Tailandia celebrará este domingo elecciones casi cinco años después de que el Ejército tomara el poder en un golpe de Estado para elegir un nuevo Parlamento que seguirá condicionado por los militares al margen del veredicto de las urnas.

La votación debería servir para restablecer la democracia suspendida en la asonada de mayo de 2014, que los generales justificaron como necesaria para acabar con la corrupción y la inestabilidad política tras meses de protestas callejeras.

Pero la convocatoria, pospuesta desde entonces media docena de veces, tendrá lugar después de una profunda reforma legal dirigida a constreñir el margen de maniobra de los gobiernos electos y a consolidar la injerencia uniformada en la vida política del país.

Los comicios sí que servirán, en cambio, para calibrar el apoyo o el rechazo popular hacia la junta militar y su jefe, además de primer ministro, el general golpista Prayut Chan-ocha, que aspira a renovar el cargo, esta vez, con la legitimidad de las urnas.

El régimen ha estado marcado por la intolerancia hacia toda forma de disidencia, que ha llevado a centenares de personas a pasar días bajo arresto en lo que las autoridades llamaron "ajuste de actitud", incluso por protestas simbólicas como comer un bocadillo en público.

Decenas más han sido detenidas bajo las leyes de lesa majestad y de delitos informáticos, que prevén duras penas de prisión, y que han sido utilizadas como herramienta de censura y para acallar críticas a la junta.

El gobierno militar, salpicado por escándalos de corrupción y que ha llenado de generales los consejos de administración de empresas estatales, también se ha visto lastrado por el pobre comportamiento de la economía, la que menos ha crecido en el Sudeste de Asia.

Bajo su mandato, además, Tailandia se convirtió en 2018 en el país más desigual del mundo donde el 66 % de la riqueza está en manos del 1 % más rico, según Credit Suisse.

En los comicios, a los que están llamados a votar 51,4 millones de tailandeses, habrá en juego los 500 escaños de la Casa de Representantes, la cámara baja, 350 de ellos elegidos por circunscripción, y otros 150 en lista de partido.

Los diputados serán los encargados de designar al nuevo primer ministro en una votación conjunta con los 250 senadores, que serán elegidos a dedo por la junta militar e incluirán a los jefes de las fuerzas armadas.

Prayut, propuesto como candidato a jefe de gobierno por el partido Phalang Pracharat, dirigido por varios de sus exministros, parte así con ventaja para alargar su mandato ya que solo necesitaría el apoyo de 126 diputados electos.

El general, que esperó al último día para confirmar que aceptaba la nominación, se ha pasado el último año haciendo campaña y cooptando opositores mientras mantenía en efecto la prohibición a toda actividad política impuesta tras el golpe.

Además, se ha negado a debatir con sus adversarios, mantiene el cargo de primer ministro con plenitud de funciones, y en tanto que jefe de la junta, se reserva el artículo 44 de la nueva Constitución que le da poder absoluto e inmunidad.

Su principal rival debería salir del movimiento político liderado por el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, ganador de todas las elecciones desde 2001, pero cuyos gobiernos han sido todos depuestos por el Ejército o los tribunales.

El Pheu Thai, que formó el último gobierno democrático, es el buque insignia de esta corriente que en esta ocasión decidió concurrir dividida en cuatro formaciones para evitar una nueva norma que limita el número de escaños por partido.

El plan quedó tocado después de que una de estas, el Thai Raksa Chat, fuera ilegalizada por uso indebido de la Monarquía al nominar como candidata a primera ministra a la princesa Ubolratana Mahidol, hermana mayor del Rey Vajiralongkorn.

El beneficiado podría ser Anakot Mai, partido de nueva formación liderado por el empresario Thanathorn Juangroongruangkit, cuyo éxito entre el electorado joven y su propuesta de reducir el presupuesto militar lo ha puesto en el punto de mira de la junta que le ha demandado por sus criticas al régimen.

Otro partido a seguir será el Demócrata, el preferido tradicionalmente por las élites de Bangkok, las mismas que apoyaron el golpe, pero cuyo líder, el ex primer ministro Abhisit Vejjajiva, anunció su oposición a que Prayut siga al frente del gobierno.

Las elecciones serán las primeras tras la muerte del venerado rey Bhumibol, fallecido en octubre de 2016 tras 70 años de un reinado, y los resultados oficiales no se anunciarán hasta dentro de dos meses, después de la ceremonia de coronación de Vajiralongkorn.