Las distintas formas de la economía social se abren paso cada vez con mayor fuerza entre las fórmulas tradicionales y ofrecen soluciones para problemas que van más allá de lo estrictamente económico. El cooperativismo se ha convertido en una alternativa para personas mayores que quieren vivir la vejez en compañía -pero, al mismo tiempo de forma autónoma- y no encuentran alternativas satisfactorias en los modelos residenciales convencionales, tanto públicos como privados.

El cohousing -proyectos residenciales colectivos, que no comunales, en los que los socios establecen las reglas- se extiende poco a poco por Europa tras originarse en los países escandinavos. En las Islas, la asociación Canarias Cohousing (www.canariascohousing.com) intenta promover la iniciativa en su modalidad senior -para mayores- y ya hay unas cuarenta personas involucradas de forma activa, aunque a sus reuniones y charlas -mañana su presidenta ofrece una, a las 19 horas, en la Fundación Mapfre, ya con aforo completo, y en marzo habrá otra- se apuntan hasta cincuenta participantes que no son componentes del colectivo, al menos por ahora.

Adrián Rodríguez, graduado en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid, es uno de los promotores de la iniciativa y forma parte del equipo técnico -constituido en cooperativa de trabajo asociado- que da soporte y acompañamiento a la comunidad que integra la asociación. "Nuestro objetivo es impulsar un ecosistema de covivienda en Canarias a través de la negociación con los agentes implicados, públicos o privados", explica.

En sus contactos con las administraciones, el colectivo trata de aclararles los instrumentos que en otras regiones del país han servido para sacar adelante proyectos de esta índole -con Cantabria como referencia más reciente y el ejemplo de implicación del Ayuntamiento de Barcelona-, sobre todo la cesión de suelo, pero también la recalificación de terrenos que permita obtener suelo más barato. La legislación canaria ofrece también nuevas oportunidades, caso de los proyectos de interés estratégico insular o autonómico previstos en la Ley del Suelo.

Por el momento, las instituciones -ayuntamientos, principalmente- han mostrado "mucha voluntad política", pese a que aún impera "cierta confusión" sobre el modelo y a que las administraciones "tiene sus tiempos", constata Rodríguez. El hecho de que el Archipiélago no cuente todavía con una ley de cooperativas -y de que la que se tramita actualmente no mencione la cesión de suelo para cooperativas de vivienda- también es un obstáculo. Con todo, los componentes de Canarias Cohousing se muestran convencidos de que la iniciativa, tarde el tiempo que tarde, "se va a implementar".

Disipar esas confusiones sobre lo que significa el cohousing es una parte de la labor de la asociación. De manera muy resumida, el modelo consiste en una propiedad colectiva, con una estructura cooperativa y democrática, en la que los socios tienen un derecho de uso indefinido sobre la vivienda. La idea es minimizar el espacio privado -los apartamentos tienen alrededor de 50 metros cuadrados- y maximizar las zonas comunes, precisamente por la necesidad de cuidados y atención de los socios. La "vocación transformadora de la sociedad" que inspira estos proyectos explica que los espacios comunes y dotacionales estén abiertos al entorno y a la comunidad.

La principal motivación que empuja a los mayores a apostar por el cohousing es "la inseguridad de la vejez". "Cuando llega -argumenta Adrián Rodríguez- tienes que tomar decisiones: cómo vivir, quién te va a cuidar? y la única alternativa es irte a una residencia. Lo que quieren estas personas es adelantarse a ese momento, construir un proyecto de convivencia y estar preparados para vivir en un lugar donde saben que los van a cuidar y donde conocen a los demás".

Aunque la idea de envejecer entre amigos es interesante, llevarla adelante requiere esfuerzo. Es necesario construir el proyecto comunitario, montar estructuras de trabajo colaborativo? No todos los que se sienten atraídos por el concepto están luego dispuestos a embarcarse en tareas que pueden ser trabajosas, en un momento de sus vidas en los que su mayor interés es disfrutar de un merecido descanso. Sin embargo, quienes sí se implican -y son cada vez más- tienen un estímulo añadido, el de desarrollar su "talento senior" y demostrar que sus capacidades siguen siendo plenamente válidas y aprovechables.