La cesta de la compra se vuelve cuatro veces más cara del campo al ‘súper’

Agricultores y ganaderos isleños denuncian que la Ley de la Cadena Alimentaria continua sin ser efectiva más de dos años después de su entrada en vigor 

¿Cómo ahorrar en la cesta de la compra?

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Seis veces más por una piña de millo, cinco veces más por una manilla de plátanos o cuatro veces por los pepinos o las coles. Esto es lo que acaba pagando el consumidor final por muchas de las frutas y verduras que se consumen a diario en las casas de los canarios si se compara con lo que reciben por ellos quienes los producen: los agricultores. Eslabón a eslabón el precio de estos productos va escalando, en una vertiginosa subida que el sector primario lleva años denunciando, pero que no parece que tenga fácil solución.

De acuerdo con los datos más actualizados del Observatorio de Precios de Canarias –una herramienta de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria que monitoriza más de una veintena de productos con sus precios en origen y en el destino final– de media las frutas, verduras y hortalizas que se producen en el Archipiélago multiplican por cuatro su precio desde el campo a los lineales de los diferentes puntos de venta. Pero la subida en el caso de algunos productos es incluso mayor. Es el caso del mango, por el que los productores recibieron en febrero 0,85 euros por kilo y se vendió de media a 8,38, un encarecimiento de más del 900%. Las piñas de millo tenían un precio en origen de 0,60 céntimos, mientras que los consumidores finales pagaron por ellas más de cuatro euros. Algo similar ocurre con los limones. 0,48 euros por kilo recibieron los agricultores y su precio de venta final escaló hasta 1,77 euros.

La situación se repite en el melón, por el que se paga en las tiendas 2,36 más de lo que obtienen en el campo, en los pimientos o los puerros, cuya diferencia es también superior a dos euros el kilo.

La disparidad entre el precio que reciben los agricultores y al que venden los supermercados se acrecienta todavía más en la temporada de verano. ¿Por qué? Al haber mayor producción, ya que la variedad de frutas y verduras de temporada es más amplia, da más margen a la distribución para ajustar a la baja los precios.

«Da rabia porque es una situación de indefensión», defiende Theo Hernando, secretario general de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga). Los empresas saben que los agricultores y ganaderos trabajan por productos perecederos y esto da muy poco margen para llegar a un acuerdo antes de que se eche a perder. «Aprietan y ajustan el precio porque saben de la necesidad de venta de los agricultores», lamenta.

Aunque Hernando también apunta que a pesar de que siempre se compare el precio en origen con lo que pone en la etiqueta del supermercado, «a los agricultores lo que nos tiene que preocupar no es esa diferencia sino que nuestros productos nos los paguen por encima de los costes de explotación y que tengamos un beneficio». Recuerda que a lo largo de toda la cadena también se generan costes de manipulación, embalaje o transporte, por lo que debe de haber un incremento respecto a lo que se le paga al productor. Que esa diferencia sea en la mayoría de los casos abismal y aún así el sector primario no llegue a cubrir todo lo que supone sacar adelante una cosecha y además obtener un rendimiento es lo verdaderamente preocupante.

Incumplimientos

Los agricultores llevan años dando la batalla para tratar de cambiar esta situación. A finales de 2021 entró en vigor la Ley de Cadena Alimentaria, una norma que prohíbe expresamente que los productos del sector primario puedan adquirirse por un precio más bajo que el que ha costado producirlos.

Sin embargo, más de dos años después de que se esté aplicando, las asociaciones agrarias del Archipiélago denuncian que las medidas que se han puesto en marcha desde las administraciones para tratar de incrementar los precios que los agricultores reciben por sus productos no están funcionando y muchos se ven obligados todavía a vender a pérdidas. «Lo que están haciendo es cubrir el expediente», asegura Miguel López, miembro de la ejecutiva regional de COAG-Canaria, que sostiene que las herramientas que se han puesto en marcha hasta ahora «a nuestro juicio son insuficientes y no están dando resultado». Expone que la Ley de Cadena Alimentaria se está desplegando en el Archipiélago de forma tímida, ya que los medios con los que se cuenta son limitados. «Los vicios y abusos que se producían continúan produciéndose», recalca.

López explica que además de la falta de control hay aspectos determinantes que quedan fuera de esa normativa, como por ejemplo las transacciones económicas por debajo de 2.500 euros. Una cuantía que en el caso de Canarias no superan muchos contratos que firman los productores. López también destaca que la obligación de registra los contratos para que se pueda comprobar si cumplen o no lo hacen no es de los productores sino de quienes les compran, reduciendo eficacia a esta medida.

A lo largo de estos dos años, el sector defiende que la situación no solo no ha mejorado sino todo lo contrario. El alza de los costes que tienen que asumir para sacar adelante sus cosechas no ha parado de crecer, mientras sus márgenes de beneficio siguen siendo exiguos. Las dificultades para conseguir unos ingresos dignos sacó incluso a los agricultores a la calle el pasado mes de febrero en Canarias. Una manifestación en la que protestaron por las ventas a pérdidas, la competencia desleal que ejercen las producciones que llegan desde fuera de la UE, al tiempo que a ellos se les exige avanzar a marchas forzadas en la agenda verde.

«Las condiciones que tenemos son cada vez peores, ahora uno de los principales problemas que tenemos es el agua», indica Miguel López. Con una sequía que ahoga los campos asegura que ya hay explotaciones que no pueden producir lo mismo porque se han disparado los costes, mientras que otras han decidido cerrar.

«La ley se está aplicando pero no al ritmo que se pedía ni con el objetivo que se requiere para solventar esa desigualdad en la negociación que existe», lamenta Theo Hernando. Por eso, insiste en que se debe apostar por el cooperativismo, para que los productores tengan más músculo a la hora de negociar con el resto de los eslabones de la cadena. 

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