El enviado especial de EE.UU. para la coalición contra el Estado Islámico (EI), Brett McGurk, presentó el viernes su renuncia en protesta por la decisión de la Casa Blanca de retirar las tropas estadounidenses en Siria, informó hoy un funcionario de la diplomacia estadounidense.

McGurk tenía previsto dejar su puesto en febrero de 2019, pero el viernes comunicó al Departamento de Estado su deseo de acelerar su salida de la Administración, que se hará efectiva el 31 de diciembre, según la citada fuente.

La decisión de McGurk sigue a la dimisión esta semana del general James Mattis como secretario de Defensa y se produce después de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, proclamara la derrota del EI en Siria y anunciara la retirada de los 2.000 militares desplegados en ese país como parte de la coalición internacional.

McGurk envió este fin de semana un correo electrónico a sus empleados, en el que explicaba que había decidido dimitir por desacuerdos con Trump sobre Siria y debido a que el mandatario no le consulto a él ni al resto de jefes militares antes de anunciar el repliegue de tropas.

"La reciente decisión del presidente fue una sorpresa y representa un cambio total en la política que se nos había comunicado", afirmó McGurk en su correo electrónico, al que accedió el diario The New York Times.

McGurk dice haber concluido que no puede "implementar las nuevas instrucciones" del presidente y "mantener su integridad".

Además, la decisión de Trump, en opinión de McGurk, deja a los aliados de Washington "confundidos" y a sus "compañeros de combate desconcertados".

Según un diplomático citado por The Washington Post, McGurk valoraba mucho la alianza con los kurdos, los principales socios de EE.UU. en Siria, así como los acuerdos alcanzados con los Gobiernos francés y británico, quienes ya han expresado su rechazo a la decisión de Trump.

Considerado como el arquitecto de la estrategia de EE.UU. contra el EI, McGurk trabajó para los presidentes George W. Bush (2001-2009), a quien asesoró sobre Irak y Afganistán, y Barack Obama (2009-2017), quien en 2015 le nombró enviado especial para la coalición contra el yihadismo.

McGurk está considerado como el "pegamento" que mantiene unida a la coalición de 79 países liderada por EE.UU. para luchar contra el EI, que en 2014 proclamó un califato en Siria e Irak.

Desde septiembre de ese año, EE.UU. desarrollaba operaciones en Siria como parte de esa coalición internacional, que colaboraba sobre el terreno con las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza encabezada por milicias kurdas y que teme que la retirada de Washington provoque un resurgimiento del EI.

En Twitter, Trump hoy no respondió directamente a la renuncia de McGurk, pero presumió de la derrota militar del grupo yihadista.

"Cuando me convertí en presidente, el EI se estaba volviendo loco. Ahora el Estado Islámico está en gran parte derrotado y otros países en la región, incluido Turquía, deberían ser capaces de hacerse cargo de lo que quede. ÑNos vamos a casa", tuiteó el mandatario estadounidense.

Según la coalición, al Estado Islámico solo le queda en Siria e Irak un 1 % del territorio que llegó a dominar en 2014 y tiene unos 2.000 combatientes en esos países.

A principios de este mes, McGurk compareció ante la prensa en el Departamento de Estado y consideró que el EI estaba lejos de ser derrotado a pesar de la pérdida de territorio.

"El objetivo militar es la derrota duradera del Estado Islámico. Y si hemos aprendido una cosa a lo largo de los años es que la derrota de un grupo terrorista como el Estado Islámico significa que no se le puede vencer solo en su espacio físico y luego irse", dijo entonces McGurk.

Su salida y la del general James Mattis, que se hará efectiva el 28 de febrero, han provocado ansiedad entre los aliados de EE.UU., que temen que Trump implemente sus planteamientos más aislacionistas en política exterior y de seguridad y termine por distanciarse de ellos.

El mandatario considera que sus socios se "aprovechan" del liderazgo estadounidense y apuesta por una estrategia aislacionista; mientras que Mattis y McGurk creen que Washington debe tratar a sus aliados con respeto y preservar sus alianzas para mantener su hegemonía.