Carlos Bellvís es, de momento, el último fichaje realizado por el Tenerife con vistas a una temporada en Primera División. Antes que el valenciano, sin contar a los jugadores que reforzaron al equipo que logró el ascenso en 1961, fueron más de ochenta los futbolistas que se sumaron al representativo en verano o en diciembre para competir en la élite. Casi todos fueron elegidos por el actual director deportivo de la entidad, Santiago Llorente, que diseñó las plantillas de la etapa más brillante del club.

El vallisoletano llegó al Tenerife en 1989, poco después de que Benito Joanet condujera a la escuadra blanquiazul a Primera. Ya en su primera temporada empleó una fórmula que siempre ha utilizado y, normalmente, le ha dado buenos resultados, la de conseguir alguna cesión (Albert Ferrer, del Barcelona), apostar por diamantes en bruto (Felipe Miñambres o Estebaranz), añadir una dosis de experiencia (Revert o Manolo Hierro), contar con la cantera (Francis o Isidro) y abrirle las puertas a algún jugador procedente del extranjero, principalmente de Sudamérica (el portero uruguayo Javier Zeoli).

En la campaña 1990/1991, después de una apurada permanencia, Llorente siguió sentando las bases de un plantel que no iba a tardar mucho en hacer historia. En 1990 incorporó al Tenerife a uno de sus fichajes más aplaudidos, el de Fernando Redondo, pero también sumó al plantel a jugadores como Agustín o Llorente, esenciales en los ejercicios posteriores. Aún así, al equipo le quedaba margen de mejora y se demostró en el verano de 1991, con un quinteto de fichajes impecable: Dertycia, Chano, Mata, Pizzi y Berges. La base del conjunto que se clasificó por primera vez para la Copa de la UEFA bajo la supervisión de Valdano quedó perfeccionada un año después gracias a las adquisiciones de César Gómez, Chemo, Castillo o Latorre, entre otros.

A partir de ahí se abrió otra etapa dentro de aquel excelente ciclo, ya que Llorente empezó a seleccionar jugadores que le darían el relevo a algunos de los ejercicios anteriores. La Liga 1994/95 fue de transición, pero sirvió para acoplar al grupo a hombres como Marcelo Ojeda, Juanele o Vivar Dorado.

En las dos temporadas posteriores, las que tuvieron a Heynckes en el banquillo, el Tenerife se abrió a otros mercados y sorprendió con el checo Hapal, los sudafricanos Motaung y Nyhati, el australiano Vidmar, el sueco Bengt Andersson o el germano-suizo Oliver Neuville, aunque también se nutrió del mercado internacional para fichar a Jokanovic y Kodro, que sí contaban con experiencia en España. La aportación nacional vino de la mano de los grancanarios Alexis Suárez y Robaina, del madrileño Dani y del valenciano Ballesteros.

Así puso Llorente el punto y seguido a su obra en el Tenerife en el marco de Primera División, aunque en enero 1999, con el equipo a las puertas del descenso, aconsejó las soluciones de emergencia de los argentinos Lussenhoff y Basavilbaso. Ahora, con Carlos Bellvís inaugura una nueva etapa.