La tiza que coloreó un arcoíris

La historia por los derechos de gays, lesbianas, transexuales, bisexuales e intersexuales comenzó a escribirse en Nueva York tras el brutal asalto de un grupo de policías al bar de ambiente Stonewall Inn

Activistas LGTBIQ+ ante la fachada del mítico local Stonewall Inn, en la ciudad de Nueva York.

Activistas LGTBIQ+ ante la fachada del mítico local Stonewall Inn, en la ciudad de Nueva York. / El Día

M. A.

Hace 55 años, nueve agentes policiales de Nueva York irrumpieron en el local de ambiente Stonewall Inn, situado en la calle Christopher, y empezaron a registrar agresivamente a los clientes del bar. Exigieron la documentación y detuvieron a toda persona sospechosa de ser homosexual o cuya indumentaria no se ajustaba a la estrecha mentalidad sobre los géneros de la sociedad dominante. Los acontecimientos posteriores encendieron la mecha del actual movimiento de los derechos de las personas LGBTI e inspiraron la primera Marcha del Orgullo LGBTI por la calle Christopher. «Hoy la lucha sigue siendo necesaria», destacaba ayer en su página web Amnistía Internacional.

En el año 1969, ser homosexual todavía era ilegal en muchas partes de Estados Unidos, y qué decir de aquella España dominada aún por la dictadura Franquista.

Para muchas personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero, las noches en lugares como el Stonewall Inn eran las únicas ocasiones en las que podían ser ellas mismas sin tapujos. El lugar era conocido por celebrar la inclusión, y además se había convertido en un refugio para trabajadoras y trabajadores sexuales y personas sin hogar. La madrugada del 28 de junio de 1969, cuando la policía empezó a acosar a todas las personas que estaban en el bar y a llevarlas a rastras hasta los coches patrulla, la clientela del Stonewall no sólo protestaba por una redada policial en un bar: estaba defendiendo su hogar.

«Todavía existe cierta controversia en torno al momento exacto en que estallaron los disturbios. Sin embargo, personas que estuvieron allí aquella noche coinciden en que tres mujeres racializadas, Marsha P. Johnson, Sylvia Rivera y Stormé DeLarverie, influyeron de manera decisiva en que los demás clientes se atrevieran a plantar cara a la policía», recuerdan desde Amnistía sobre el origen de aquellos disturbios.

Aquella noche, nadie lanzó un ladrillo ni se enfrentó a policía alguno pero uno de los asistentes llevaba consigo algo que resultó tan potente como cualquier otro proyectil: una tiza.

Se la dio a un amigo mientras se desataba el caos fuera del bar Stonewall Inn, donde la policía era bombardeada con monedas y botellas.

El adolescente salió a la calle para garabatear tres palabras sobre el pavimento. Luego lo volvió a hacer en una pared de la misma calle. Tomorrow night Stonewall (Mañana por la noche en Stonewall). El resto es ya historia.

Las redadas policiales en el Stonewall Inn no eran excepcionales, ni mucho menos. De hecho, muchas personas LGBTI vivían con el miedo constante a ser detenidas por «delitos contra natura», a sufrir agresiones o a perder su trabajo o sus medios de vida si eran descubiertas, sin importar el lugar donde estuvieran o la franqueza con que expresaran su condición.

No escapaba Canarias de aquellas acciones represivas hacia el colectivo LGTBIQ+. «Siguen las detenciones de homosexuales en Las Palmas», titulaba el 30 de septiembre de 1977 Diario de Las Palmas una información donde se hacía referencia a la detención de «un buen número de homosexuales» por miembros afectos a la Brigada Criminal de Las Palmas.

«La inclusión de estos últimos en el grupo de maleantes – expone el periodista -, vuelve a poner de actualidad un tema ingrato y no siempre esclarecido, el de la homosexualidad, presente aquí en Las Palmas, como en cualquier rincón del país (…)».

La primera referencia en prensa de una acción pública del movimiento homosexual en Canarias se remonta a 1978 en Tenerife. «Accidentada concentración gay en Santa Cruz». La concentración, desarrollada en el Parque García Sanabria se celebró el 25 de junio y convocada por el denominado Partido Democrático de Homosexuales de la Región Canaria.

Al acto acudieron unos doscientos homosexuales, según estimaciones del periodista, y algunos grupos políticos no especificados en el artículo que apoyaban sus reivindicaciones.

La concentración, explicaba Víctor Ramírez, ex director general de Diversidad del Gobierno canario, no estaba autorizada de manera oficial aunque sí de manera verbal. Durante su desarrollo, un comisario de policía les exhorto a disolverse y, ante la negativa de los concentrados, solicitó refuerzos y fue retirada la pancarta. Tras lo que el periodista califica de «lamentables incidentes».