El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha reconocido este jueves, durante su toma de posesión para un segundo mandato, que "no se han hecho las cosas bien" y ha prometido una "rectificación profunda" para aliviar la grave crisis que sufre el país. Como primer paso, se ha mostrado dispuesto a liberar presos políticos en pos de la "reconciliación" venezolana.

Maduro ha comparecido ante la Asamblea Constituyente --institución rechazada por la oposición y casi toda la comunidad internacional-- para jurar como "presidente reelecto" a la espera de que el 10 de enero de 2019 pueda iniciar formalmente su segundo mandato como jefe de Estado para otros cinco años.

De esta forma, Maduro y sus aliados han dado continuidad al proceso electoral que culminó el pasado domingo y que nuevamente tanto la oposición como gran parte de la comunidad internacional, incluidos la mayoría de sus vecinos regionales, consideran fraudulento y, por tanto, desconocen.

De acuerdo con el Consejo Nacional Electoral (CNE), Maduro ganó un segundo mandato con 6.224.040 votos, frente a los 1.917.036 votos conseguidos por el disidente ''chavista'' Henri Falcón, su principal rival. La abstención se situó en torno al 54 por ciento.

La Mesa de Unidad Democrática (MUD), principal fuerza opositora del país, no presentó candidato y llamó a los venezolanos a no votar, por lo que ha interpretado la baja participación electoral como una victoria. Falcón, antiguo ''chavista'' que se integró después en la MUD, desobedeció las directrices de la coalición opositora y optó por competir.

La MUD ha rechazado los comicios y sus resultados y el propio Falcón ha anunciado que impugnará los resultados oficiales. Desde la comunidad internacional, Estados Unidos ya ha impuesto nuevas sanciones a la cúpula venezolana y los demás países han amenazado con seguir sus pasos.

"PROFUNDA RECTIFICACIÓN"

Maduro se encuentra así ante una nueva encrucijada debido al ostracismo internacional y a la crisis económica, una presión que la MUD y sus socios en el extranjero pretenden aumentar para propiciar el "cambio político" que se les ha resistido desde la muerte de Hugo Chávez, en 2013.

"No estamos haciendo las cosas bien", ha dicho Maduro, en una de las pocas declaraciones en las que ha reconocido la responsabilidad del Gobierno por la situación actual. "Hace falta una rectificación profunda, un reaprendizaje profundo. Hay que hacer las cosas de nuevo y mejor (...) Tenemos que cambiar este país", ha afirmado.

Con este propósito, se ha fijado seis líneas de actuación, entre las que ha concedido prioridad a "la pacificación de Venezuela". Para ello, ha ratificado su oferta de reanudar el diálogo político y, aparentemente, ha cedido a una de las demandas planteadas por la MUD en anteriores negociaciones: liberar a los presos políticos.

"Hay un conjunto de personas detenidas por violencia política. Quiero que salgan en libertad y se dé la oportunidad para un proceso de reconciliación nacional con aquellos que no hayan cometido graves crímenes", ha anunciado desde la Asamblea Constituyente, según informa la agencia de noticias oficial AVN.

De acuerdo con Foro Penal, una ONG local, actualmente existen 373 presos políticos en Venezuela, entre ellos decenas de militares y destacados líderes opositores como Leopoldo López, que lleva encarcelado desde 2014 y purga una condena de casi 14 años de prisión por las protestas antigubernamentales de ese año, que se saldaron con 43 muertos.

ACUERDO NACIONAL POR LA ECONOMÍA

Como segunda línea de acción ha señalado lograr "un acuerdo productivo para estabilizar la economía y para la recuperación creciente y sostenible del crecimiento económico, en función de la producción de riqueza y la satisfacción de las necesidades del pueblo".

La crisis económica en Venezuela, cultivada durante la era Chávez, estalló por la caída internacional del precio del petróleo, principal fuente de riqueza de la nación caribeña. El Gobierno se quedó sin dinero para importar lo que ya no se producía dentro y para mantener los subsidios sociales.

La consecuencia ha sido un gran descontento social, que ha alcanzado a la base popular del ''chavismo'', por la falta de productos de primera necesidad y la precariedad de los servicios públicos. Maduro ha podido capear la crisis económica con los préstamos internacionales, sobre todo de China y Rusia, si bien el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha anunciado esta misma semana que no prestará más dinero a Venezuela hasta saldar deudas.

Además, ha apelado a la defensa de Venezuela frente a los ataques del "imperialismo". En este sentido, ha criticado las últimas sanciones dictadas por el Gobierno de Donald Trump, advirtiendo de que provocarán "graves dificultades" a los venezolanos, aunque al mismo tiempo ha confiado en que "serán derrotadas más temprano que tarde".

Asimismo, ha llamado al surgimiento de "una nueva ética patriótica y ciudadana" para combatir la corrupción y ha prometido "fortalecer y ampliar los logros del poder popular en el Sistema de Seguridad y Protección Social".