La corta pero intensa carrera política del liberal Charles Michel, el primer ministro más joven de Bélgica en más de un siglo y medio, ha estado marcada por la necesidad de consenso, una virtud negociadora que ha demostrado en una legislatura ensombrecida por el terrorismo yihadista.

Los desencuentros de Michel con el ala más dura de los nacionalistas flamencos, mayoría en una coalición de cuatro partidos, en concreto en materia migratoria, han roto un equilibrio difícil que le ha mantenido al frente del Gobierno durante más de cuatro años, hasta que a solo cinco meses de las elecciones legislativas de mayo próximo hoy haya presentado su dimisión.

A Michel, que nació en Namur, la capital de la región francófona belga de Valonia, el 21 de diciembre de 1975, el interés por la política le vino de su padre, Louis Michel, exministro de Asuntos Exteriores y dos veces comisario europeo.

Francófono de nacimiento, Michel habla un fluido holandés, ya que realizó parte de sus estudios de derecho en la Universidad de Amsterdam y, con toda seguridad, a la influencia de su padre, quien antes de comenzar su carrera política fue profesor de este idioma en una escuela de Jodoigne.

Fue en esa localidad valona donde se produjo su precoz incorporación al mundo de la política, cuando siendo un adolescente de 16 años se unió a la Federación de Jóvenes Reformadores Liberales de Jodoigne, de la que fue presidente desde 1992 hasta 1999.

Durante sus siguientes años en la política, Michel fue vicepresidente del consejo provincial del Brabante valón, ministro valón de Asuntos Internos y Servicio Civil, concejal de Empresas públicas y de Urbanismo de Wavre y más tarde alcalde de esa ciudad y portavoz de su actual partido, Movimiento Reformador (MR).

En 2007, Michel fue nombrado ministro federal de Cooperación y Desarrollo, un puesto que ostentó hasta 2011.

Dos años después, el entonces ministro calificó de "alucinantes, escandalosas e incluso irresponsables" unas declaraciones del papa Benedicto XVI en las que dijo en un viaje a África que el preservativo "agravaba el problema del sida".

A principios de 2011, Michel renunció a su cartera tras ser elegido líder de MR, un punto de inflexión en su carrera que le acercaría un poco más a la cumbre de la política.

En las elecciones de 2014, los nacionalistas flamencos del N-VA ganaron de manera arrolladora, mientras que MR sólo fue la quinta fuerza más votada, pero el rey Felipe de Bélgica nombró a Michel "informateur" -persona encargada de la negociación para la formación de Gobierno- y, más tarde, "co-formateur" junto al flamenco Kris Peeters.

Tras el largo proceso de negociación que siguió a los comicios, Michel logró confeccionar un Gobierno de coalición gracias al acuerdo de su formación con otros tres partidos flamencos de centroderecha, los nacionalistas del N-VA, los democristianos del CD&V y los liberales Open VLD.

Bautizada como la "coalición kamizake", muchos dudaban de la durabilidad de un acuerdo que, aunque tardó cuatro meses en llegar, se situó lejos del récord mundial que Bélgica batió entre 2010 y 2011, cuando sus ciudadanos estuvieron 541 días sin Gobierno.

De esa manera, el 11 de octubre de 2014 Michel se convirtió, a sus 38 años, en el primer ministro belga más joven desde 1841.

Además, fue el primer jefe de Gobierno francófono que sucedió a otro en casi 50 años, cuando Paul Vanden Boeynants sustituyó en su primer mandato (1966-1968) a Pierre Harmel.

Sin duda, el "momento negro" -como él mismo lo definió- de la legislatura de Michel fueron los atentados yihadistas que golpearon Bruselas el 22 de marzo de 2016, cuando tres bombas -dos en el aeropuerto de Zaventem y una en la estación de metro de Maelbeek- dejaron 32 muertos y 324 heridos.

En los días posteriores a los ataques, tanto el ministro de Interior belga, Jan Jambon, como el de Justicia, Koen Geens, presentaron su dimisión por su "responsabilidad política", que Michel no aceptó al considerar que no se trataba del momento adecuado.

Jambon admitiría después que hubo negligencia en la gestión del caso de uno de los presuntos autores de las explosiones de Zaventem, Ibrahim El Bakraoui, mientras que Geens afirmó que Bélgica desconocía los vínculos del acusado con el terrorismo.

El joven primer ministro también tuvo que manejar la delicada situación de veto de la región de Valonia al acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Canadá, el llamado CETA, que condicionó la postura de Bélgica y mantuvo en vilo a los Veintiocho hasta que se logró un acuerdo forzado por los socialistas valones.

Charles Michel tuvo en 2016 una hija, Jeanne, con su pareja, Amélie Derbaudrenghien, y es padre además de un niño de once años, Maximilien, fruto de una relación anterior.