Cinco sospechosos de delitos relacionados con el narcotráfico han muerto en Filipinas a manos de la Policía desde que ésta retomó hace un mes las operaciones de la "guerra contra las drogas" del presidente, Rodrigo Duterte.

El mandatario dio la orden para que tras casi dos meses de parón la Policía reanudara el 5 de diciembre las operaciones de su controvertida campaña antidrogas, que inició al llegar al poder en junio de 2016 y hasta la fecha ha causado más de 7.000 muertos.

El portavoz de la Policía, Dionardo Carlos, indicó que unos 1.096 presuntos traficantes y toxicómanos han sido arrestados en 708 operaciones desde que se reiniciaron las operaciones policiales.

Los cinco últimos sospechosos fueron abatidos por los agentes tras supuestamente resistirse de forma violenta a su arresto, mientras que un policía murió en una de las operaciones y otro resultó herido, añadió el portavoz.

Debido a varios escándalos y con un balance de casi 4.000 muertos en un año y medio, la Policía fue apartada de la "guerra contra las drogas" desde el 12 de octubre hasta el 5 de diciembre, intervalo en el que la campaña permaneció bajo control exclusivo de la agencia antidroga filipina (PDEA).

El regreso de la Policía a la campaña ha supuesto también la reanudación de las controvertidas operaciones "tokhang", como se conoce a las redadas casa por casa en las que los agentes tienen orden de disparar a matar si el sospechoso opone resistencia.

En total, durante el último mes la Policía realizó 9 operaciones consideradas "tokhang" en las que hubo los cinco muertos, cifra que queda por debajo del promedio mensual de 250 muertos en fases anteriores.

Además de muertos causados por la Policía, se estima que la campaña contra el narcotráfico ha causado entre 3.000 y 5.000 muertos más si se cuentan los homicidios causados por particulares o patrullas vecinales aprovechando el clima de impunidad.