Comicios británicos

Los laboristas barren a los conservadores con una histórica mayoría en las elecciones del Reino Unido

Starmer ha celebrado la victoria poco después de confirmar los resultados y ha insistido en su voluntad de cambiar el país del mismo modo que cambió el rumbo de su partido

Victoria histórica para la izquierda en el Reino Unido

Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EP

Lucas Font

El Partido Laborista ha logrado una aplastante victoria este jueves en las elecciones generales en el Reino Unido. A falta de seis escaños por adjudicar, los datos dan a la formación de Keir Starmer 410 de los 650 asientos en la Cámara de los Comunes, un resultado que se queda cerca del obtenido por Tony Blair en 1997 y que devuelve al laborismo al poder 14 años después. La amplia ventaja de los laboristas les permitirá iniciar una nueva etapa al frente del país tras más de una década de gobiernos del Partido Conservador, que ha obtenido el peor resultado de su historia con 119 representantes en el Parlamento.

Starmer ha celebrado la victoria poco después de confirmar los resultados y ha insistido en su voluntad de cambiar el país del mismo modo que cambió el rumbo de su partido. "Tenemos la oportunidad de reparar nuestros servicios públicos porque cambiamos el partido. Tenemos la oportunidad de servir a los trabajadores, a los jóvenes, a las personas vulnerables, a los más pobres de nuestra sociedad porque cambiamos el partido".

Por su parte, el todavía primer ministro, Rishi Sunak, ha reconocido la derrota y ha felicitado al ganador. "El pueblo británico ha emitido un veredicto solemne esta noche. Hay mucho que aprender y reflexionar y asumo la responsabilidad de la derrota", ha asegurado.

El nuevo Parlamento británico.

El nuevo Parlamento británico. / REDACCIÓN

El Partido Laborista ha logrado capitalizar el desgaste de un Partido Conservador que ha sido incapaz de cumplir muchas de sus promesas y que se ha visto sacudido por los escándalos y las divisiones internas en los últimos años. Las políticas de austeridad, el Brexit, el deterioro de servicios públicos como la sanidad o la educación y el aumento del coste de la vida han pasado factura a los 'tories' y han puesto las cosas muy difíciles para el primer ministro, Rishi Sunak, quien cogió las riendas de la formación en uno de sus peores momentos. Lejos de mejorar la imagen de su partido tras las dimisiones de Boris Johnson y de Liz Truss, Sunak ha hundido todavía más al partido con una política migratoria fallida y con una economía que no ha acabado de despegar.

A los fracasos de los gobiernos conservadores se ha sumado la apuesta de Starmer por la estabilidad económica y por la moderación y a sus esfuerzos por desvincularse de su predecesor en el cargo, Jeremy Corbyn, quien obtuvo una de las peores derrotas del Partido Laborista en 2019 y ahora ha logrado la victoria en su circunscripción como candidato independiente. El giro al centro y la ruptura total con la anterior dirección han permitido al líder laborista atraer a los votantes más cercanos al centro liberal y mantener al mismo tiempo a una parte importante del electorado tradicional de la izquierda, que lo sigue viendo como la mejor alternativa a los gobiernos del Partido Conservador a pesar de discrepar en materias como la identidad de género o la política exterior. El único partido que podía hacerle sombra por ese flanco, los Verdes, ha logrado cuatro representantes, castigado por el sistema electoral británico.

Auge de Reform UK

El éxito de los laboristas también se ha debido al auge del partido de derecha radical Reform UK, liderado por el populista Nigel Farage, quien ha conseguido atraer a los votantes conservadores más descontentos con la llegada irregular de inmigrantes al país. A pesar de que el partido apenas ha conseguido 4 representantes en la Cámara de los Comunes, la división del voto de derechas ha permitido al Partido Laborista ganar en circunscripciones históricamente favorables al Partido Conservador. El fracaso de Sunak en su intento de contener la inmigración -una de las principales promesas del Brexit- ha dado alas a la formación populista, que ha conseguido acaparar una parte considerable del voto.

El descalabro conservador también ha beneficiado al Partido Liberal Demócrata, que ha pasado de los 11 representantes obtenidos en 2019 a los 71 en esta ocasión. La formación ha logrado la victoria en muchas circunscripciones del llamado "muro azul", las zonas del sur del país tradicionalmente conservadoras y que se consideraban hasta ahora asientos seguros para los ‘tories’. Su líder, Ed Davey, exministro en el Gobierno de coalición de David Cameron, ha logrado captar una parte importante del descontento con el Partido Conservador en unas zonas en las que el Partido Laborista tiene una presencia casi anecdótica.

Debacle del SNP

Los laboristas sí se han beneficiado de la debacle del Partido Nacional Escocés (SNP), que pasa de los 48 representantes obtenidos en 2019 a tan sólo 8. Los independentistas escoceses han pagado el desgaste de 17 años en el poder, salpicados por las presuntas irregularidades en la financiación del partido en las que se ha visto envuelta la exministra principal Nicola Sturgeon. El partido de Keir Starmer ha conseguido captar una parte del descontento de los votantes en Escocia y mejorará el desastroso resultado obtenido en 2019 -de un solo representante de los 59 asientos que estaban en juego en esa ocasión-, gracias al apoyo que recibirá previsiblemente en el cinturón industrial, que comprende las áreas metropolitanas de Glasgow y Edimburgo.

El resultado ha abierto las puertas de Downing Street al Partido Laborista por cuarta vez en su historia. Pero los retos de Starmer serán mayúsculos. El previsible nuevo primer ministro confía en acelerar el crecimiento económico a través de inversiones en vivienda e infraestructuras y poder cumplir con su promesa de mejorar la delicada situación de los servicios públicos, pero por ahora las previsiones no son muy esperanzadoras. El Partido Conservador, por su parte, se enfrenta a un proceso de renovación que comenzará con la elección de un nuevo líder y con la definición de un nuevo rumbo político, una tarea no exenta de dificultades y que amenaza con abrir una nueva brecha interna en los próximos meses.