El presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, subrayó ayer la gravedad de la crisis que vive la UE y apeló a la voluntad política y una mayor integración y solidaridad entre sus miembros para superarla.

Barroso, que recibió ayer un doctorado honoris causa de la Universidad Técnica de Lisboa, afirmó en un discurso ante autoridades y personalidades académicas que Europa vive el momento "más difícil" desde su integración en medio de una crisis que no es solo financiera sino de "confianza".

El antiguo primer ministro luso se mostró convencido de que la UE superará los problemas actuales, pero avisó de que "no hay milagros" y es necesario el esfuerzo de los 27 para defender la moneda única y evitar la "desintegración" europea.

También abogó por la cesión de las soberanías nacionales en pro de una mayor soberanía europea y advirtió de que no hacerlo supone entregarla a los mercados.

Barroso argumentó a favor de la "soberanía compartida" que supone el proyecto europeo y el trabajo colectivo en defensa del euro y de la estabilidad financiera. Solo así se puede crear crecimiento y un mayor nivel de prosperidad, señaló el presidente de la CE, que pidió la solidaridad de todos los miembros de la UE y aludió, en concreto, a los más ricos.

Falta de confianza

Hay falta de confianza en el mundo financiero en la determinación de los líderes comunitarios para hacer todo lo posible por salvar el euro, señaló, y Europa tiene que demostrarla para salir reforzada de la crisis.

"O avanza o corre riesgo de fragmentación", agregó.

Barroso no dejó de recordar los errores de los gobiernos que acumularon deudas y contribuyeron a los problemas actuales, que han dejado al descubierto, además, problemas de competitividad en muchas economías y de gobernación económica en la eurozona.

Pero puntualizó que la UE no puede construirse solo con "sanciones" y necesita un crecimiento económico basado en la estabilidad, la responsabilidad y la solidaridad.

Barroso habló de su propio país, que sufre una grave crisis económica y pidió ayuda financiera en mayo, y se mostró confiado en que no necesitará más fondos internacionales y cumplirá su programa de saneamiento. Portugal va en la "buena dirección" y una aplicación rigurosa de sus presupuestos en 2012 -con drásticas reducciones de gastos- le permitirá lograr sus objetivos de déficit.