Ahora que forma parte de una de las casas reales más influyentes del mundo, la otrora actriz Meghan Markle se ha visto obligada a dejar atrás los estilismos más provocativos, seductores y llamativos para adaptarse al estricto protocolo de la realeza británica. Convertida ya en duquesa de Sussex, la estadounidense ha dejado paso a un estilo más sobrio y discreto que, no obstante, le ha coronado como una de las trendsetters del momento.

Entre las muchas reglas de etiqueta que todo integrante de la familia más famosa del Reino Unido debe seguir, el código de vestimenta incluye tener que adaptar el estilo según el tipo de evento o, pese a que la reina suele ir muy colorida, utilizar solo colores pastel. Además, las piernas deben taparse de forma recatada y llevar los hombros al aire está prohibido. Por eso sorprende que Meghan se haya atrevido a convertir el escote barco en una de sus señas de identidad.

Este cuello de los vestidos deja al descubierto demasiada piel según el protocolo, pero esto no ha echado para atrás a Meghan. No solo lo lució en el día de su boda con un elegante atuendo de Givenchy, sino que ha repetido en varias ocasiones. Es el caso, por ejemplo, del sofisticado traje de dos piezas rosa palo de Prada por el que apostó en la gala de los Premios de los Jóvenes Líderes de la Reina, o de la prenda de Carolina Herrera que exhibió en el aniversario de la soberana.

De la misma forma que los vestidos con escote barco han bajado de precio desde que la duquesa los pusiera de moda, el llamado “efecto Meghan Markle” también se hizo evidente antes incluso de su enlace con el príncipe Enrique. Firmas como Erdem o Ralph & Russo fueron entre las más buscadas en la red al especularse que podrían vestir a la antigua actriz en su gran día. Es más, su poder a la hora de crear tendencia es tal que todo lo que lleva se agota en cuestión de horas.

Esta capacidad de influir en la moda actual es algo a lo que la monarquía está acostumbrada. Kate Middleton y sus hijos ya han visto el interés que despiertan las marcas que visten, como el asequible vestido de M&H de la pequeña Carlota, aunque no al nivel de Meghan. Resulta curioso cómo los seguidores de su estilo solo están dispuestos a comprar las prendas y los artículos que lleva ella exactamente, en el mismo color y forma, y no están interesados en otros modelos.

Así lo demuestra el vestido de verano de Shoshanna con la que la vimos en el último Audio Polo Challenge y del que se agotaron las existencias de su tienda online solo unas horas después. Para aquella ocasión tan especial, Meghan volvió a contar con sus sandalias favoritas, las Grear de Sarah Flint, y sorprendió con un sombrero claro de Madewell que recordaba al de Julia Roberts en Pretty Woman. Un día más tarde, era imposible comprar esos mismos modelos por Internet.

Marcar los gustos de las mujeres modernas y con estilo ya forma parte del currículum de la cuñada de Guillermo de Inglaterra. Su impacto en la moda empezó con su aparición en los Juegos Invictus de 2017. Aparentemente sencillo pero muy estudiado, el look consistía en una camisa blanca y unos pantalones Mother Denim que también se agotaron enseguida. Ese día, además, el tráfico de la página web de la firma se incrementó en un 200 %.

Los joyeros canadienses de Maison Birks, por otro lado, aseguran recibir solo preguntas relacionadas con las colecciones que Meghan utiliza, y el segundo vestido de su boda inspiró otro que lució la princesa Sofía de Suecia. Eso sí, la duquesa no olvida con quién se ha casado y ya confía en las marcas que durante años han mantenido una relación muy estrecha con la realeza. En alguna ocasión, incluso se atreve a dejar su preciado escote barco y no enseñar los hombros.