer.

Una hilera de mujeres vestidas de rojo y beige caminan con precisión por los pasillos que dividen las plantaciones de azafrán, se paran unas milésimas de segundo y la fila se rompe en perfecta armonía para que cada una se arrodille en el suelo.

El viento sopla, pero ellas parecen no inmutarse.

Se afanan en colocar en sus calderos azul celeste, una a una, y con mimo, las delicadas flores violeta de las que se extraerá el azafrán y que luego trasvasarán con cuidado a grandes cestos amarillos.

Todas van ataviadas con mascarillas y guantes de plástico para evitar dañar una cosecha cuyo precio puede ascender a los 55.000 afganis por kilo o unos 730 dólares.

Mientras, en una suerte de invernadero, otro ejército de afganas recoge más flores de grandes jardineras colocadas en estanterías e incluso por el suelo.

El azafrán recogido en esta plantación sumará, junto al de las otras que se esparcen a lo largo y ancho de esta provincia fronteriza con Irán, unas doce toneladas, muy por encima de la cifra alcanzada el pasado año.

"Este año la producción de azafrán en Herat ha alcanzado las doce toneladas", explicó el jefe del Directorio de Agricultura de la provincia, Abdul Saboor Rahmani, quien destacó el aumento frente a 2017, cuando se recogieron ocho toneladas.

También el terreno cultivado ha crecido este 2018 hasta las 6.000 hectáreas, frente a las 5.040 del pasado año.

Además, en 2017 unos 9.000 agricultores participaron en la producción de la preciada especia en este provincia, una cifra que este año se elevará al menos hasta las 10.000 personas.

Entre los factores que han ayudado al desarrollo de esta industria, el alto cargo destacó los programas para el entrenamiento y reclutamiento de nuevos agricultores y el apoyo técnico a quienes se dedican al cultivo de la flor del azafrán por parte del Ministerio de Agricultura.

Hasta el momento, el departamento ha entrenado a cerca de medio millar de granjeros en este campo.

Rahmani también apuntó al ánimo personal de los agricultores a la hora de cultivar el oro rojo, que crece sobre todo en los distritos de Pasgtoon, Ghorian, Anjeel, Guzara y Karokh.

Al otro lado de la frontera, en Irán, se encuentra el principal productor de oro rojo del mundo: más del 90 % de la producción mundial, con unas 300 toneladas anuales.

España, Grecia o la India son también productores de esta preciadísima especia.

Las sanciones internacionales que durante años pesaron sobre Irán, y que ahora EEUU ha reinstaurado, obligaron a Irán a depender de una red de países intermediarios para exportar su azafrán por todo el mundo.

Afganistán es, por su parte, el mayor productor de adormidera o amapola, la flor del opio, en el mundo.

Es una lacra favorecida por la guerra -los cultivos tradicionales del campo afgano quedaron relegados por su falta de valor- que las autoridades han tratado de paliar con operaciones antidroga, la destrucción de cultivos y políticas para popularizar otras cosechas.

La producción de opio en Afganistán creció un 87 % durante 2017 hasta alcanzar un volumen estimado de 9.000 toneladas, una cifra récord que se vio acompañada por un incremento del 63 % de la superficie dedicada al cultivo de adormidera, según un informe del Gobierno afgano y la ONU.