La "Fundació Institut Català de la Cuina" entregó hoy al catalán Eduardo Carbonell, afincado en Perú desde hace 52 años, una placa conmemorativa por conservar un libro con recetas catalanas de cerca de 200 años de antigüedad.

Elaborado por Mercedes Mata, madre de Carbonell, en el primer tercio del siglo XX, el recetario reúne 66 recetas típicas de la cocina de Cataluña, algunas de las cuales se remontan a la abuela de Mata, que las escribió a principios del siglo XIX.

Carbonell, que se considera afortunado por haber nacido "en el año de implantación de la república" (1931), relató cómo su madre escribió un libro para cada uno de los cinco hermanos varones, para asegurar que sus hijos comerían bien sin importar con la mujer que se casaran.

"Es una biblia, una joya, y eso que está un poco destrozado, porque mi mujer lo utilizaba para enseñar a mi hijas la letra de la abuela, pero se ha conservado", explicó el catalán que llegó a Perú con el encargo de arreglar unas máquinas textiles por un periodo de cuatro meses que ya se han convertido en 52 años.

En el viaje para presentar a su esposa limeña a su familia catalana, dos años después de haber llegado a Perú, fue su madre la que entregó "con firma, ritual y toda la parafernalia" el recetario a la mujer.

Y, como asegura Carbonell, cumplió su función, ya que la esposa peruana aprendió con el manuscrito a preparar platos como los canelones, el puchero de Navidad o el arroz a la catalana, que no fueron más por la dificultad para encontrar los ingredientes necesarios en aquellos años.

"Ahora se podrían hacer todas, pero en la época que lo recibimos no, porque muchos ingredientes no los encontrabas: un cava no lo encontrabas, jamón español ni hablar, nada", afirmó el catalán.

A pesar de que se acostumbró pronto a la vida en Perú, Carbonell reconoce que en un principio sí echo de menos las recetas de su lugar de origen, sobre todo cuando su jefe en la fábrica textil de Arequipa, donde comenzó a trabajar a su llegada al país, lo invitó por primera vez a comer a su casa.

"Una de las experiencias más desagradable de mi vida fue el primer almuerzo en Arequipa. (Mi jefe) me invitó a la casa, y veo unos pimientos, y dije, menos mal, pero claro era rocoto relleno (un muy picante pimiento peruano)", recordó Carbonell.

"Aún hoy mi ancha frente se perla al ver un ají o un rocoto", agregó a modo de broma.

La persona que encontró el recetario de la madre de Carbonell fue Teresita Daroca, investigadora de la "Fundació Institut Català de la Cuina", que desde inicios de año realiza una larga investigación sobre la cocina peruana en América.

"En la investigación cogimos como referencia los exiliados catalanes en los tiempos de la guerra civil. Pero también hemos encontrado recetas más antiguas, de 1.700, de cuando marcharon muchos de Europa por razones de trabajo", explicó Daroca, que ha recorrido países como México, Venezuela o Argentina.

El objetivo del estudio de Daroca es rehacer el camino de la comida catalana por tierras americanas, ya que la cultura culinaria es, según sus propias palabras, "una historia que nos ayuda a entender las culturas".

"Yo creo que es uno de los ingredientes de la tradición de cada país, es una columna más sobre la que se sostiene la personalidad de un país. Si vienes aquí y no comes un ceviche no vas a entender nunca a Perú", afirmó Carbonell.

¿Y para entender cataluña?: "Pan con tomate, bien elemental y sencillo, pero sirve para todo, es como el dinero", sentenció.