La crisis económica en Argentina, que ya atraviesa su cuarto trimestre en recesión, ha golpeado al mercado laboral, con un aumento en la tasa de desempleo y más argentinos buscando trabajo, todo un reto para el Gobierno en pleno año electoral.

Los datos oficiales sobre el mercado de trabajo en el cuarto trimestre de 2018 dados a conocer este jueves y las proyecciones privadas muestran que las dificultades que padece la actividad económica desde hace once meses, con una caída del PIB de 2,5 % en 2018, impactan de lleno en los asalariados.

Según las cifras oficiales, el desempleo alcanzó el 9,1 % de la población económicamente activa en el último trimestre de 2018, lo que implica una subida interanual de 1,9 puntos porcentuales y un avance de 0,1 puntos frente al nivel del tercer trimestre del año pasado.

Mientras que el ente oficial de estadísticas daba a conocer este dato, la Confederación General del Trabajo, la mayor central obrera de Argentina, anunciaba su adhesión a una gran marcha convocada para el próximo 4 de abril "en defensa del trabajo y la producción", renovando sus exigencias al Gobierno de cambios en la política económica.

El deterioro de las variables mete presión al presidente Mauricio Macri, quien buscaría su reelección en octubre próximo.

Hugo Moyano, uno de los líderes sindicales más poderosos del país, aseveró este viernes que la situación es "muy preocupante y complicada, con los indicadores a la vista", y que Macri "no debería ser candidato".

Desde el Ejecutivo, la reacción a la tasa oficial de paro fue admitir el impacto de la crisis, aunque con una perspectiva positiva hacia el futuro.

"La crisis ha pegado fuerte", reconoció el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, quien, de todos modos, ha asegurado que ya se verifica un sostenimiento en la caída de los niveles de actividad, lo que, a su juicio, "permite tener una mirada más optimista para lo que resta del año".

Según expertos, el alza en la tasa de desempleo se explica no sólo por una caída en la actividad económica que ha derivado en una bajada en la demanda de puestos de trabajo sino, además, por un descenso del salario real producto de una inflación que en 2018 fue del 47,6 % y con ajustes salariales que rondaron el 30 %.

Esto último ha provocado, por un lado, la expansión de la población económicamente activa por efecto de lo que la consultora Ecolatina llama "trabajador adicional": más personas del hogar buscando empleo para sumar ingresos que le permitan adquirir lo mismo que antes.

La insatisfacción en cuanto a los ingresos también se evidencia en un crecimiento de 2,6 puntos en la tasa de ocupados que demandaron empleo, que llegó al 17,3 % a finales de 2018.

"En 2019, el mercado de trabajo no se recuperará y el desempleo volverá a subir respecto al año pasado en el promedio anual. En este sentido, aun convalidando la hipótesis oficial y optimista de que la economía ya habría alcanzado su piso, el mercado de trabajo no se fortalecería", dijo Ecolatina en un informe.

La consultora observó que, dado que el mercado de trabajo fue el último en reaccionar a la crisis, también lo será cuando llegue una recuperación, y que el sector agropecuario, uno de los pocos que se espera que repunten este año, tiene acotadas posibilidades de creación de empleo.

Los datos del primer bimestre del año no son muy alentadores.

Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en enero-febrero los despidos y suspensiones totalizaron 12.352 casos, un nivel similar al del mismo período de 2018 (1 % interanual).

Sin embargo, mientras el año pasado los despidos y suspensiones fueron principalmente en el sector público, ahora -a excepción de un centenar de cesados en el Estado- se concentraron en el sector privado, con la industria, y en particular la automoción, a la cabeza.

"Es de destacar que uno de cada cinco despidos durante el primer bimestre de 2019 se relacionan con cierre de empresas o plantas. En el caso de la industria la proporción es aún mayor: uno de cada cuatro casos están vinculados a cierres", advirtió CEPA en un informe.

El dato en gran medida abona las exigencias de los sindicatos de las ramas industriales, principales impulsoras de la movilización convocada para abril, un mes en el que, además, se abre un buen número de negociaciones paritarias bajo la presión de una inflación que no cede.