La agencia de evaluación crediticia Standard & Poors anunció ayer que hay un 50% de probabilidades de que en los próximos 90 días rebaje la calificación de la deuda a largo plazo de EEUU, que hasta ahora goza de la nota más alta de "AAA", de máxima solvencia.

La agencia de calificación de riesgo indicó en un comunicado que desde que el 18 de abril rebajase la perspectiva de la calificación de la deuda estadounidense de "estable" a "negativa", el debate político sobre la necesidad de elevar el límite de endeudamiento del país "solamente se ha enredado más".

El 8 de julio Fitch ya puso bajo revisión la deuda de EEUU y cinco días después fue Moody''s la que decidió hacer lo mismo.

Standard & Poors reiteró, como ya hizo el 14 de julio cuando decidió situar bajo vigilancia la nota de la deuda de EEUU, que "a pesar de los meses de negociaciones, ambas partes (en el Congreso) continúan en desacuerdo en temas fundamentales de política fiscal".

Esta nueva amenaza pone más presión sobre el Congreso de EEUU, donde se llevan a cabo intensas negociaciones para tratar de llegar a un acuerdo que permita elevar el techo de endeudamiento público (hasta ahora limitado por ley a 14,29 billones de dólares) antes del 2 de agosto y evitar así que el país suspenda pagos.

Fecha límite

A pesar de que S&P considera "pequeño" el riesgo de que finalmente el Gobierno estadounidense incumpla con sus obligaciones de pago, añade que ese peligro "se incrementa" a medida que se acerca la fecha límite para que republicanos y demócratas se pongan de acuerdo en aumentar el techo de gasto.

La semana pasada S&P ya avanzó que si el Congreso y el Gobierno llegan a un acuerdo antes del 2 de agosto "revisará los detalles" de ese plan en los 90 días siguientes para decidir si, a su juicio, "es suficiente para estabilizar la dinámica de la deuda de EEUU a medio plazo".

La presión de las agencias calificadoras se ha incrementado a medida que se acerca esa fecha límite.

Ante esas advertencias, el miércoles el presidente Obama redobló sus esfuerzos para intentar lograr un pacto bipartidista que ponga fin a la crisis de la deuda y evite la suspensión de pagos con una nueva convocatoria en la Casa Blanca a los líderes republicanos y demócratas del Congreso.