La célula terrorista desmantelada en Marruecos tras el asesinato en diciembre de dos turistas escandinavas era "una gran estructura" seguidora del Estado Islámico que planeaba atentar contra una iglesia, una romería judía y un festival musical moderno.

En una entrevista, el director del Buró Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ, organismo que centraliza la lucha anti terrorista), Abdelhak Jiam, recuerda además el papel protagonista que tuvo en esa célula el hispanosuizo Kevin Z.G., detenido junto a 21 personas más, todas ellas a la espera de juicio.

Las detenciones se produjeron en los días siguientes al 17 de diciembre pasado, cuando fueron descubiertos dentro de una tienda de campaña en un paraje montañoso los cadáveres decapitados de dos turistas, la estudiante danesa Louisa Vesterager Jespersen, de 24 años, y la noruega Maren Ueland, de 28.

Tres días después, se hizo público un vídeo en el que cuatro personas (entre ellos los tres acusados de ser los autores materiales) aparecían prestando juramento de lealtad al grupo terrorista Estado Islámico (EI) en algún momento previo al asesinato, todo ello en medio de insultos y amenazas al rey de Marruecos y las instituciones.

Jiam está convencido de que el grupo de 22 detenidos no tenía ninguna relación con lo que llama "elementos operacionales" del EI, y que el único vínculo entre los marroquíes y el EI era precisamente Kevin Z.G., a través de un amigo miembro de una célula del grupo yihadista en Kosovo.

Kevin entrenó a los marroquíes en el manejo de Telegram por ser supuestamente una red más segura y confidencial para intercambiar mensajes, pero sobre todo -insistió Jiam- era el que definió los blancos de la célula.

Entre esa selección de objetivos se encontraban una iglesia de Marrakech (la de los Santos Mártires, única activa), una romería a la tumba de un santo judío en la ciudad de Esauira, al oeste de Marrakech, y el Festival de Música Gnawa de la misma ciudad, de ambiente cosmopolita con abundante público europeo.

Pero además, la célula planeaba cometer atentados "fáciles" con vehículos que atropellasen a multitudes en algún paseo concurrido, al estilo de los perpetrados en Niza o Barcelona, y habían elegido tres de las ciudades más turísticas del país: Marrakech, Agadir y Esauira.

Jiam asegura que esta lógica entra perfectamente en las instrucciones impartidas por el EI en los últimos tiempos: atentar con los medios disponibles (a veces bastan cuchillos o un vehículo a toda velocidad, subraya) en el lugar donde se pueda, ahora que la "yihad" ya no puede hacerse en Siria tras perder el "califato" su presencia territorial.

En la célula desmantelada destacan otros dos elementos: el de más edad es un imán extremista que oficiaba en lo que Jiam llama "una mezquita anárquica" en una aldea de la periferia de Marrakech, y que en el pasado había tenido conflictos con las autoridades por no plegarse a las directivas del ministerio de Asuntos Religiosos.

Kevin entró en contacto con este imán tras un largo proceso: después de vivir una adolescencia muy conflictiva, se convirtió al islam en 2011 en Ginebra, su ciudad natal, y con el nombre de Abdalah trató de sumarse a la yihad en Siria, pero optó primero por hacer la "hijra" (emigración islámica) a Marruecos para mejorar su conocimiento del islam.

Un imán de Marrakech lo puso en contacto con el otro imán radical y juntos organizaron "varias reuniones clandestinas" en los que iban desarrollando su idea del "takfirismo", la versión radical del islam que sólo acepta sus crencias y "condena" las versiones moderadas del islam.

El tercer elemento capital es el "emir" de la célula y presunto asesino de las turistas, Abdesamad J., que fue quien leyó el comunicado de lealtad al EI: arrestado en 2014 en el aeropuerto de Casablanca cuando emprendía un viaje para sumarse a la yihad en Siria y purgó una pena de un año largo de cárcel, que no le sirvió para moderarse, pues en la cárcel se relacionó con otros yihadistas.

En el relato de Jiam destacan dos elementos que pueden ser leídos como fallos en el sistema: la persistencia de "mezquitas anárquicas", pese a la operación de limpieza y control emprendida desde 2002, y la presencia en las cárceles de grupos yihadistas inmunes a las políticas de reeducación emprendidas desde el Estado.

Jiam resta importancia a estas "grietas" y pone el acento más bien en el nuevo terrorismo que propugna el EI, que ya no nace y se desarrolla en las mezquitas, sino en internet.