La futura esposa del príncipe Guillermo de Inglaterra, Kate Middleton, ha pasado una de sus últimas tardes de soltera de compras en el acomodado barrio londinense de Chelsea, según describen ayer con detalle los tabloides británicos. La novia del segundo en la línea de sucesión al trono recorrió el miércoles la calle comercial Kings Road a bordo de un vehículo oficial, acompañada de un equipo de seguridad.

Kate, que lucía el anillo de compromiso de zafiro que le regaló Guillermo, salió de Whistles, una de sus tiendas predilectas, con unos pantalones de cintura alta de 150 libras (169 euros), una blusa de color crema de 125 libras (140 euros) y una camiseta amarillo limón de 40 libras (45 euros).

La futura esposa de Guillermo tiene un criterio bien formado en cuanto a moda, ya que trabajó dos años seleccionando accesorios y complementos para la cadena de tiendas de ropa Topshop, después de graduarse en Historia del Arte. El diario sensacionalista The Sun entrevista a las dependientas de una tienda donde Kate compró ropa interior y analiza sus adquisiciones, algunas de ellas las más baratas del establecimiento.

Tras recorrer las boutiques de la zona oeste de Kings Road, Middleton enfiló hacia Sloane Square para visitar los grandes almacenes Peter Jones, donde se interesó por las colecciones de las marcas Ralph Lauren y Nicole Farhi. Allí mismo se enamoró de unas gafas de sol que llevaban "siglos" expuestas en la tienda, algo que no supuso al parecer ningún problema para Kate.

La novia del príncipe tendrá que acostumbrarse a la idea de que decenas de miles de mujeres británicas la tomarán a partir de ahora a ella como referencia a la hora de elegir sus modelos, antes que a otra conocida Kate, también muy imitada, la modelo Kate Moss.

Entretanto, republicanos de toda Europa planean manifestarse en Londres el 29 de abril, día de la boda del príncipe Guillermo y Kate Middleton, a favor de la abolición de la monarquía, informó ayer The Daily Telegraph.

El grupo de presión británico Republic coordinará una manifestación en la que participarán activistas de Suecia, Dinamarca, España, Holanda y Bélgica, añade el rotativo.

Los antimonárquicos ven en la próxima boda real una oportunidad de oro para defender su causa, aunque reconocen que sus protestas van a verse ahogadas por los millones de personas que acudirán a expresar sus simpatías a la familia real británica.