Los sindicatos belgas paralizaron hoy el país con una huelga general en protesta contra la reforma del sistema de pensiones, una de las primeras medidas de recorte presupuestario emprendida por el nuevo Ejecutivo que marca el inicio de un período DE tensiones sociales en Bélgica.

Los principales sindicatos llamaron a la movilización de todos los trabajadores del sector público para mostrar su rechazo al proyecto legislativo que el Parlamento prevé aprobar entre hoy y mañana.

El nuevo Gobierno pretende sacar adelante lo antes posible esta iniciativa destinada a reducir su elevado déficit público, con vistas a cumplir las directrices de la UE y dejar atrás las presiones de los mercados financieros.

Bélgica es, de hecho, uno de los últimos países del euro en aplicar medidas de ajuste fiscal, debido a la crisis política que impidió formar Gobierno desde la celebración de las últimas elecciones en junio de 2010 hasta principios de este mismo mes.

El primer ministro, el socialista Elio Di Rupo, afirmó hoy que la reforma de las pensiones es "indispensable para sanear las finanzas públicas" y para salvaguardar el futuro del sistema de seguridad social, según dijo en una intervención ante el Parlamento belga.

La reforma restringe la jubilación anticipada alargando el período mínimo de cotización, equipara las pensiones del sector público a las del privado y elimina las condiciones especiales para colectivos profesionales como los pilotos, los magistrados, los profesores universitarios, los trabajadores ferroviarios o los periodistas.

El particular, eleva la edad de jubilación anticipada para dichos colectivos desde los 60 hasta los 62 años, lo que supondría un ahorro para las cuentas públicas de 1.500 millones de euros durante los próximos 5 años.

Los sindicatos calificaron la movilización de "gran éxito" por su amplio seguimiento en todo el país, según dijo el secretario general de la rama valona del sindicato público CGSP, Francis Wégimont, quien subrayó que los trabajadores están "furiosos" ante las reformas y "determinados" a detenerlas.

La huelga general interrumpió prácticamente la totalidad del tráfico ferroviario, además de los metros, los tranvías y las líneas de autobús del país, mientras que los aeropuertos de Bruselas y Charleroi funcionaron con normalidad.

El parón ferroviario también motivó la cancelación de los trenes de alta velocidad Eurostar que conectan Bruselas con Londres, así como de los que conectan la capital belga y europea con Francia, Holanda y Alemania.

Los aeropuertos se vieron poco afectados por la huelga, a excepción del de Lieja, que se centra en el transporte de mercancías y acoge pocas operaciones internacionales, y que anunció la anulación de los vuelos de hoy por el parón de sus controladores aéreos.

Un número significativo de escuelas primarias suspendieron las clases -hasta el 90 % en la región de Bruselas-, aunque el seguimiento de la movilización fue "más mitigado" en los centros de secundaria, según un portavoz del sindicato de la educación CSC.

Entre otros trabajadores públicos, se sumaron a la huelga el 80 % de los guardias de prisiones del país, que fueron sustituidos en sus funciones por policías con objeto de mantener la seguridad en los centros penitenciarios.

El cuerpo de bomberos ofreció servicios mínimos obligatorios por ley, mientras que los jueces y el personal administrativo de los tribunales de varias ciudades interrumpieron temporalmente su trabajo durante la mañana.

Los representantes sindicales ya han anunciado la convocatoria de una nueva huelga general para el próximo 30 de enero (coincidiendo con la próxima cumbre de la UE), y los sindicatos ferroviarios han amenazado con mantener los parones en los trenes hasta finales de este año.