Ocho cristianos y un policía musulmán murieron la noche del miércoles por los disparos de un hombre armado contra un grupo de fieles que habían participado en las celebraciones de la Navidad copta en una localidad egipcia, informaron ayer fuentes policiales.

Según confirmaron las fuentes, otras nueve personas resultaron heridas en el ataque ocurrido en el pueblo de Naya Hamadi, en la provincia de Quena, 600 kilómetros al sur de El Cairo.

El atacante iba a bordo de un vehículo junto a otras dos personas, que huyeron tras la agresión, agregaron las fuentes.

El Ministerio del Interior, en un comunicado difundido ayer por la agencia oficial de noticias egipcia, MENA, dijo que el suceso se produjo a las 23.30 horas local (21.30 GMT), cuando un grupo de fieles salía de la iglesia Anba Basaya, tras participar en la misa que marca el inicio de la Navidad copta, que comienza el 7 de enero.

Según la nota, "las informaciones enfatizan que el incidente está relacionado con el secuestro y violación de una niña musulmana en la zona", supuestamente por un joven cristiano.

El Fiscal General de Egipto, Abdemagued Mahmud, viajará hoy a la localidad para seguir de cerca las investigaciones.

Las fuentes policiales añadieron que se trata del incidente confesional más sangriento que ocurre en el país desde la década de los 90, cuando proliferaron en Egipto numerosos grupos extremistas islámicos que mantuvieron en jaque a las fuerzas de seguridad durante más de un lustro.

Tras el suceso se impuso en Naya Hamadi el toque de queda, que ayer continuó, y se desplegó un amplio operativo policial para intentar encontrar a los atacantes.

Los coptos representan al menos un diez por ciento de la población del país y representan la mayor comunidad cristiana de Oriente Próximo.

Ayer, por la mañana, un millar de coptos se manifestaron en Naya Hamadi y lanzaron piedras a las fuerzas de seguridad a las que acusan de dejarlos desprotegidos ante las agresiones de los radicales islámicos.

Basma Halil, una farmacéutica cristiana que vive en El Cairo, aseguró que no sabía nada de lo sucedido porque, al igual que muchos coptos en estas fechas, estaba ocupada con las celebraciones navideñas y no había visto las noticias.

Conmocionada, calificó lo sucedido de "muy triste y brutal" y mostró su temor de que esto pueda conducir a nuevas oleadas de violencia confesional, como la que recorrió el país en los años 90.